Martina Fros y Justa Jacinta Sánchez fueron las primeras mujeres que votaron en América del Sur. Ocurrió el 3 de julio de 1927 en Cerro Chato, un pequeño pueblo de Uruguay. No obstante, aquel progresista paso de gigante en los albores del siglo XX está lejos de representar el espacio que, casi una centuria después, las mujeres ocupan en la política de ese país.
Lucía Topolansky fue la primera mujer en ocupar la Presidencia de la República -en 2010, en sustitución del entonces mandatario, su marido, José Mujica, como la senadora más votada-; Beatriz Argimón es, desde el 1 de marzo de 2020, la primera vicepresidenta electa del país; y la actual legislatura es la primera con mujeres en la Presidencia y tres Vicepresidencias del Senado.
Sin embargo, las cifras marcan una realidad alejada de la pretendida paridad. Incluso con una ley de cuotas en vigor, las elecciones de 2019 dejaron un pobre 19,2 % de representación femenina en el Legislativo, con 19 diputadas y 8 senadoras, que situó a Uruguay en el puesto 112 a nivel mundial, según un informe de ONU Mujeres y la Universidad de la República.
Los comicios departamentales, que se celebran el próximo 27 de septiembre, no suponen una mejora, ya que apenas un 16 % de las candidaturas a los Gobiernos regionales las encabezan mujeres y en muchos discursos siguen prevaleciendo actitudes machistas.
El último caso: el pasado fin de semana hubo un cruce de declaraciones entre el expresidente José Mujica (2010-2015) y la candidata opositora a la Intendencia de Montevideo, Laura Raffo. «Pepe» aludió a la aspirante metiéndose con su indumentaria y ella respondió: «No le permito estigmatizarme por ser mujer, por usar tacos (zapato de tacón) o championes (calzado deportivo). Me visto como quiero, cuando quiero y voy a donde quiero».
MONTEVIDEO: EL DUELO ENTRE DOS CANDIDATAS
Al margen de que el Frente Amplio (FA), coalición de izquierda que regenta la capital desde 1990 y lo hizo en Uruguay entre 2005 y 2020, presenta a otros dos candidatos más, Daniel Martínez y Álvaro Villar, la Intendencia de Montevideo parece ser un duelo entre Carolina Cosse (FA) y Raffo, aspirante única por la coalición multicolor que sostiene al Ejecutivo nacional.
Más allá de sus diferencias ideológicas, ambas coinciden en que las cuotas son positivas y en que, pese a los problemas de las mujeres para ascender a los lugares de toma de decisión, la sociedad uruguaya está preparada para una presidenta de la República. Por ahora, luchan por ser la segunda mujer que gobierne Montevideo -donde residen 1,5 millones de habitantes, casi la mitad del país- después de Ana Olivera (2010-2015).
«(La ley de cuotas) ahora es necesaria para que el sistema político esté obligado a responder a un imperativo del siglo, que es finalmente caminar hacia la igualdad», afirma a Efe la exministra de Industria, Energía y Minería (2015-2019) y excandidata presidencial Carolina Cosse.
La ley 18.476 de 2009 regula «la participación de ambos sexos» en la política, si bien su interpretación ha sido «minimalista», ha denunciado ONU Mujeres en alguna ocasión.
«Sí a la paridad». Así de rotunda se muestra la economista y empresaria Laura Raffo, que recuerda que «si no se hacen esos cálculos de corrección, se demora 113 años en llegar a la igualdad», por lo que se mostró «partidaria» de «ese tipo de medidas que aceleran los cambios».
La candidata única por la coalición del Ejecutivo de Luis Lacalle Pou, que incluye al Partido Nacional , Partido Colorado , Cabildo Abierto, Partido de la Gente y Partido Independiente , acaba de llegar a la política y establece «diferencias» con el mundo empresarial.
«Cuando empecé mi carrera de economista y fui avanzando, cada vez ibas viendo más mujeres. Cuando me pasé al mundo de la política fue como retroceder 15 años en mi carrera. Empecé a ver de vuelta reuniones solo de hombres. Me resultó chocante, y me decían ‘bueno, pero siempre fue así’, pero me choca que siga siendo así. En el sector privado vi la evolución. Acá no la hubo», afirma.
¿UNA PRESIDENTA PARA URUGUAY?
No obstante, Cosse reconoce que la sociedad no lo está haciendo «tan mal» cuando, en campaña electoral, ha comprobado que «se acercan mucho las niñas y hay un par que quieren ser presidentas».
«Yo no provengo de los movimientos feministas, me fui haciendo feminista y fui aprendiendo muchas cosas y tomando conciencia de muchas cosas que pasaban. Yo soy ingeniera, me crié en la escuela pública y en una facultad mayoritariamente masculina que no me discriminó pero en la que tuve que manejarme con códigos masculinos», apunta la exministra, quien señala que las mujeres no buscan «beneficiar a mujeres», sino «dar igualdad de oportunidades».
Cuando ejercía como vicepresidenta de Tabaré Vázquez tras la dimisión del electo Raúl Sendic, Topolansky expresó a Efe en julio de 2019 sus «dudas» sobre si Uruguay «estaba culturalmente preparado» para una presidenta.
Raffo señala un doble rasero entre el deseo social y el ‘establishment’. «Cuando preguntas a nivel de los votantes, esa encuesta (de ONU Mujeres) te lo deja muy patente. Se busca una mayor participación de mujeres en política, quieren ver más mujeres en política, pero están en la barrera. A nivel de población, sí. A nivel de las estructuras políticas, aún no. Por eso hay tan poca presencia», detalla.
En dicha encuesta de 2018, ONU Mujeres remarcó que una clara mayoría de la población uruguaya era favorable a la presencia de mujeres en cargos políticos: un 73 % pidió una fórmula presidencial paritaria, un 66 % más legisladoras y un 55 % más ministras.
Solo se confirmó el tándem Lacalle-Argimón, pero en 2019 ni hubo más legisladoras ni más ministras. Solo dos, Azucena Arbeleche (Economía y Finanzas) e Irene Moreira (Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente), están en el gabinete.
POLÍTICAS EN EL INTERIOR
En el resto del país, la presencia de mujeres políticas no es tan protagonista. Por ejemplo, el partido de Lacalle Pou, solo presenta a 2 candidatas en los otros 18 departamentos.
Una de ellas es Carol Aviaga, que aspira a gobernar Lavalleja (centro-este), departamento de unos 60.000 habitantes, en el que, relata a Efe, «hay un tema muy particular».
«Somos muchas las mujeres que encabezamos listas de ediles y que tenemos agrupaciones políticas propias», detalla esta enfermera de 50 años, que agrega que en otras formaciones como el FA o Cabildo Abierto «también hubo muchas mujeres militando en primera línea».
La exsenadora resalta la idea de que son ellas quienes deben «generar la oportunidad» y no estar «a merced de que un compañero te la genere». «Yo no creo que haya que dar un lugar, los lugares se ganan, se trabajan y se luchan. Las oportunidades están, lo que hay que hacer es trabajarlas y tomarlas», agrega la aspirante a suceder como intendenta a su compañera de partido, Adriana Peña.
Igualmente poca representación tiene otra formación histórica, el Partido Colorado (PC), que cuenta con cuatro candidatas fuera de Montevideo. La diputada Nibia Reisch aspira a ser la intendenta de los 130.000 habitantes que aproximadamente tiene Colonia (suroeste).
Ella niega haber tenido dificultades en sus 32 años de carrera política y señala que, en las elecciones de octubre pasado, fue la mujer más votada del PC en todo Uruguay.
«Está claro que hay mujeres que no se animan porque o no quieren entrar en el mundo de la política o porque ya de antemano piensan que van a tener mucha dificultad para poder avanzar. Yo nunca sentí ningún tipo de obstáculo ni dentro de mi partido ni de los sectores. Cuando me propongo algo, lucho, lucho y lucho hasta conseguirlo», afirma esta política de 49 años.
Carácter y determinación son dos elementos que todas reivindican como esenciales para defender su espacio en un mundo de hombres. Ahora aguardan los resultados del 27 de septiembre para saber si puede haber más de una intendenta electa, como Peña, en Uruguay.
EFE