Desde los campos del criadero ovino hasta las vidrieras de las tiendas, la lana uruguaya recorre un largo camino para, en manos de artesanos y diseñadores, llegar a convertirse en el producto natural, sustentable y de calidad premium que el país exporta al mundo.
En el recorrido que comienza con la esquila de la oveja y culmina con la fina prenda que se luce en las vidrieras son muchos los actores que contribuyen en el paso a paso que da forma a la «pura mística natural» de las lanas uruguayas.
Como asegura en diálogo con Efe el gerente del Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL), Romeo Volonté, es en ese proceso donde la cultura de producción y la tradición ganadera de Uruguay son claves.
Y es que, pese a ser reconocido por la carne bovina, su principal producto de exportación en el mundo con mercados como China y Estados Unidos, Uruguay cuenta con una larga trayectoria en la industria textil con base en cueros y lanas.
UN PAÍS RURAL
Si bien señala que hace unos cinco años el ‘stock’ ovino del país está «estabilizado» y no aumenta su producción, Volonté dice que el sector, que de mano de SUL y la agencia de promoción de inversiones, exportaciones e imagen país Uruguay XXI cuenta hoy con una marca sectorial, «Uruguay Wools», cada vez genera productos «de mayor valor».
El secreto, para el gerente, está en cómo se produce la lana en el país -donde predominan las llanuras y praderas-, ya que se hace «en sistemas extensivos y a cielo abierto» respetando el bienestar animal.
«Es un proceso sin participación de químicos que contaminen ni a la fibra ni al animal», acota.
Sobre ese punto se expresa a su vez el productor rural Antonio Arrospide, quien apunta que, por sus condiciones naturales y su buena mano de obra, Uruguay tiene una cultura formada en el trabajo rural con ovinos.
Para Arrospide, esto se demuestra en los viajes por contrato a España que cada año llevan a cabo más de 300 esquiladores uruguayos, una actividad que ni siquiera se interrumpió este año por la pandemia y que, para el productor, muestra que Uruguay tiene gran potencial.
UNA LANA NOBLE, UNA PRENDA SUSTENTABLE
Las bondades de trabajar con la lana son muchas para quienes laboran con ella día a día, sostiene la integrante del colectivo «Tejiendo sueños», de la localidad de Cerro Chato (centro del país), Rosa Lamadrid, quien destaca que por su carácter «muy noble» y su función de abrigar es una fibra sin igual.
La artesana, que participó recientemente de una muestra en la Expo Prado -la mayor feria agroindustrial y ganadera de Uruguay, que cerró sus puertas el pasado domingo en Montevideo-, explica que procesar la lana no es tarea fácil.
«Tiene su tiempo porque partimos de la base de que hilamos la lana, la lavamos; si es teñida la tenemos que teñir, y después pasa al telar recién. Después de sacada del telar tiene sus terminaciones, o sea que el proceso es largo y es muy trabajoso», indica.
Por su parte, la directora de la empresa Montelán, que comercializa la marca de indumentaria y artículos en lana Don Báez, Claudia Weiss, afirma que en Uruguay hay lanas «perfectas» y de todas las razas, lo que, desde el diseño, permite confeccionar una amplia variedad de productos.
Esta marca produce tanto ruanas, camperas, ponchos y camisas como mantas, cubrepies y almohadones para el hogar y, a partir de este año, mascarillas, en todos los casos con lanas finas sin teñir para respetar el producto natural.
En ese sentido, tanto para Weiss como para la gerenta general de Don Báez, Ana Ugarte, la sustentabilidad es un principio fundamental.
«Todo lo reciclamos acá adentro y los pedacitos chicos se convierten en prendas de vuelta, no se tira nada. Hacemos borlas, logramos usar cada pedacito y la gente queda encantada porque ve nuestras telas en todos lados», subraya Weiss.
UN NUEVO IMPULSO: URUGUAY WOOLS
En un contexto difícil por el impacto de la pandemia, posicionar estas lanas es un desafío importante para la agencia Uruguay XXI, que, junto al SUL, impulsó la marca sectorial «Uruguay Wools», presentada el 27 de agosto con un acto celebrado en el Parlamento en presencia de la vicepresidenta de Uruguay, Beatriz Argimón, y de Lorena Ponce de León, esposa del presidente, Luis Lacalle Pou.
Para la vicedirectora ejecutiva de Uruguay XXI, Inés Bonicelli, la iniciativa da «un nuevo impulso» al sector y es un paso para democratizar el conocimiento sobre la lana uruguaya en el mundo, ya que, si bien los más expertos la conocen, se busca llegar a todos los públicos.
«La idea de ‘Uruguay Wools’ es que sea una marca paraguas en la cual se puedan acoger todos los eslabones de la lana, que tanto la lana que sale sin peinar y sin lavar como la lana lavada y peinada que se exporta a China, Europa, Estados Unidos (…) se ampare bajo el paraguas», enfatiza.
Allí coincide Volonté, quien añade que la marca permitirá a los consumidores saber mediante un código QR la historia de esa fibra uruguaya y contar con un certificado RWS (estándar de lana responsable) que garantice tanto el cuidado ambiental como aspectos sociales y de bienestar animal, algo que el mercado demanda para los productos premium.
EFE
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