Por Concepción M. Moreno
Con gran experiencia internacional e ingente bagaje cultural a sus espaldas, el excanciller y exsenador uruguayo Sergio Abreu asume la Secretaría General de la Asociación Latinoamericana de Integracion (Aladi) con la intención de «ayudar, no refundar».
Crítico con el «egoísmo» de la Unión Europea (UE) hacia el Mercado Común del Sur (Mercosur), consciente de que Latinoamérica es la región «más desigual del planeta» y defensor de que la Aladi no tenga cláusula democrática porque «es comercial», concede a Efe su primera entrevista con un medio internacional dos semanas después de asumir el cargo.
Tras asistir, hace un cuarto de siglo, a los albores del acuerdo Mercosur-UE y de la Organización Mundial del Comercio (OMC), ahora debe armonizar la relación comercial entre trece miembros (Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Cuba, Ecuador, México, Panamá, Perú, Paraguay, Venezuela y Uruguay) y del bloque con un mundo afectado por el choque Estados Unidos-China y por la COVID-19.
PREGUNTA: ¿Cuál sería su objetivo inmediato en Aladi?
RESPUESTA: Está vinculado con la crisis del sistema multilateral. Creo que hay que reforzar las normas multilaterales y, sobre todo, las organizaciones en materia de comercio que toman definiciones, en apertura, en bienes, en zonas de libre comercio, en uniones aduaneras… La situación actual afecta a los que tienen menor fuerza económica o comercial porque, al imponerse acuerdos fuera de las normas, no tienen escudo jurídico.
P: ¿Cómo afecta a la región el contexto mundial?
R: Está realmente afectada en todos los aspectos porque también ha cambiado el sistema de comercio global. Hoy las grandes empresas van produciendo en distintos territorios dependiendo de las grandes ventajas que pueden darse en materia de costos laborales y tributos. En el caso del comercio internacional, lo digital va creando un sistema nuevo de relacionamiento que se ha visto acelerado por la pandemia. Ahí es donde Aladi tiene un enorme espacio para trabajar: poner a disposición de los países el máximo de herramientas en materia digital para que la puedan utilizar y tener una mayor agilidad en celebrar y cumplir con sus acuerdos.
Yo no soy de los que piensa que ocupar un cargo de esta naturaleza y con tantos desafíos va a tener un aspecto refundacional. Trato de cuidar para todos los países que se aumente el comercio y más ahora en América Latina, que es el continente más desigual del planeta, al que le agregamos la pandemia.
IDEOLOGÍA VS. COMERCIO
P: ¿Cómo acortar la brecha digital entre miembros?
R: En Aladi tenemos que avanzar en los temas de cooperación y coordinación de medidas en estándares de calidad, en algunas estrategias de carácter común para negociar hacia fuera y en crear las condiciones para que esto no sea una expresión de un organismo internacional burocrático que no responde a la voluntad de los países. Ahora, un proyecto de integración no sustituye los errores o las dificultades que cada país pueda tener en aplicación de sus políticas nacionales.
En Aladi no hay cláusula democrática porque la Aladi es comercial. Los acuerdos de integración pueden tener sus cláusulas democráticas, pero la Aladi no puede ser rehén de enfrentamientos ideológicos.
P: ¿Cómo evitar que algunos pretendan salir de la crisis con el ‘sálvese quien pueda’?
R: Nuestra actividad es proponer a los países ideas, trabajar, ejercer lo que yo llamo la inteligencia molesta, plantear lo diferente, hacer pensar, discutir e intervenir cada uno defendiendo sus intereses pero prevaleciendo el espíritu de la integración.
Una negociación comercial se resume en insatisfacciones compartidas, son concesiones que se hacen en función de un objetivo común. Los que no tengan esa condición de atender las necesidades de los demás y, en particular, de los que tienen menos fuerza no estarán en condiciones de interpretar el concepto de la integración en toda su visión: económica y ética.
P: La Aladi cumple 40 años en un mal escenario. ¿Cuáles serían sus retos?
R: El principal es de carácter económico, comercial y social, que es la micro, pequeña y mediana empresa, para que se restablezca el comercio que hoy está un poco bajo ‘intraAladi’ (el 10 % aproximadamente). También el desarrollo ambiental y las políticas de género. El tercero es el instrumental, precisamente lo digital. Tenemos que crear las condiciones para que los países contribuyan entre ellos. No es fácil porque son países en vías de desarrollo, que tienen prioridades con su gente, con su desempleo y, además, tienen un mercado electoral. La democracia fracasa cuando la seguridad no tiene la respuesta necesaria o cuando el trabajo no existe. Pero eso no justifica que cada uno tenga su propio objetivo y se olviden de las obligaciones que tienen con otros países.
MERCOSUR-UE
P: ¿Cómo valora la evolución del tratado Mercosur-UE?
R: En aquellos tiempos en que el Mercosur empezaba, Europa veía con preocupación el desequilibrio del mercado internacional, sobre todo cuando Estados Unidos trataba de impulsar el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) y, cuando aparece un actor tan importante como China, su estrategia ya no está tan preocupada por crear la compensación con Mercosur y a mí no me parece lo más adecuado. Me gustaría que concretaran los temas de la forma que corresponde. Si uno firma un tratado, tiene que entrar en vigencia. Lo que no puede es dejarlo en el aire porque el que no firma es porque sabe que tiene la fuerza suficiente para no tener la represalia que puede tener. Con otro más grande lo firma enseguida.
P: ¿Usted le ve solución inmediata?
R: Para decirlo en términos arteriales, este acuerdo tiene problemas de colesterol altísimo. Si no destrabamos las arterias, no vamos a poder hacer ese acuerdo, y es un trabajo que en particular tiene que venir desde los países más desarrollados. El tema ambiental lo entiendo perfectamente, pero cuando uno ve que en el mundo la contaminación más importante vino de Estados Unidos, de China y de Europa, no es posible que le diga ahora a los países que tienen más dificultades ‘usted es el responsable’.
EFE
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