Por Elio García
Los ciudadanos carmelitanos depositaron nuevamente la confianza en la Alcaldesa Alicia Espíndola (Partido Nacional). Pienso que la continuidad será en principio la característica que prevalecerá los primeros tiempos de esta nueva etapa.
Una continuidad con aspectos interesantes. En el equilibrio de los poderes hay dos claros grupos partidarios que van a marcar un poco la cancha sobre lo que podemos esperar. El que conforma Espíndola junto a Martín Manito y en el Frente Amplio el de José Miguelena y Daniel Caraballo, ambos integrantes del mismo sector político.
Esto tiene sus fortalezas y debilidades, según el cristal con que se mire. Si vamos al Partido Nacional, Espíndola ya viene de una experiencia similar cuando la acompañaba Ivelice Careac. Ahora en ese lugar aparece Manito, de quien no tengo mucha referencia sobre su perfil político, pero que es parte de la lista de la Alcaldesa.
En el Frente Amplio se da la misma situación, tanto Miguelena como Caraballo son producto del mismo grupo, dentro de la diversidad de partidos que integran el Frente Amplio. Esto es una fortaleza para la interna del sector pero una debilidad para la fuerza política toda. Ya no hay un comunista y un democrata cristiano dialogando, por poner un ejemplo.
En las duplas Espíndola/Manito y Miguelena/Caraballo uno percibe que el rol de los aparatos políticos van a jugar un lugar articulador muy importante.
Si el Partido Nacional continuará en la misma línea que ya viene trazando Espíndola con fuertes apoyos hacia la interna más poderosa de su partido y monitoreos constantes de estos; esta vez el Frente Amplio –a pesar también de contar con un aparato que sostendrá las acciones de los concejales- la estrategia apuntará a continuar la idea de “la oposición responsable” que se le escuchaba decir al Dr. Eugenio Petit (FA).
Tal vez con una apertura de perillas más profundo incluso, ya desterrando la idea de presentarse ante la sociedad como la opción opositora, para aparecer como “garantistas de los controles” o saltar de la política clásica para realizar más un trabajo de administración que algo político. Una impronta que ha dejado el MPP en el FA.
Luis Pablo Parodi (PN) –en todo este asunto- es el concejal bisagra. Ocupa el lugar que supo tener Alejandro Brusco (PN), cuando en la gestión que ya termina, el último de los nombrados se presentó en varias oportunidades como otra voz en el acuerdo que mantuvieron votando todo, blancos y frenteamplistas.
Brusco en una sesión llegó a pedir que pusieran en actas que él era la oposición.
¿Cuáles serán las influencias que rodearán a Parodi?, ¿hasta qué grado tendrá independencia del sector de Passarino a nivel político?, son preguntas abiertas que se irán respondiendo solas. Si sabe mover las piezas puede ser un protagonista muy importante, ¿un ejemplo? le puede dar el tercer voto a la oposición y empatar un proyecto, un programa o lo que sea que disponga el oficialismo. Los ejemplos son múltiples del poder de un concejal bisagra jugando en cualquiera de las posiciones dualísticas.
Políticas sociales y obra pública
Estoy convencido que los desafíos del Municipio de Carmelo se jugarán en las políticas sociales y en la obra pública.
La realidad económica y social se dará en un contexto difícil. Las sesiones donde se leían cartas pidiendo colaboración económica para diversos emprendimientos culturales serán revisadas con lupa por la propia crudeza de los tiempos difíciles.
Más que pedir tres presupuestos y garantizar transparencias en las licitaciones públicas, el ahora marca la capacidad de repensar el gasto público desde variables extremas como sostener a gente con necesidades básicas insatisfechas (hambre) y realizar obra pública para que el ABC del cometido municipal se cumpla al menos en forma eficiente, transparente y solidaria.
El cambio de horario de las sesiones no es el tema central, la gente se ha alejado de las políticas de gobierno, hace rato que eso no despierta mucho interés. Pero no cambiarlo a un horario amigable resta, no suma.
Lo que está en juego en este próximo gobierno local, es la capacidad de aplicar políticas en los municipios, que la palabra política no sea una mala palabra, porque solo desde allí nos podrá salvar de estar a la altura de los desafíos que se avecinan.
Todo es político.