Aún no tiene sede propia y el titular de la cartera ocupa un despacho en la Torre Ejecutiva, sede de la Presidencia. Pero Adrián Peña, primer ministro de Ambiente en la historia de Uruguay, tiene muy claras, dos meses después de asumir el cargo, las prioridades del país en su ámbito de acción.
En ese sexto piso con vistas al Río de la Plata concede una entrevista a Efe, en la que defiende como línea de trabajo que esta cartera debe atravesar el resto de decisiones del Gobierno de Luis Lacalle Pou, que los pasos que se den deben ser «de largo plazo» y que Uruguay tiene la gran oportunidad de destacar como productor natural en el mercado internacional.
«Tenemos que ir más allá de la marca (país, Uruguay Natural), más allá del eslogan. Tenemos que demostrar que Uruguay efectivamente es un país natural. Para eso hay que medir, hay que certificar. Si no, no existe en el panorama internacional. Y tengo puestas muchas pilas en tratar de coordinar todos los esfuerzos que se hacen a nivel nacional, pero todavía dispersos», explica Peña.
Según el ministro, la importancia que tiene para Uruguay la exportación de productos como carne, arroz o soja pone el foco en certificar, entre otros aspectos, la huella de carbono o la «tensión» que pueda provocar con otros ministerios el uso de plaguicidas.
«Nosotros seguramente en muchos casos no vamos a ir alineados con la política productiva. Nos pueden plantear algunas cosas que nosotros legítimamente no compartamos o algunas cosas a las que pongamos coto. Pero esa es nuestra función: mirar en el más largo plazo», comenta.
AGUA Y RECICLAJE, LÍNEAS MAESTRAS PARA UN COMIENZO
El Ministerio de Ambiente nació tras la promulgación en julio de la Ley de Urgente Consideración (LUC), proyecto estrella de Lacalle Pou, dentro del acuerdo de los cinco partidos que integran la coalición de Gobierno -entre ellos, el Colorado, en el que milita Peña- y se desgajó del de Vivienda y Ordenamiento Territorial al que estaba adscrito.
Además de formar un ministerio -«que no es un tema menor» por lo que implica de reunificación de direcciones, aclara Peña, quien asumió el cargo el 27 de agosto-, las otras grandes líneas de acción de su cartera son el agua y la gestión de los residuos.
«Uruguay tiene infinidad de recursos hídricos medianamente gestionados. Tenemos que avanzar en una mejor gestión de esos recursos hídricos. (El país) Sufre de inundaciones, de sequías, está todo diagnosticado. Tenemos que avanzar en planes para solucionar alguno de esos problemas que suponen pérdidas millonarias en dólares, además del problema de potabilización», explica.
En cuanto a la segunda cuestión, reconoce que el país tiene «tasas muy bajas en reciclaje», por lo que la idea es «generar un plan nacional en materia de residuos» junto a las intendencias (gobiernos regionales), que permita implementar «la ley votada en el período anterior por unanimidad de los partidos políticos».
PAPELERAS Y OCÉANO, DOS PUNTOS CALIENTES
Respecto a la gran queja de los ambientalistas en las últimas décadas, la instalación de papeleras durante los mandatos del Frente Amplio (izquierda), Peña indica que su función es «ser celosos guardianes de que el proyecto se ajusta a la habilitación que, oportunamente, la empresa obtuvo para cada una de las áreas».
«Es un desafío, es una planta muy grande instalada en un lugar contra un curso de agua de bajo caudal. Son temas que nos ocupan, tenemos que asegurarnos de que la operativa de la empresa no sea superior a los parámetros establecidos», dice de la segunda planta de la finlandesa UPM.
Vinculada a estos proyectos está la forestación -fundamentalmente la plantación de eucaliptos-, que, en su opinión, «no es el diablo», pero sí -argumenta- hay que lograr que «no se desarrolle de manera invasiva en suelos que son aptos para otro tipo de producción o que puedan comprometer algunos cursos de agua».
«Debemos tener cuidado de que no sea donde podemos desarrollar otro tipo de prácticas y donde pueda afectar otras cuestiones vinculadas a la biodiversidad», comenta.
Otro asunto «delicado» es el de la pesca ilegal frente a las costas de Uruguay limítrofes con Brasil y que, más allá de las dificultades para controlar y perseguir a esos barcos de banderas diversas, puede aminorarse -proyecta Peña- con la declaración de áreas protegidas en los próximos meses para «tener y profundizar esa salvaguarda de determinada biodiversidad que allí se da».
«Podría ser el comienzo para extender a otras áreas donde hay riquezas impresionantes que el Uruguay tiene y no están puestas en valor. Pero sí, es algo que nos preocupa y de lo que nos vamos a ocupar», comenta al tiempo que expresa su deseo de «avanzar» en políticas conjuntas con Argentina y Brasil.
Esa protección de las costas también afecta a las playas, uno de los mayores tesoros del país y que se han visto afectadas en los últimos tiempos -aunque a menor escala de otros lugares del planeta- por la presión inmobiliaria.
«No quiero alarmar pero hay algunos estudios que dicen que en 2050 algunas de las playas que hoy disfrutamos ya no existirían (…) Tenemos que cuidar la primera y la segunda duna, sobre todo. Tenemos ser muy celosos, porque si ocupamos esos lugares no tendremos playa en el futuro», concluye.
EFE
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