Por Elio García |
En la noche del 10 al 11 de febrero, un día antes que Carmelo recibiera diversas visitas en el marco de los festejos del Bicentenario, varias calles de la ciudad aparecieron pintadas con mensajes contra el ex-alcalde Alejandro Brusco y quien fuera Secretario de la Intendencia de Colonia, el Dr. Pablo Manito.
En el camino hacia Víboras (donde se desarrollaría un importante evento), en la entrada a la ciudad por la doble avenida, en Plaza Artigas, en Playa Seré cerca del Ancla, en la esquina de Casa de la Cultura, en todos esos lugares fueron las zonas donde quedaban estampados estos mensajes anónimos.
Fuentes consultadas nos informaron que se estudió la posibilidad de presentar una denuncia ante la Justicia para que iniciara un proceso de investigación, pero luego se descartó, increíblemente por considerarla «una pérdida de tiempo.»
La forma en que fue realizada esta serie de pintadas supone una logística para nada improvisada, detrás de todo esto no hay lugar a dudas que estamos ante una organización. No parece la construcción solitaria de un Quijote desquiciado. Aquí se pensó con el objetivo de señalar políticamente a estos dos actores mediante la modalidad de «escrache», se focalizaron lugares claves y en una sola noche se ejecutó la operación.
Las preguntas que surgen:
¿de dónde provienen los creadores de esos graffitis?,
¿de sectores políticos o sociales?,
¿de personas «perjudicadas» por algún accionar de los mismos?.
La inquietud más grande a estas dudas es si las pistas condujeran a una «guerra política», a ese entramado tan raro que existe entre posiciones antagónicas que muchas veces se juntan y en otras oportunidades deciden separarse. Es la construcción de discrepancias desde posiciones extrañas de comprender que hacen de un partido político que -dentro de si- conviven la oposición y el oficialismo.
La irrupción de estos graffitis no debería pasar desapercibida en el seno de nuestra sociedad. La denuncia anónima es una vieja costumbre que sectores de la población utilizaron hasta el hartazgo y que produjeron en muchos casos historias terribles.
Hay muchas cosas llamativas y no necesariamente es la de encontrarnos con la principal que es: la de hacerse cargo.
Lo primero es que así como aparecieron fueron borradas de inmediato sin realizar la denuncia.
Lo segundo es que nadie salió a repudiar esta modalidad: la de denunciar gratis. Todos miraron para el costado, ningún partido político ni organización social vio nada en la madrugada del 11 de febrero de 2016 en la ciudad de Carmelo.
La tercera son las sospechas de los orígenes. Y esa es una hipótesis tan temeraria que escribirla sería casi una sentencia.
El departamento de Colonia y la ciudad de Carmelo debe resolver sus problemas a través de las instituciones en el libre ejercicio de la democracia.
Transitar otros caminos es la puerta de la barbarie.
Hacerse el distraído también.