Por Alejandro Prieto
Mayte, la pequeña que, sin saberse feminista, rompió en los 90 con el prejuicio de que las niñas no juegan al fútbol, vuelve 30 años después a las páginas del uruguayo Roy Berocay en una nueva novela de aventuras, «Superniña», que afronta sin tapujos la desigualdad de género.
Hacia 1991 la hija mayor del escritor, músico y periodista uruguayo Roy Berocay le dijo algo por ese entonces inusual en una niña de nueve años: quería ser futbolista.
Si bien al autor no le impactó porque sus hijas siempre jugaron al fútbol con amigos, la idea de una pequeña que se abría paso en un deporte «de hombres» le gustó y comenzó a escribir la que sería una de sus más populares novelas para niños, «Pateando lunas» -ambas editadas por Santillana-.
LAS NIÑAS TAMBIÉN JUEGAN
Así lo recuerda Berocay en una entrevista con Efe, al tiempo que resalta que, casi 30 años después de la aparición de la niña que pese a la negativa de sus padres sueña con hacer goles, le resulta «increíble» que este aún sea su libro más vendido cada año.
«Es una infinidad la cantidad de personas que hasta el día de hoy me escribe, mujeres que me dicen lo que ese libro significó para ellas en la infancia y cómo a algunas les cambió la perspectiva y les dieron ganas de hacer lo que querían hacer», subraya.
El autor de numerosas novelas para niños y adolescentes, entre las que destaca «Las aventuras del sapo Ruperto», que da inicio a la saga de este popular personaje infantil en Uruguay, asegura que en principio no fue consciente de lo feminista que era «Pateando lunas».
Lo que para Berocay eran actitudes y juegos de «niñas normales» contrastaba con lo que muchos adultos querían que definiera a las niñas y fue eso lo que quiso reflejar en su libro, que, asegura, tuvo un «resurgir» con el nuevo auge de luchas feministas.
«Me alegra, me sorprende pero yo creo que si me hubiese propuesto lograr todo eso escribiendo un libro no lo hubiese podido hacer -ríe-, a veces las cosas pasan a pesar de uno», expresa.
EL REGRESO DE MAYTE
En diciembre de 2019 el entonces presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, declaró estado de emergencia nacional por violencia de género ante el alarmante número de actos violentos contra mujeres ocurridos en el país.
Estos sucesos afectaron a Berocay, quien pensó en escribir algo que llevara el debate a las aulas.
Así, tras ver a su nieta jugar a ser «una superhéroe», le surgió la idea de «Superniña», libro que no asoció con «Pateando lunas» hasta escribir la primera escena, en la cual la pequeña Alicia desayuna con sus padres.
«De pronto me di cuenta de que la madre era Mayte, fue una cosa que me vino ahí en el momento, me di cuenta de que ‘Pateando Lunas’ tiene más de 28 años, entonces Mayte perfectamente podía ser adulta y tener una hija», explica.
Berocay señala, por otro lado, que no fue fácil definir cómo era la versión adulta de la icónica niña de los 90.
«Me daba un poco de miedo porque es un personaje muy emblemático para mí y para mucha gente y tenía miedo de que toda esa gente que lo había adoptado y lo quería tanto se sintiera decepcionada», cuenta el autor, que apostó así a que Mayte fuera la mujer «sólida» que se perfilaba de niña.
Si bien bromea con que muchos le preguntarán «por qué no salió campeona del mundo», Berocay dice que la profesión que dio a Mayte, profesora de biología, fue un homenaje a su hija, la que inspiró el personaje, y mantuvo la pasión por jugar al fútbol como un pasatiempo.
FEMINISMO A FLOR DE PIEL
Pese a que la actitud de rebeldía que caracteriza a la niña de «Pateando lunas» se mantiene, Alicia o ‘Lali’ es ya una niña de la era tecnológica, lo que, para Berocay, marca una gran diferencia.
Que tenga padres que la apoyan y maneje mucha más información que los niños de otras generaciones hace que Alicia sea más «frontal» y, por ende, la novela -que se desmarca de la anterior con el subtítulo «más allá de ‘Pateando lunas'»- trate asuntos de género más complejos como el acoso callejero y el sexismo en las canciones de reguetón.
Berocay asegura que, al ver que en casi 30 años muchas cosas no habían cambiado y caminar por la calle seguía siendo más peligroso para las mujeres, el acoso fue uno de los temas que quiso afrontar de forma más directa.
Los diálogos entre Lali y sus padres son explícitos sobre estos temas y, si bien afirma que el libro no es, en definitiva, un material educativo sino «una aventura», Berocay es consciente de que la novela aportará su granito de arena para construir una sociedad más equitativa.
EFE