Por Marité P. de Corbacho |
Nació el 3 se septiembre de 1922 en Varela 257 (antes llamada Palmira), frente a la Plaza Artigas, en Carmelo. Sus padres también eran uruguayos.
La madre, Berta Sofia Iribarren -emparentada con Francisco Iribarren (muy amigo del Dr. Miguel Mortalena y de Román Verone)- había nacido en Carmelo.
Su padre, Angel Abelardo Corbacho, nació en Montevideo en 1883. Murió cuando Oscar recién tenía 2 años. Era periodista; fundó “La Reforma” en colaboración con Justo García en 1904. También fue poeta y publicó en Carmelo su libro “Tempraneras”, en 1906 (Esta información figura en el libro “Carmelo – Historia de 150 años”, editado para librería Bombaci por Hugo Dupre). –
Había estado casado en primeras nupcias con la hermana de Berta; ésta murió cuando la hija que tuvieron era aún una beba quien falleció poco tiempo después. Años más tarde contrajo matrimonio con Berta.
Tuvo 2 hermanos, ambos ya fallecidos. María Angélica, 7 años mayor y Rubén Angel, 2 años mayor. Ambos nacieron en Buenos Aires. Mantuvo una estrecha relación con su hermana, no así con el hermano.
A los 6 meses, la familia se trasladó a Buenos Aires y a los 2 años falleció su padre. La viuda, con sus 3 hijos se mudaron a la escuela donde una de sus hermanas fue nombrada directora y allí vivieron hasta que ésta fue jubilada.
Desde los 5 años de Oscar, hasta los 12, iban durante las vacaciones escolares al cerro de Carmelo donde vivía su tío, Vicente Iribarren, que era acopiador de cereales los que despachaba desde “los galpones” hacia Buenos Aires vía el Arroyo Las Vacas.
(Una evocación de esos años los relata en su único libro en prosa, “Blas y 9 cuentos” que presentara en la Biblioteca Municipal de Carmelo el 29.10.2011.)
Terminados sus estudios secundarios entró en la Facultad de Filosofía y Letras que tuvo que abandonar a los dos años porque tuvo que salir a trabajar para mantenerse. Por ese motivo se trasladó al norte de la Argentina, Catamarca donde estuvo trabajando un año y tuvo que volverse porque enfermó de hepatitis. A poco de regresar, murió su madre. Se fue a vivir solo. Tuvo muchos “trabajos injustos” como él los llamaba.
En 1951 contrajo matrimonio con Selva Ojeda con quien tuvo su primer hijo, Néstor, en 1954. Se separaron en 1970.
1970/1971 fue un período de grandes cambios. Entró a trabajar como redactor creativo en una agencia de publicidad y no abandonó el oficio hasta su jubilación, en distintas agencias. Empezó a escribir poesía seriamene (desde jovencito lo hacía pero esporádicamente). Hizo crítica literaria en los diarios La Nación y Clarín. Y nos enamoramos profundamente.
Ese año, 1971, fue el de su reencuentro con Carmelo, el Cerro, Blas Corena. Y fue nuestro primer fin de año juntos.
En 1975 nació Paula, nuestra hija.
Y allá volvimos en 1980, 1993, 1998, 1999, 2003, 2007 y, finalmente, para cerrar el ciclo, 2011 y su libro. Carmelo estuvo siempre presente en sus evocaciones y narraciones en reuniones con amigos y colegas.
De 1994 a 1995 culminó su etapa laboral como profesor de redacción publicitaria en la Universidad de Palermo, en Buenos Aires. Lo llenó de satisfacciones porque tenía “alma” de maestro y se ganó el afecto de los que fueron sus alumnos.
Sus últimos 3 años sintieron el cansancio de los años, su deseo de morir, y empezó su deterioro físico, aunque con brillante lucidez hasta su muerte.
Hace dos años, nuestra hija se casó y se fue a vivir a EEUU.
En marzo del año pasado murió su hijo, luego de una larga enfermedad. Dos meses después -el 2 de mayo- estando internado, murió plácidamente, sin sufrimiento físico.
Hizo un gesto como de esfuerzo. Me miró. Dijo “ya está”. Y se fue.
Dicen que una persona muere cuando no haya una persona que lo recuerde. Entonces, va a pasar muchos años aún con nosotros.