Ante el avance de la Covid-19, la suspensión obligatoria por parte del Gobierno de toda actividad física en espacios cerrados, los gimnasios debieron reinventarse.
La solución estaba en cerrar y esperar con todo el peso negativo que eso significaba o reconvertirse y trasladar el gimnasio a parques, ramblas, lugares de campo o pistas abiertas.
Poco a poco Carmelo y sus espacios públicos se fueron poblando de gente realizando ejercicios físicos. Ese reacomodo en una actividad tan necesaria como saludable le viene dando otra dimensión a diversos lugares que los vecinos lo usaban para tomar mate, reposera mediante.
Recorrer Carmelo y ver esta nueva movilidad es una agradable noticia, los ciudadanos disponen de estos espacios y no cortan sus rutinas, la ciudad se ve viva, en movimiento.
Con buen ojo y sensibilidad, tanto el Municipio de Carmelo, como la Intendencia de Colonia, las autoridades sanitarias de Salud Pública lejos de poner trabas a las solicitudes de estos colectivos, abrieron estos espacios públicos. Con esa postura le dieron vida a una actividad importante pero también a Carmelo.
Una iniciativa para aplaudir, resuelve un problema económico en el sector, es saludable porque permite que las personas no corten con las actividades físicas y le da movimiento responsable a la ciudad.
Con solo mirar estos grupos se percibe algo a destacar en estos tiempos: alegría en la gente.
Desde la Cámara Uruguaya de Gimnasios y Afines aseguran que son más de 30 mil los trabajadores del sector en todo el país.
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