Por Federico Anfitti
La izquierda uruguaya atraviesa uno de los momentos más difíciles de las últimas décadas; a la pérdida de las elecciones nacionales en noviembre de 2019 -que cortó con 15 años de Gobierno del Frente Amplio (FA)- se le suma la falta de renovación con líderes que fallecen o dejan la actividad política.
Esta fuerza política, integrada por varios partidos de izquierda, es la más popular de Uruguay por sí misma. Sin embargo, este poderío se vio deteriorado y hoy una coalición multicolor que sumó a cinco partidos de centroderecha le quitó de las manos el poder bajo el liderazgo de Luis Lacalle Pou.
El fallecimiento del expresidente Tabaré Vázquez (2005-2010 y 2015-2020), la principal figura de la izquierda uruguaya en las últimas décadas, dio un aviso al FA de la necesidad de generar nuevos liderazgos ya que los otros dos que restan de esta tríada -el exministro de Economía y Finanzas Danilo Astori y el expresidente José Mujica (2010-2015)- también se han alejado de la vida política por su avanzada edad y su estado de salud.
LA PARTIDA DE UN SÍMBOLO
Vázquez no fue solo un líder para la izquierda uruguaya, sino que fue un símbolo que supo representar a todo el espectro ideológico del FA y, a diferencia de Mujica y Astori, captó el cariño de toda la fuerza política.
«Son esos liderazgos fuertes que no aparecen todos los días. Por algo fue dos veces presidente, sin dudas fue una figura excepcional desde ese punto de vista y para el FA evidentemente es una pérdida muy grande en cuanto a lo simbólico», señala a Efe la politóloga Florencia Alonso.
Para la experta, esta pérdida política «va a costar llenarse» y justo cae en medio del proceso de renovación del FA, en el que también se encuentra revisando los motivos por los que perdieron el gobierno.
«La figura de Vázquez tiene algo muy particular que no tienen las otras dos figuras que quedan. Vázquez era realmente de todo el Frente Amplio, fue un candidato que despertó enormes consensos», apunta.
En la misma línea, la politóloga Victoria Gadea señala a Efe que una de las dificultades que ha tenido el FA (como también otros partidos de Uruguay) es que los líderes históricos no dejan de incidir en la esfera pública hasta su muerte, y eso no deja paso a formar nuevos liderazgos.
«Esto es fortísimo para un sistema político y un partido como el Frente Amplio que además, en su génesis, se creó y fundó con la intención de desafiar al poder tradicional. Se convirtió en un partido tan tradicional que sus líderes no abandonan sus liderazgos hasta la muerte, hay una cuestión vitalicia», enfatiza.
SIN RENOVACIÓN
Vázquez dejó la Presidencia a los 80 años, Mujica abandonó el Senado a los 85 y Astori se mantiene al margen de la actividad a los 80.
Además, las opciones de renovación no han dado frutos en el terreno electoral, ya que Daniel Martínez (63 años) aparecía como un posible nuevo líder pero la gente le dio la espalda en las elecciones nacionales y meses después en las de Montevideo.
Otro ejemplo claro es el de Raúl Sendic (58 años), vicepresidente del segundo Gobierno de Vázquez, que debió renunciar en 2017 acusado de peculado y abuso de funciones.
Tal vez la intendenta de la capital, Carolina Cosse, y el intendente de Canelones, Yamandú Orsi, sean quienes reúnen la mayor cantidad de adhesiones.
«El FA va a un proceso de renovación que lo comenzó ya hace más de un año o dos pero ahora resulta imprescindible. Creo que la renovación no es solo una cuestión de generaciones sino de ideas y de propuestas», señala a Efe el senador de esa fuerza política José Carlos Mahía.
Ahora, la izquierda debe consolidar a estas potenciales figuras y ello solo se sabrá en las urnas ya que, según el legislador, es «ahí en donde se terminan los crack o comienzan las leyendas».
Sobre este proceso, Alonso sostiene que al FA «todavía le está costando» la renovación pero es algo que indefectiblemente debe encarar «por un tema biológico». Sin embargo, también reconoce que será difícil encontrar una figura que despierte tantos consensos internos como Vázquez.
Asimismo, Gadea explica que con la muerte del expresidente y los alejamientos de Astori y Mujica es cuando se ve «de manera más tangible» la falta de liderazgo y, quizás, esto le permita a la fuerza política darse un debate interno para conseguirlo.
LA IZQUIERDA Y SU CRISIS DE RUMBO
Luego de prácticamente un año en el nuevo rol de oposición, con la necesidad de mostrarse como una opción de cambio a la población en medio de una pandemia que centra las miradas de la opinión pública, el FA y la izquierda uruguaya tienen el desafío de encontrar cuál va a ser su rumbo.
Si bien ya marcó la cancha en debates como el de la Ley de Urgente Consideración, un paquete de más de 400 artículos que fue el buque insignia de la campaña de Lacalle Pou (que ahora impulsará un referéndum para eliminar alguno de ellos), y durante la discusión del presupuesto, lo cierto es que todavía le falta encontrar una estrategia clara y contundente.
«Hoy el Frente Amplio no está proponiendo un modelo de país más que la restauración del conseguido antes de que llegara Lacalle Pou al Gobierno», sostiene Gadea.
Para la experta, el FA tiene ahora «el dilema» de consolidarse como un partido que propone un cambio, pero primero debe saber cuál será.
«Tiene un escenario bastante complejo, entiende eso y por eso está apostando muchísimo a sus intendencias y poder demostrar que toma decisiones de política pública de manera veloz e innovadora más rápido que el Gobierno», enfatiza.
En este sentido, Alonso considera que a la izquierda uruguaya «le está costando recuperarse» del golpe de haber dejado el gobierno luego de 15 años y tiene el desafío de poder adaptarse a este nuevo rol de opositor.
EFE
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