Las fiestas y el verano, dos retos en la primera ola de la covid-19 en Uruguay

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Por Santiago Carbone

En medio de las fiestas y con la temporada de verano a la vuelta de la esquina, Uruguay atraviesa su peor momento desde el comienzo de la pandemia con la llegada de la «primera ola» de la covid-19, la circulación comunitaria del virus y Montevideo en «zona roja», según el índice de Harvard.

Poco más de nueve meses después de que se declarara la emergencia sanitaria, el pasado 13 de marzo, el país suramericano está cerca de los 15.000 casos y superó los 5.000 activos, cifra que se aleja mucho de lo registrado hasta sólo hace unas semanas, cuando alcanzar los tres dígitos diarios se consideraba una peligrosa línea roja.

De hecho, a mediados de noviembre Uruguay superó los 100 contagios diarios, una barrera que los expertos apuntaban como clave para no perder el hilo epidemiológico.

La situación actual mantiene en alerta a los expertos en la materia, que miran con preocupación el momento que vive Uruguay.

Uno de ellos es el infectólogo Eduardo Savio, quien asegura a Efe que el momento es «difícil» por la aparición y extensión de los casos del coronavirus SARS-CoV-2.

En su línea, el representante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en el país, Giovanni Escalante, dice a Efe que el paso de brotes a contagio comunitario tornó «preocupante» la situación, porque el virus está «circulando ampliamente».

PRIMERA OLA Y MEDIDAS

«Uruguay pasó de una situación de brotes contiguos y en todo el país a un estado circulación comunitaria fuerte en el área metropolitana, por lo tanto, Uruguay ya entró en la primera ola de la pandemia», asegura Savio, en consonancia con lo que, días atrás, anunciaron los integrantes del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), que ayuda al Gobierno en la gestión de la crisis sanitaria.

Además, señala que, pese a las medidas tomadas por el Ejecutivo, es probable que en enero y febrero la situación sea «bastante parecida» a la actual o «un poco menor si la gente acata mucho».

Para Escalante es fundamental que la gente tome todas las medidas de precaución: uso de tapabocas, lavado de manos, alcohol en gel y distancia física.

Este lunes comenzó a regir en el país una ley que, entre otras cosas, prohíbe las aglomeraciones que presenten riesgo sanitario, cierra las fronteras hasta el 10 de enero y suspende los espectáculos públicos para frenar el crecimiento del coronavirus.

La matemática Maine Fariello, integrante del GACH, cuenta a Efe que estas medidas, sumadas a cambios de comportamiento en ciertos grupos de la población ante el aumento de positivos, pueden ayudar a hacer más lento el crecimiento de casos.

Sin embargo, remarca que es «imposible» predecir cómo se va comportar la gente en las fiestas por lo que es difícil hacer proyecciones.

LA PROTECCIÓN ES EL REGALO

«El riesgo son las fiestas, por eso nuestro pensamiento es este: ¿Qué cosa vamos a regalar a nuestros familiares y amigos? ¿Qué cosa nos vamos a regalar a nosotros? Nos tenemos que regalar protección, seguridad, no debemos de regalar el virus», apunta Escalante.

Para Savio, todo lo que se haga en esas fechas «va a impactar en la primera quincena de enero» y resalta que es altamente probable que las conductas individuales no cambien en todas las personas, por lo que «es seguro que los casos van a aumentar».

Respecto a la temporada estival, dice que para el uruguayo «es fiesta» y una época de «mucho contacto y socialización», por lo que claramente le inquieta lo que allí pueda suceder.

Sobre esto, Fariello indica que si la gente en su licencia «se mantiene con el círculo que se va de vacaciones, va a ayudar un montón», mientras que si el verano se parece a los anteriores sucederá lo contrario.

«Predecir es realmente muy difícil, porque es difícil saber cómo nos vamos a comportar los uruguayos», concluye.

ALERTA ROJA

A pocos días de enero, y mientras para muchas personas los rincones playeros ya están a la vista, Montevideo es el departamento (provincia) más afectado de los 19 que tiene el país, donde todos registran algún caso.

De hecho, la capital ingresó en zona roja, según el índice de Harvard, tras superar los 25 casos activos cada 100.000 habitantes. En este momento hay 3.279 casos de los 5.008 activos que tiene Uruguay.

Este número dista mucho de lo que sucedía en los primeros meses de pandemia, en los que hubo una asombrosa baja cantidad de positivos conseguido, entre otros motivos señalados por los expertos, por la eficacia del rastreo y el aislamiento, una de las armas con que el país luchó contra la pandemia, favorecido por su baja población -3,5 millones de habitantes- y su escasa densidad -menos de 20 personas por kilómetro cuadrado-.

En ese momento, la situación de Uruguay fue mirada con admiración por el mundo y el país se transformó, por ejemplo, en el único de la región aceptado como emisor de viajeros hacia la Unión Europea y científicos uruguayos fueron distinguidos a nivel internacional.

LA VACUNA: LUZ Y ESPERANZA

Mientras tanto y a la espera de que llegue la vacuna al país, Savio dice que esta es «la gran esperanza».

«Sería deseable que el impacto de la vacunación fuese bueno y que tuviéramos un menor número de infectados», explica.

Asimismo, señala que cuando un país admite una vacuna, la incorpora y la distribuye es porque esta ya fue estudiada, es «efectiva» y sus efectos colaterales son «admisibles».

Uruguay todavía mantiene la incertidumbre respecto a cuál será la que utilizará el país para combatir la pandemia de la covid-19.

El presidente, Luis Lacalle Pou, dijo durante su última rueda de prensa, el 16 de diciembre, que Uruguay busca «la mejor vacuna en el menor tiempo posible» y que, de momento, no hay ninguna descartada.

Escalante, por su parte, asegura que las vacunas son «la luz al final del túnel» y cuenta que la plataforma Covax de la OPS pretende «la cobertura de al menos 20 % de toda la población», o sea «2.000 millones de personas protegidas».

EFE

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