América Latina, que tiene como principal socio comercial y político a Estados Unidos, mira este miércoles con expectativa e ilusión la llegada al poder de Joe Biden, quien ha prometido avanzar con la región en la solución de viejos problemas como son la migración ilegal y el narcotráfico.
Tan pronto Biden juró al mediodía de este miércoles como el presidente 46 de EE.UU., el Gobierno de México, con el que históricamente ha existido una relación de amigos y rivales con la migración como punto de quiebre, auguró que el vínculo estará marcado por el «respeto mutuo» y la «esperanza».
Al respecto, el mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, manifestó que coincide con los «planteamientos principales» de Biden sobre la migración, la reactivación económica y el combate a la pandemia de la covid-19.
Sobre el talón de Aquiles que supone la migración, López Obrador defendió que «se deben regularizar» a los millones de mexicanos que viven en Estados Unidos y se mostró convencido de que Biden «va a reafirmarse» en esta postura ya que se comprometió a enviar al Congreso una propuesta de reforma migratoria que incluirá una vía a la ciudadanía para los 11 millones de inmigrantes indocumentados que hay en el país.
Justamente Biden cumplió con esa, una de sus mayores promesas electorales, y su equipo de transición presentó hoy mismo los detalles de la «Ley de Ciudadanía de EE.UU. de 2021», que incluye una vía a la ciudadania para esos imingrantes y que envía este miércoles al Congreso.
Asimismo, Honduras y El Salvador, de donde cada año salen miles de inmigrantes en busca de hacer realidad el «sueño americano» de tener una mejor vida, y escenario desde 2018 de multitudinarias y desesperadas caravanas hacia el norte, la última de las cuales salió la semana pasada, se unieron este miércoles al festejo general por Biden.
Así, el presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, reafirmó su intención de seguir luchando «por la paz y prosperidad de la región».
Ambos países suscribieron en septiembre de 2019 un acuerdo de cooperación de asilo para inmigrantes que buscan refugio en la nación norteamericana y reducir la migración irregular en Centroamérica.
El Gobierno de El Salvador, dirigido por Nayib Bukele, dio a conocer por su parte su «plena voluntad» para unir fuerzas con Estados Unidos, así como su «compromiso para impulsar esfuerzos articulados en áreas de interés común y en beneficio mutuo».
Estados Unidos es el principal socio comercial de El Salvador y se estima que unos 3 millones de salvadoreños viven en ese país, de donde proviene casi la totalidad de las remesas que sostienen su economía.
LUCHA CONTRA EL NARCOTRÁFICO
Desde Colombia, el presidente Iván Duque sostuvo que su nación está «lista para seguir fortaleciendo una histórica relación binacional, bipartidista y bicameral» con los nuevos ocupantes de la Casa Blanca.
Colombia es el principal aliado de Estados Unidos en Suramérica y el principal receptor de ayuda militar de Washington en la región que utiliza principalmente para combatir el narcotráfico y a los grupos alzados en armas.
Por ello, el jefe de Estado colombiano valoró que ambos países tienen una relación diplomática de más de 200 años que «se hace cada vez más fuerte con objetivos comunes» como «la defensa de la democracia, la lucha contra el crimen trasnacional, contra el narcotráfico, contra el terrorismo».
TENSIÓN EN LA POLÍTICA REGIONAL
La relación entre Estados Unidos y América Latina está marcada también por el tema político, actualmente con especial fuerza en Venezuela y Bolivia.
De hecho, el líder opositor venezolano Juan Guaidó afirmó que trabajará «en alianza» con Biden para «lograr la libertad de Venezuela».
Guaidó fue reconocido como presidente interino de Venezuela por el ya expresidente Donald Trump, el principal apoyo internacional con el que ha contado en su pulso con el mandatario venezolano, Nicolás Maduro.
«Seguiremos trabajando en alianza para defender la democracia y estabilidad de la región frente a la amenaza de la dictadura, lograr la libertad de Venezuela y elecciones libres», aseguró Guaidó, quien agregó que «Estados Unidos es un aliado de la lucha por la democracia y lo han demostrado en cada acto de respaldo y respeto a nuestra gente».
Mientras tanto, dos de los grupos de oposición más conocidos en Nicaragua, Coalición Nacional, y Unidad Nacional Azul y Blanco, le pidieron al nuevo presidente estadounidense mantener su posición contra el gobernante nicaragüense, Daniel Ortega, al que la disidencia considera un «dictador».
«Saludamos la toma de posesión del presidente electo democráticamente en Estados Unidos, Joe Biden, seguimos solicitando a Biden y al Departamento de Estado más sanciones para la dictadura, hasta que se logren las reformas electorales que generen confianza», dijo el miembro de la Coalición Nacional, Armando Herrera.
En más de una ocasión Biden se ha pronunciado en contra de Ortega, a quien responsabiliza por la muerte de más de 300 personas desde el estallido social antigubernamental de 2018.
Por esta razón, la dirigente de la Unidad Nacional Azul y Blanco, Alexa Zamora, dijo confiar en que la Administración Biden «va a ser un aliado para el pueblo de Nicaragua, que va a hacer eco de las demandas, que también corresponden con las demandas de democracia y respeto a los derechos humanos».
Por su parte, el Gobierno de Bolivia, cuya relación con EE.UU. ha estado en los últimos tiempos marcada por discrepancias hasta la ruptura de relaciones a nivel de embajadores, deseó que de ahora en adelante haya una cercanía «saludable y sostenible», en donde exista «el mutuo respeto y la complementariedad».
La relación entre ambos países ha sido tensa desde la expulsión en 2008 del entonces embajador estadounidense Philip Goldberg, a quien el Gobierno del expresidente Evo Morales acusó de una supuesta conspiración, algo que Washington siempre negó.
Tras ese incidente mantuvieron relaciones únicamente a nivel de encargados de negocios hasta que en 2019 se designó a Walter Óscar Serrate como embajador de Bolivia en Estados Unidos.
MÁS UNIÓN PARA FAVORECER LA ECONOMÍA
América Latina abraza asimismo la esperanza de que con Biden la economía regional, fuertemente golpeada por la pandemia del coronavirus, tenga finalmente un respiro o, al menos, cierto apoyo desde Washington.
De este modo, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, un férreo defensor de las políticas del saliente Donald Trump, a quien apoyó en su tesis de que hubo «fraude» en las elecciones en las que se impuso Biden, apostó por la «prosperidad» de ambos países y por la defensa de la Amazonía.
Igualmente, Argentina consideró urgente que Biden «respete a los organismos multilaterales» y que en su Gobierno «no se apueste a la desunión de nuestras naciones como en la etapa anterior» de Donald Trump.
Además de ser el tercer socio comercial de Argentina, detrás de Brasil y China, Estados Unidos es uno de los principales inversores extranjeros en el país y es el que mayor peso tiene en el directorio del Fondo Monetario Internacional (FMI), organismo con el que la nación suramericana negocia un acuerdo de refinanciación de deudas por unos 44.000 millones de dólares.
A su vez, el presidente de Chile, el conservador Sebastián Piñera, indicó que Biden deberá «sanar el alma» de Estados Unidos y «fortalecer la amistad cívica», mientras que el mandatario de transición de Perú, Francisco Sagasti, se declaró optimista frente a «un futuro de mayor cooperación, inversión y comercio».
También, el presidente panameño, Laurentino Cortizo, vaticinó una era fértil para «la democracia y las relaciones productivas con América Latina»
Finalmente, Costa Rica resumió el clamor general de América Latina al pedir al nuevo jefe del Gobierno de Estados Unidos la «construcción de soluciones globales urgentes para un futuro próspero e inclusivo», en las que se promueva el diálogo político, el impulso de las acciones de cooperación y las inversiones.
EFE