Por Alejandro Prieto
Fuera de la zona roja de riesgo según la escala de Harvard por primera vez tras la «ola» de la covid-19 que azotó al país en diciembre, Uruguay busca mantener baja la movilidad para evitar un aumento de casos una vez culminadas las vacaciones por carnaval este febrero.
«Todos los indicadores que tenemos marcan una caída en los casos», informaba esta semana el Grupo Uruguayo Interdisciplinario de Análisis de Datos de Covid-19 (GUIAD), integrado por 43 expertos de diversas áreas de ciencia y tecnología.
Si bien esta afirmación parece indicar que el país suramericano, que a diferencia de la mayoría de los países latinoamericanos tuvo su primera ola de contagios a fines de 2020, experimenta un «alivio», esta realidad está lejos de concretarse.
NO BAJAR LOS BRAZOS
Como afirma en diálogo con Efe María Inés Fariello, matemática del GUIAD e integrante del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) que asesora a la Presidencia uruguaya, es justamente ante un descenso del número de casos cuando la población tiende a «aflojar» y desencadenar una nueva subida.
La matemática dice así que, si bien el país dejó atrás el nivel de mayor riesgo, «el estar en bajada» genera una falso estado de seguridad cuando, detalla, en números Uruguay está «aproximadamente como a mediados de diciembre», uno de los momentos de mayor preocupación.
«Creo que salimos de zona roja, pero no es una situación real de alivio. Al revés, es un momento peligroso en el sentido de que la gente puede interpretar que estamos aliviados y aflojar y eso puede llevar a una crecida relativamente rápido», remarca.
Fariello puntualiza además que la caída de nuevos contagios diarios, que se situaron hasta este 12 de febrero en 479 frente al pico de 1250 del 10 de enero, estuvo, directamente ligada a la masiva salida de vacaciones que redujo la movilidad en la capital del país.
SALIR DEL ROJO
Al superar por primera vez el umbral de los mil casos diarios Uruguay comenzó a transitar por su peor momento de la pandemia desde el inicio de la emergencia sanitaria en el país el pasado 13 de marzo.
Con un mapa coloreado según el modelo de Harvard que registraba por primera vez una media acumulada de más de 25 casos nuevos cada 100.000 habitantes en tres de sus departamentos, Montevideo, Rocha y Rivera, el 15 de enero el país entró a la zona roja.
Fue entre ese día y los siguientes dos que se registró un pico en cantidad de casos activos, con 8.235.
El departamento que primero alcanzó el estado rojo, es decir un número mayor a 25 en el indicador P7, que mide el promedio de casos nuevos de los últimos siete días cada 100.000 habitantes, fue Montevideo el 22 de diciembre, seguido a pocos días por Rivera y en enero por Rocha y Tacuarembó.
A lo que el Gobierno uruguayo anunció el 6 de enero que mantendría sus fronteras cerradas ese mes, pero flexibilizó medidas previas para asistir al sector turístico, varios científicos manifestaron su desacuerdo con el rumbo del Ejecutivo de Luis Lacalle Pou.
Ya hacia fines de enero, y frente a una situación crítica por la proyección de que las UCI podrían comenzar a saturarse en febrero, el número de casos empezó a disminuir y los departamentos en rojo pasaron de forma escalonada al nivel de alerta naranja.
Hasta el pasado 11 de febrero, 11 de los 19 departamentos están en nivel naranja, incluidos Montevideo con un P7 de 19,45 y Rivera con 18,03; siete en amarillo (con P7 menor a 10) y solo uno, Río Negro (suroeste), en verde, con 0,74.
LAS VACACIONES Y LOS VECINOS
Si bien no hay una explicación inequívoca, para Fariello el descenso del P7 en Montevideo se puede atribuir principalmente a la baja movilidad en el departamento.
Aunque la Intendencia de Montevideo (IM) tomó una serie de medidas para reducir la movilidad, como no habilitar la reapertura de museos y espectáculos y suspender los festejos de carnaval, es habitual que las calles de la capital se vean casi vacías en verano porque muchos pasan sus vacaciones en los balnearios de la costa este del país.
Esto, según Fariello, fue clave para la caída de casos allí, mientras que en Rivera, departamento fronterizo con Brasil, estima que puede haber influido que las regiones colindantes del estado de Rio Grande do Sul hayan pasado del riesgo nivel negro (altísimo) al naranja (medio), ya que los riverenses llevan una vida binacional.
El caso de Tacuarembó, acota la experta, es diferente ya que su población es menor, por ende el P7 varía allí «mucho más rápido», y asimismo puede que los brotes en ese departamento tuvieran un nexo con los de Rivera o Montevideo, ya que los locales a menudo viajan a esos puntos del país.
ALERTA ENCENDIDA
Parte del peligro a futuro está, según la científica, en que tras los feriados de carnaval, 15 y 16 de febrero, con el retorno de muchos desde las casas de playa o cabañas a su lugar de residencia, la positividad vuelva a subir.
A su vez, alerta Fariello, el R0, indicador que estima la velocidad con que una enfermedad puede propagarse, está en 0,9 y va en aumento. Es decir, se agravaría el estado actual en que cada grupo de 10 infectados nuevos infecta a otros 9.
En cuanto al hecho de que el número de tests no subió demasiado, Fariello estima que el descenso de la positividad en Uruguay se explica porque hay menos casos.
«Ahora con el uso de tests de antígenos puede ser que el total de test vaya subiendo un poco. Lo ideal sería que la positividad baje porque están subiendo los test, no sólo porque estén bajando los casos, que de todas maneras es buena cosa (…) Es un momento de vamo’arriba, estamos camino a lograrlo, pero no tenemos que aflojar», concluye.
EFE
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