Por Alejandro Prieto
Iniciar el mandato casi a la par de la llegada de la covid-19 fue la gran prueba para el Gobierno de coalición liderado por Luis Lacalle Pou, que en su frenético primer año mantuvo una popularidad de «luna de miel» si bien afronta duras críticas por sus recortes presupuestarios.
«Sin duda el protagonista del año fue el tema del covid», dice, consultada por Efe sobre su balance del primer año de Gobierno liderado por Lacalle Pou, la politóloga Florencia Alonso, quien enfatiza que la pandemia marcó a fuego la agenda de 2020.
Este lunes 1 de marzo se cumple un año de aquella asunción para el mandato 2020-2025. Apenas 12 días después, el Ejecutivo decretó la emergencia sanitaria por la llegada al país de los primeros cuatro contagios del virus que sacudió el mundo.
COVID EN LA LUNA DE MIEL
El período que se conoce popularmente como «luna de miel» por la alta aprobación que alcanza en sus primeros meses un nuevo gobierno tuvo en Uruguay la particularidad de que la covid-19 acaparara las primeras grandes decisiones del nuevo Ejecutivo tras 15 años de mandato del ahora opositor Frente Amplio.
En medio de este fenómeno, detalla Alonso y coincide el politólogo Adolfo Garcé, el Gobierno -conformado por los tradicionales Partido Nacional y Colorado, el Independiente , Cabildo Abierto y el Partido de la Gente- logró sus metas legislativas sin perder el foco en la crisis.
Para Garcé, el Gobierno logró «combinar razonablemente bien» la concreción de sus metas al impulsar tempranamente la Ley de Urgente Consideración (LUC), un proyecto de unos 500 artículos con cambios en políticas de seguridad, educación y finanzas, entre otras áreas, que, según Alonso, era «el corazón» de su programa electoral.
Pese a que el FA fue crítico con no adaptar el proyecto a la nueva realidad marcada por la pandemia y rechazó parte de ella, la ley se aprobó en julio, cuando, a su vez, Uruguay ya era reconocido por su buen manejo de la pandemia, ya que tuvo su primera ola a finales de 2020.
EN TORNO A LA BANDERA
En coincidencia con ello se expresa el senador y director del PN Jorge Gandini, quien destaca que en su primer año la coalición logró sobrellevar una gestión «muy exitosa».
Si bien asegura tener «sentimientos encontrados» porque la pandemia hizo que algunas propuestas quedaran «en la lista de espera», el senador oficialista argumenta que el Gobierno «se manejó muy bien con la emergencia sanitaria» pese a haber elegido un camino «difícil» sin confinamiento obligatorio.
«El presidente dio la cara, se hizo cargo de la decisión y del fracaso si se daba y recorrimos un camino excepcional para el mundo», puntualiza Gandini, para quien el Ejecutivo evitó perder «el faro de la libertad».
La politóloga Victoria Gadea, por su parte, asegura que la situación que generó la crisis explica también la alta aprobación de la gestión, ya que se trata de un fenómeno conocido en ciencia política como «rally round the flag» (unirse en torno a la bandera).
«(Este efecto) refiere a cómo la opinión pública ante momentos de guerra o fuertes crisis prioriza el sentimiento nacionalista por encima de sus preferencias ideológicas o partidarias; entonces eso hace que los presidentes vivan un período en el cual tienen un porcentaje mucho mayor incluso a los votos recibidos de apoyo a su gestión», detalla.
De todas formas, matiza, si bien por lo general al culminar la crisis la aprobación cae un 10 %, incluso con esa bajada la de Lacalle Pou -en torno al 60 %- seguiría siendo alta y esto puede ir de la mano con que la propuesta electoral que triunfó fuera «de cambio», mejor vista en general por la opinión pública.
LOS RECORTES Y EL PERSONALISMO
Uno de los principios centrales del Gobierno fue la austeridad en el gasto público; por ello se definieron múltiples recortes en la ley de Presupuesto aprobada en 2020 que, desde la oposición, es vista con preocupación por ir contra la tendencia global en tiempos de pandemia.
Aunque reconoce que hubo un buen manejo de la crisis en lo sanitario, para el diputado y vicepresidente del FA, José Carlos Mahía, el Gobierno desatendió su impacto socioeconómico en parte de la población por mantener su afán de ahorro.
«No hubo una actitud que intentara proteger a los más vulnerables ni trabajar para que hubiera un menor impacto en el sector productivo del país», subraya, y añade que la matriz ideológica del gobierno «lo condicionó» en ese sentido.
Gadea considera así que «desatender la desigualdad social» fue uno de los desaciertos del Ejecutivo, así como el personalismo de Lacalle Pou.
«La gestión de Luis Lacalle Pou es diferente a la segunda de Tabaré Vázquez sin lugar a dudas porque es un presidente que está presente 24/7 (…), (José) Mujica tenía mucha exposición pública pero no necesariamente todas las decisiones estaban concentradas en él (…) o sea que sí es un presidente muy distinto», recalca.
ATADA CON ALAMBRE
Uno de los principales desafíos a futuro para la coalición es, según Garcé, que la alianza entre los partidos se sostenga, algo que para Gadea por el momento ha sucedido pese a los «ruidos» que hubo con episodios como la renuncia en julio del excanciller Ernesto Talvi por discrepancias con Lacalle Pou.
Alonso sostiene que, si bien eso «puede abrir una crisis de representación» en el PC, Talvi era «la voz más crítica» a la interna y la coalición quedó «en calma» tras su salida.
Mientras Mahía apunta que el acuerdo está «atado con alambre» y solo se sostiene en rechazo al FA, Gandini reivindica que las discrepancias internas son parte de la política.
«Creo que los matices y las diferencias son importantes, agrandan ese bloque electoral que va a seguir existiendo en la próxima elección», subraya.
EFE
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