Por Federico Anfitti
Las calles de Uruguay se olvidaron por un rato de la covid-19 y se vieron invadidas por miles de mujeres que, con pancartas, cantos, tambores y mucho color violeta, reivindicaron la lucha feminista de equidad y contra la violencia patriarcal.
La tarde montevideana reunió en diferentes puntos de la capital a varios colectivos feministas que, de una forma u otra, quisieron decir presente y dejar su huella en esta jornada.
Este 8M de Uruguay no fue un día más, al hecho de que las manifestaciones no pudieron tener la tradicional marcha que aglomera a cientos de miles por la avenida 18 de julio, también se le sumó la triste noticia de que, a horas de comenzar el Día Internacional de la Mujer, una mujer de 42 años fue asesinada por su pareja -quien luego se quitó la vida-.
Este se trató del cuarto feminicidio en lo que va de 2021 -algunas organizaciones feministas sostienen que fue el séptimo- y por ello el día tuvo un reclamo aún más potente del que ya se preveía.
«Hoy es un día de mucho dolor, por las compañeras muertas. Hoy no es un día de celebración, no es un día de esparcimiento, es un día de reivindicación, de lucha, de aire, de libertad de expresión», cuenta a Efe Hekaterina Delgado, integrante de la Coordinadora de Feminismos de Uruguay.
Si bien debido a la pandemia ellas no hicieron un pedido a las mujeres a que participen de la jornada, lo cierto es que miles se unieron a la movilización.
Esta vez, la organización fue diferente. Ya no hubo cientos de miles caminando al unísono por 18 de Julio desde la Plaza Independencia hasta la Facultad de Derecho, sino que se dividieron en tres plazas para marchar desde distintos puntos hacia la Plaza Libertad, donde se ubica el kilómetro cero de Uruguay.
Los diferentes colectivos, que contaban con carteles pidiendo por igualdad, por poder caminar solas por la calle, porque las dejen de matar y porque los femicidas fueran presos, se dividieron para congregarse en un punto céntrico y gritar juntas a viva voz contra el patriarcado.
Los tambores al son de candombe y una percusión del bloque antirracista hicieron vibrar las calles y acompañaron los pasos de las mujeres que, cuando llegaron al punto de encuentro, se sentaron y aguardaron en silencio mientras se leían proclamas.
«Apelamos a un cambio cultural, no simplemente a leyes que sean negociadas, planteadas desde el movimiento social, al poder legislativo, pero que realmente se traduzcan en políticas públicas», sostiene Delgado.
Asimismo, la activista muestra su disconformidad con la central sindical de trabajadores, el PIT-CNT, quien rechazó el pedido de la InterSocial Feminista de llamar a una huelga de mujeres para el 8 de marzo.
«No están representando ni respetando el derecho a huelga de las mujeres», enfatiza y asegura que ello también se debe a que el patriarcado atraviesa a todas las clases sociales, en donde se incluye a los obreros.
EL FEMINISMO A LOS BARRIOS
Más allá de lo que ocurrió en 18 de julio, donde miles efectuaron una masiva protesta contra el machismo y la opresión, la lucha feminista también se trasladó a los barrios tanto de Montevideo como del resto del país.
En un momento en el que cuidarse es clave, donde muchas mujeres no iban a querer o no podrían ir a 18 de julio como años anteriores, los colectivos llevaron a fondo su creatividad para que este 8 de marzo no pasara desapercibido.
De esta forma, las mujeres recorrieron calles, dieron charlas barriales, tocaron puertas de vecinas, colgaron telas en puertas o ventanas y compartieron un día en el que la reivindicación y la reflexión formaron parte clave de la jornada.
Al respecto, la coordinadora de Cotidiano Mujer, Lilián Celiberti, narra a Efe que desde su organización impulsaron la descentralización en este día y destaca la labor de los diferentes colectivos que llevaron a cabo actividades por todo el país.
En el caso de Cotidiano Mujer, estuvieron en la Plaza de las Pioneras para homenajear a todas las que han formado parte de las ollas populares, lugares de comida gratis y solidaria formados ante la crisis social y económica que vive Uruguay tras la emergencia sanitaria.
Asimismo, compartieron sitio con la murga de mujeres Perlita Cucú, quienes lanzaron hace pocos días la canción «Nuestra vida es revolución» en la que piden por una vida digna, por cambiar la cultura patriarcal.
«Ya no hay nada que te detenga, tu deseo es revolución. Feministas para la calle somos pulso, fuerza y canción. Si paramos se para el mundo, nuestra vida es revolución», enfatiza la canción.
Pese a la bronca por los feminicidios que no cesan y a la violencia cotidiana que viven las mujeres, Celiberti asegura que los colectivos mantienen su energía y ganas de seguir en la lucha.
«Es un momento simbólico para expresar el hartazgo, la rabia, pero también la potencia de un movimiento que crece día a día», concluye.
EFE
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