Por Concepción M. Moreno
Es domingo por la tarde, pero también puede ser un miércoles de noche. El constante viento que sopla en Montevideo traslada a cualquier rincón de la capital uruguaya el sonido de tambores; retumban el chico, el piano y el repique, y la gente agolpada alrededor empieza a bailar al ritmo del candombe.
Es cultura afrouruguaya, la que llegó al país por herencia de los esclavos y que, desde 2009, es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco, además de atractivo turístico especialmente en la capital uruguaya, cuyos barrios Sur y Palermo concentran buena parte de población negra y, por tanto, de esa tradición.
En febrero de 2020 la covid-19 aún no se había declarado en Uruguay y las comparsas pudieron protagonizar, como cada año, el Desfile de Llamadas, uno de los momentos más impactantes y esperados del Carnaval uruguayo.
En él, la calle Isla de Flores se llena de color y sonido, con las manos ensangrentadas de los músicos tocando los tambores mientras las bailarinas bailan ante y con el público durante varios kilómetros.
Sin embargo, el aumento de casos en Uruguay a comienzos de 2021 hizo que la Intendencia (gobierno local) de Montevideo decidiera, de común acuerdo con los representantes de las asociaciones vinculadas al Carnaval, la suspensión de actividades, tanto de las murgas como de las comparsas de tambores.
Este martes 23 de marzo son los propios candomberos quienes llaman al silencio.
LOS CANDOMBEROS LLAMAN AL SILENCIO
Después de que este lunes Uruguay alcanzase las peores cifras desde que el 13 de marzo de 2020 se declarase la emergencia sanitaria, un comunicado de la directiva de la Asociación Uruguaya de Candombes (AUDECA) pide «evitar la aglomeraciones que provocan las salidas de tambores en los barrios y disminuir la movilidad no indispensable».
Además de recordar que ya el año pasado se suspendieron «todas las actividades oficiales, llamadas barriales y ensayos de las comparsas asociadas», la AUDECA pide «una vez más no convocar la salida de tambores en los barrios».
Con este comunicado emitido hoy, la asociación pone el foco en los grupos que siguen reuniéndose durante la semana y en los que, pese a que los músicos llevan mascarilla durante el toque, los grupos de personas que se reúnen alrededor no mantienen la distancia adecuada.
Esto ha hecho que sean señalados desde distintos sectores como posible origen de contagios.
«Necesitamos de forma responsable cuidarnos entre todos y todas para que cuando esta situación pase continuemos juntos por un buen candombe», continúa el texto, que se completa con la frase: «Si te gusta el candombe, cuídalo y cuídate», junto a las etiquetas #quedateentucasacandombeando y #NOCONVOQUESATOCAR.
RESTRINGIDO EL DERECHO A REUNIÓN
Desde diciembre pasado, rige en Uruguay una ley que restringe el derecho de reunión -regido por el artículo 38 de la Constitución-, por la que se prohíben las aglomeraciones, definidas como «concentración, permanencia o circulación de personas en espacios públicos o privados de uso público en las que no se respeten las medidas de distanciamiento social sanitario, ni se utilicen los elementos de protección personal adecuados», pero no acota el número de personas considerado como tales.
Además, en enero pasado, el mundo del candombe sufrió la pérdida de uno de sus referentes, Waldemar ‘Cachila’ Silva, quien falleció a causa de complicaciones en su estado de salud por la covid-19.
A sus 73 años, era el creador y alma de la comparsa C1080, una de las más importantes del candombe, e hilo conductor de una familia dedicada a mantener esa expresión cultural integrada en el carnaval montevideano.
Su nombre se encuentra entre los de las 811 víctimas mortales de la covid-19 en Uruguay, que ya registra 84.212 casos acumulados de la enfermedad, de los que 14.418 son activos.
A falta de bajar el número de contagios y de que el Gobierno del país suramericano anuncie medidas tras su Consejo de Ministros, los tambores de Uruguay llaman al silencio.
EFE