La pandemia del covid-19 ha trastocado la economía a nivel mundial y el transporte por vía marítima no ha podido eludir sus consecuencias. Aunque el Gobierno anunció en febrero mejorar la conexión entre Carmelo y Tigre (Argentina), el desarrollo de estas acciones dependerán de la evolución de la pandemia.
En su época de oro el Atracadero de Carmelo en Semana de Turismo o Santa recibía unas 200 embarcaciones. Desde 2015 esa cifra cayó, principalmente por problemas en la economía del país hermano y la diferencia cambiaria.
En 2015 fue el principio de la caída, considerada la peor temporada, solo 70 embarcaciones llegaron a Carmelo. Luego la misma fue creciendo en 2016 con 117 yates, un año después en 2017 cae a 110 y en 2018 se estabiliza la cifra en 112.
El año previo a la pandemia la llegada de yates pegó un pequeño salto, creciendo a 120 embarcaciones.
El 95% de los yates en turismo llegaban los jueves y estaba previsto que la mayoría se iba el último domingo de turismo.
En otros años más de 200 embarcaciones se contabilizaban en Carmelo, medios nacionales realizaban reportes en uno de los destinos clásicos del turismo internacional en esta semana.
Sin embargo, desde hace siete años el espacio comenzó a mostrar lugares vacíos, tal vez porque las embarcaciones son más grandes, pero la situación económica en la Argentina influyó.
Con la pandemia, tanto el año pasado, como este año, el panorama es de ausencia total de embarcaciones.
En un contexto de pandemia de Covid-19 que obliga a tomar todos los recaudos necesarios, la actividad náutica volverá seguramente cuando en ambos países se pueda controlar aspectos sanitarios básicos. Todo indica que la «normalidad» demorará un tiempo y que muchas cosas cambiarán fundamentalmente en el ingreso y egreso de turistas en una dinámica de países.
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