Fiorella Betancor, de 16 años, tiene claras sus convicciones, sabe que la voz de la mujer muchas veces es menospreciada e ignorada, pero ella la defiende ante quien sea. Junto a Elisa Rocha (36) y una colectiva feminista, ha logrado que las mujeres de la frontera se hagan oír.
En esa línea invisible entre la ciudad de Rivera y la brasileña Santana do Livramento, donde los ciudadanos de una y otra llevan a diario una vida binacional, Betancor y Rocha integran «Mormazo Feminista», una radio hecha por y para mujeres.
El hecho de vivir «en una comunidad unida» como la frontera seca hace que las problemáticas también sean espejo y que la violencia de género y el intento por silenciarla se dé en ambos países.
Según cuentan ambas a Efe, la Colectiva Feminista de la Frontera llevaba tiempo con la idea de tener un espacio en el que las mujeres pudieran alzar su voz y donde ellas decidieran los contenidos. El sueño se concretó gracias a la organización civil latinoamericana Fondo Mujeres del Sur.
LA VOZ DE TODAS
Como gran parte de las iniciativas que comenzaron en 2020, esta también debió ser reformulada por la covid-19 que, además, en Rivera pegó con especial virulencia, precisamente por la permeabilidad de la frontera.
Los recorridos por barrios, talleres con mujeres o entrevistas colectivas planificadas se dejaron de lado y debieron tomar otro rumbo para, en septiembre, comenzar a emitir.
«Fue complicada la puesta en marcha, nos costó más de lo que pensábamos. También la parte técnica, nos costó usar los aparatos, tuvimos que recibir unos talleres», recuerda Rocha.
Tras meses de programas semanales, donde se abordó con perspectiva de género asuntos variados, como las mujeres en música, la diversidad sexual, el cáncer de mama, la mujer rural o la agroecología, en diciembre terminaron las transmisiones y hoy buscan volver con un nuevo formato más amplio.
Aunque en un inicio solo contaron con una mujer brasileña y el resto -unas 15- todas de Rivera, la idea es que cada vez más radio y colectiva se transformen en un espacio binacional, como el lugar donde viven.
«Estamos pensando en reestructurar eso. Queremos tener más programas pero para eso también tenemos que invitar a más personas, a otras organizaciones para que puedan armar sus programas», enfatiza.
VIOLENCIA PATRIARCAL SIN FRONTERAS
Lamentablemente, la forma de vida binacional no escapa a la violencia de género. De hecho, tanto Rocha como Betancor coinciden en que esta zona del país es particularmente conservadora y se ven discursos fuertemente promovidos por iglesias locales (muchas evangélicas), que van en contra de los derechos de las mujeres.
Desde su posición, están «en contacto permanente» con mujeres para intentar ayudarlas a denunciar, para escucharlas e incluso tienen un proyecto, Las Lilas, para acompañar e informar a mujeres que quieren abortar.
«Lo importante es la confianza que tienen que tener para venir, hablarnos, decirnos lo que está pasando. Es una ciudad chica y siempre una conoce a una amiga de la colectiva», explica Betancor.
Ella, pese a su juventud, sabe las dificultades por las que atraviesan las mujeres y tiene claro la importancia de hacer oír su voz ante quien sea, compañero de clase, familiar, adulto o vecino de cualquier índole.
«Desde estudiante se ven las opresiones, la cantidad de profesores que son abusadores, tenemos el ejemplo de Martín Brazeiro, profesor abusador y acosador. Se ve en todos los espacios, desde muy chica pude ver cómo afligía todo esto en mi familia y todos lados. Las mujeres son más invisibilizadas, se escucha menos sus sentimientos, no se les da la atención», subraya la joven.
Gracias a la colectiva y a la radio, ella y tantas otras tienen un espacio donde pueden hablar, expresar lo que sienten o ayudarse unas a las otras.
«Está muy bueno ser libre y poder expresar tus disconformidades con la sociedad, con lo que sentís. Me siento libre en ese espacio y quiero que las mujeres también se sientan así», concluye.
Aunque los micrófonos aguardan en silencio el retorno del «Mormazo Feminista», la colectiva sabe que regresará más fuerte que antes porque cada vez es más imperiosa la necesidad de que las mujeres de cualquier edad y condición -incluida la de vivir en la frontera- se hagan oír.
EFE