Por Alejandro Prieto
Desbordado por el aumento de nuevos casos, la limitada capacidad de los CTI y el número de fallecidos por covid-19, que aumenta día a día colocándolo en las portadas del mundo como uno de los peores por millón de habitantes, Uruguay no ve la salida al final del túnel.
De aquella receta mágica («rápido, obediente y bien ventilado») que los expertos apuntaban a Efe en mayo de 2020 como exitosa en el país para ser modelo mundial en la lucha contra la covid-19, solo permanece el viento que siempre azota a Uruguay.
Las cifras hablan por sí solas y son leguas las que separan el máximo de 14 contagios en ese momento con los 4.586 de este miércoles o el pico de 4.604 del viernes 21.
CAÍDA ESTREPITOSA
Uruguay vive hoy su peor pesadilla: por millón de habitantes se sitúa como el país con los peores índices del mundo; tiene un promedio bisemanal de 13.913,87 contagios y 220,22 muertes, según el sitio Our World in Data.
El país que se mantuvo fuera de peligro durante nueve meses, desde que declaró la emergencia sanitaria el 13 de marzo de 2020, comenzó a atravesar su primera ola a inicios de 2021 y sigue sin superarla.
El último informe diario de la Sociedad Uruguaya de Medicina Intensiva (SUMI) reporta que hasta este miércoles el 76,5 % de las camas de los Centros de Tratamiento Intensivo (CTI) están ocupadas, un 53,2 % por casos de la covid-19.
En total, han fallecido por la enfermedad 4.022 personas, de las que más de un 70 % murieron entre abril y lo que va de mayo, y 276.435 la han cursado. De ellas, 36.121 personas son hoy récord de casos activos.
En cuanto al índice de Harvard, sus 19 departamentos permanecen en rojo por registrar más de 25 casos nuevos por cada 100.000 habitantes y en promedio el país registra un pico con un P7 (semanal) de 110,46.
CHOQUE DE REALIDADES
Pese a esto, el Ejecutivo de Luis Lacalle Pou mantiene firme su postura y enarbola la bandera de la «libertad responsable», que apela a que la ciudadanía tome conciencia y evite los contagios, frente a lo que el mandatario denominó un «Estado policíaco», que supondría un confinamiento o cuarentena obligatoria.
Esta postura chocó con la de los científicos y el coordinador del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) que aconseja al Ejecutivo, Rafael Radi, que llamó a «blindar» abril con una suspensión temporal de actividades equivalente a la de marzo de 2020, cuando la mayoría de la población se mantuvo voluntariamente en casa.
El Gobierno no siguió esa línea sino que, en la medida en que aumentaron los vacunados, retomó actividades.
Actualmente y, pese a brotes en colegios, hay un regreso gradual de las clases presenciales; los gimnasios y clubes deportivos y las tiendas libres de impuestos (‘free shops’) reabrieron tras casi dos meses de cierre; y los bares y restaurantes tienen horario restringido hasta la medianoche, pero siguen funcionando, como los centros comerciales.
Sin embargo, el mundo de la cultura (conciertos, teatros, museos) sigue suspendido.
Las fronteras siguen cerradas a extranjeros no residentes, salvo casos excepcionales, si bien el Ejecutivo pretende ir hacia una relativa apertura. Por ahora, dejó de exigir cuarentena obligatoria a uruguayos o residentes que ingresen al país con dos dosis de vacuna o un test PCR negativo y aspira en breve a un ‘pasaporte sanitario’.
NO HAY REBAÑO
A las 11.28 (14.28 GMT) de este jueves, 1.692.214 uruguayos han sido inoculados con la primera dosis de Sinovac, AstraZeneca y Pfizer, y 991.360 con la segunda de Pfizer o Sinovac.
Si bien esto supone que el 48,35 % de la población tiene la primera dosis y un 28,29 % la segunda, en palabras del coordinador del GACH al semanario Búsqueda, el efecto de la vacunación «está siendo lento» y la situación puede empeorar más aún.
«Cualquier perturbación adicional, ya sea por aumento de interacciones o por el ingreso de variantes más contagiosas, puede llevar a escenarios más complejos y más duros», asegura el científico, quien agrega que resultará «difícil» alcanzar la inmunidad de rebaño, ya que la vacuna de Sinovac -mayoritaria en la población- tiene una efectividad del entorno del 55 %.
Además, el Sindicato Médico del Uruguay (SMU) publicó una resolución en la que insta al Gobierno a «introducir un cambio en la estrategia» del combate a la pandemia con un cierre temporal de actividades no esenciales.
Casos ocurridos en la última semana, como las multitudinarias honras fúnebres por el fallecimiento del ministro del Interior, Jorge Larrañaga, o una sesión de 16 horas en el Parlamento no parecen haber servido de ejemplo «responsable» en medio del túnel.
EFE