Europa se ha comprometido a reforzar las capacidades sanitarias para tratar la salud mental, un problema que se ha evidenciado especialmente con la pandemia de la covid y que debe salir del ostracismo.
En una reunión organizada en Atenas por el Gobierno griego y la sección europea de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ministros de Sanidad de países europeos y expertos en la materia abordaron las consecuencias que está teniendo la covid sobre la salud mental, un problema ya grave antes de la pandemia.
En la denominada Declaración de Atenas, los 53 países europeos que forman parte de la OMS se comprometen a reforzar los programas de asistencia en este ámbito a todos los niveles.
«La pandemia ha sacudido al mundo. Más de 4 millones de vidas perdidas, gente arruinada, familias y comunidades obligadas a separarse, negocios quebrados y personas privadas de oportunidades. Estas consecuencias de la pandemia se han cobrado un precio enorme en la salud mental y el bienestar de las personas», señaló el director de la OMS en Europa, Hans Kluge.
La crisis del covid brinda ahora a los países la posibilidad de repensar y reformar sus servicios de salud mental, recalcó Kluge, para quien la salud mental y el bienestar deben considerarse derechos humanos fundamentales.
El primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, sostuvo que los Gobiernos tienen la obligación de actuar con rapidez y «arrojar luz sobre el mundo, a menudo oscuro, de la salud mental», para lo que es necesario garantizar un sistema de salud moderno, en el que no haya ningún hospital ni centro de atención primaria sin profesionales de la salud mental.
IMPACTO MENTAL DE LA COVID EN GRUPOS DE RIESGO
En la conferencia quedó claro que, si bien todavía no hay un análisis preciso sobre el impacto directo que ha tenido la pandemia sobre la salud mental de las personas en su totalidad, sí que ha sido grave en aquellas que ya padecían algún tipo de trastorno mental previo o en grupos de riesgo, como los migrantes, los menores o las personas mayores en residencias.
Según señaló Pim Cuijpers, copresidente del grupo de asesores creado por la división europea de la OMS para analizar los impactos de la covid en la salud mental, ya antes de la pandemia había un 16 % de personas con desórdenes mentales, como ansiedad o depresión, lo que anualmente genera un enorme costo económico a los países, fundamentalmente por pérdidas en la producción.
«No hemos sido capaces de tratar este problema», lamentó Cuijpers quien alertó del peligro de que la situación aún se vea agravada con las consecuencias del encierro y el aislamiento durante la pandemia, al menos en las personas en riesgo.
Entre las recomendaciones elaboradas por la OMS Europa está la de fomentar programas para que las personas puedan mejorar su resistencia al estrés y a la soledad; brindar apoyo ocupacional y financiero a quienes no puedan trabajar; promover iniciativas de apoyo psicológico en el lugar de trabajo y abordar los determinantes sociales de la salud mental, como la pobreza y el desempleo.
La ministra de Sanidad española, Carolina Darias, afirmó que una de las principales consecuencias de la covid ha sido el surgir de un miedo generalizado, ante el que el mejor remedio, dijo, es la vacuna.
Darias señaló que el Gobierno español aprendió pronto la lección de las consecuencias de esta pandemia, especialmente para los grupos mas vulnerables como las personas con problemas mentales, los jóvenes y niños y las mujeres, y por eso decidió reunir todos los recursos para responder a los retos con la nueva Estrategia de Salud Mental para los años 2021 a 2026.
TEORÍAS DE LA CONSPIRACIÓN
Una de las consecuencias abordadas durante el congreso que no está directamente relacionada con la salud mental, aunque sí con la inseguridad generada por la covid, es el estallido de las numerosas teorías conspirativas.
Una encuesta de la facultad de psiquiatría de la Universidad de Salónica en 40 países europeos, presentada en esta conferencia por el psiquiatra Kostas Funtulakis, arroja datos preocupantes: Un 65 % de las personas encuestadas creen que la pandemia es un arma de los Gobiernos para diezmar la población y un 60 % piensa que las autoridades inflan las cifras de muertes.
Lo peor, según la encuesta, es que una tercera parte de los trabajadores de la salud creen estas teorías.
EFE
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