La poeta Juana de Ibarbourou, nombrada «Juana de América» en una histórica ceremonia que reunió en el Palacio Legislativo de Montevideo a grandes figuras de las letras iberoamericanas, volvió a entrar al recinto con un retrato conmemorativo 92 años después de aquel homenaje.
Así lo destacó este martes en el aniversario del nombramiento, que tuvo lugar el 10 de agosto de 1929 en el Salón de los Pasos Perdidos de la sede del Parlamento uruguayo, la presidenta de la Asamblea General, Beatriz Argimón, quien expresó que De Ibarbourou (1892-1979) «sigue viva» en sus célebres obras.
«Vaya si la generación de Juana tuvo que ver en esa mirada en las letras que nos distingue en América Latina y en el mundo. Su obra ya se estudia en las universidades del mundo y, ojalá cada vez con mayor fuerza, reivindiquemos la literatura de Juana», resaltó la vicepresidenta uruguaya.
Argimón, que desveló junto al pintor Osvaldo Leite y la escritora Sylvia Puentes el retrato que el artista pintó para donar a la Biblioteca del Palacio Legislativo, puntualizó que es el segundo cuadro de una mujer ilustre exhibido en el histórico recinto, tras el de la política y jurista Adela Reta, y pidió reivindicar el valioso aporte de las mujeres a la cultura uruguaya.
Por su parte, Puentes, quien forjó una amistad con De Ibarbourou en su adolescencia, recordó, en las palabras de la autora de títulos como «Las lenguas de diamante», «Raíz Salvaje» o «Chico Carlo», la importancia del reconocimiento de 1929, donde la homenajearon, entre otros, el poeta mexicano Alberto Reyes y el peruano José Santos Chocano.
«Ella apenas dice unas palabras. Dice: ‘Este día me invita al compromiso de renovar mis fuerzas que se estaban aflojando y he de volver a la escritura», apuntó, y añadió que allí la poeta, que tuvo varios «contraluces» en su vida, comenzó a vivir una nueva etapa de creación.
Puentes, que elogió la forma en que el pintor retrató sus manos para el homenaje, dijo que siempre encontró en De Ibarbourou «gran serenidad y ternura» y que se ve hasta hoy cómo la gente aprecia su obra y su figura.
«El pueblo amó a Juana porque tuvo un lenguaje polisémico pero no oscuro, no abstracto. Dijo las cosas más lindas y más inauditas de la manera más sencilla», concluyó.
EFE