Por Elio García |
La semana de Turismo o Santa, debe ser el período de tiempo más extraño de la civilización humana.
Es que genera una movilización desde diversos sectores de la sociedad, en actividades, que nada tienen que ver entre sí, pero que compiten por transformarse en un clásico que acapara justamente esa semana.
Desde motivos tradicionalmente religiosos, pasando por cuestiones deportivas y concluyendo en las turísticas; la gente tiene una razón casi extrema para convertirse en 9 días en un consumidor, a tiempo completo, de algo que sucede vertiginosamente en ese corto lapso de tiempo, que es el regalo de no hacer nada.
Así, es común ver en todos lados a personas siguiendo por radio, la Vuelta Ciclista del Uruguay. Los ríos y arroyos del país entero se llenan de pescadores y si alguno tiene la idea de explorar cualquier territorio virgen de nuestra geografía, deberá tener mucha precaución por los cazadores que a pesar de la reglamentación vigente persiguen cuanto bicho se les presenta ante sus ojos.
En semana de turismo hay casi una sentencia social: hay que salir, no importa cómo ni donde, pero hay que hacerlo. Si es en carpa, en casa rodante, en un hotel o en el lugar más temido para quienes optan por quedarse: la casa de un amigo, no interesa. Lo crucial es irse.
Es común por estas horas y estos días recibir llamadas telefónicas “raras”, de gente que hace tiempo no sabes nada de su vida; viejos amigos, antiguos vecinos de otros lares, compañeros de estudio, que mágicamente se acuerdan de ti y te dicen: –Voy a pasar por Carmelo ¿vas a estar?-
Ese tipo de visitas viene con garrón incluido. Viejas modalidades para abaratar costos de alquiler o incluso comida. Además, cuando llegan, te obligan a convertirte en una especie de guía turístico.
Lo mejor -para estos casos- es tener una respuesta preparada, inventar algo, que no te tomen con las defensas bajas. Y es muy recomendable -si decides no salir- durante toda esa semana, que tu casa aparezca como que no hay gente. Los invito a cerrar los postigones y apagar el timbre.
En semana de turismo los noticieros muestran ciclistas, gauchos y procesiones religiosas. Mientras el Presidente de la República se va casi con seguridad a la Estancia Anchorena al Papa Francisco lo veremos en la tele trabajando a full, en la semana con más trabajo que representante alguno del universo pueda tener.
Hoteles y restaurantes con mucho trabajo, oficinas públicas y empresas privadas vacías. Carteles con el clásico “Cerrado en Turismo” y muchas embarcaciones argentinas cruzando a Carmelo debería ser lo correctamente esperable.
Son 9 días en donde algunos no comen carne, aparece el bacalao y los niños se ponen insoportables con los huevos de pascua. Y luego cuando todos los pingos fueron domados y el último ciclista llegó a Montevideo, al otro día, dicen esa cosa ya reiterada que ‘comienza el año’.