Por Luis Alejandro Amaya E.
La septuagésimo sexta sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que se llevará a cabo entre el 21 y el 27 de septiembre en Nueva York, será el escenario en el que Latinoamérica exponga claramente su complicada situación tras la pandemia, tanto en términos económicos como en el acceso a vacunas.
La acción del coronavirus y la reacción de los Gobiernos para contenerlo dejaron seriamente lesionadas a las economías de la región, que en su conjunto retrocedió un 6,8 % en 2020, pero que, según cálculos de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), se recuperará un 5,2 % para este año aunque no asegurará un crecimiento sostenido por el fuerte impacto social de la crisis.
La pobreza, la desigualdad, la poca inversión y la baja productividad siguen haciendo mella a una región que trata de recuperarse pero continúa con esos lastres en sus pies.
«Necesitamos políticas para una recuperación transformadora con énfasis en la inversión. Políticas industriales y tecnológicas para impulsar el crecimiento de sectores más intensivos en tecnología y generadores de empleos de calidad», señaló el pasado julio Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, durante la presentación del estudio «La paradoja de la recuperación en América Latina y el Caribe».
Unos problemas que ya existían pero que la pandemia hizo más visibles.
¿UN PLAN MARSHALL POSTCOVID PARA LATINOAMÉRICA?
El magno evento de la ONU, para el que la organización multilateral espera la presencia de 126 jefes de Estado y de Gobierno, tal vez sea el escenario propicio para tocar de nuevo el tema de un gran paquete de ayuda a la economía latinoamericana, una suerte del Plan Marshall implementado para la recuperación de Europa tras la Segunda Guerra Mundial.
El propio empuje de las economías más potentes de la región, como Brasil y México, no sería suficiente para dejar atrás los números rojos.
Brasil recién está superando una grave recesión que provocó una caída en su producto interno bruto (PIB) del 4,1 % en 2020 (el peor desplome en más de 25 años) y México apenas creció un 1,5 % en el segundo trimestre, un dato a todas luces insuficiente.
Ya en enero pasado, el tema de la ayuda extraordinaria para la región fue expuesto durante el debate ‘¿Cómo lograr que América Latina tenga su ‘Plan Marshall’ post covid-19?’, moderado por la directora de la Agencia Efe, Gabriela Cañas.
Durante este evento telemático, el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Mauricio Claver-Carone, expuso que se necesitan 150.000 millones de dólares solamente para cubrir los costos de salud asociados con la pandemia.
«Nos enfrentamos a dos caminos de dos realidades: la posibilidad de otra década perdida con mayor deterioro económico y social o de recuperación, reinversión y de oportunidad renovada», afirmó.
El propio BID lanzó en febrero de 2021 una iniciativa para que las grandes empresas multinacionales afincadas en la región y las multilatinas se sumen al esfuerzo de la reconstrucción económica.
«No existen recursos en los Estados de América Latina para dar respuesta eficaz a esta crisis (…). Ese plan Marshall implicaría la creación de un fondo global de cooperación y solidaridad que podríamos situar en el horizonte de los 2 trillones de dólares que podrían ser canalizados a través de los bancos de desarrollo de la región», dijo el expresidente dominicano Leonel Fernández en enero pasado durante el V Foro de Santo Domingo.
LA CARA REGIONAL ANTE LA ONU
El primer mandatario latinoamericano en pronunciarse en la Asamblea General (de hecho el primero de todos los jefes de Estado convocados) será el brasileño Jair Bolsonaro, el próximo martes.
«Viajo el domingo, hago el discurso de apertura el martes y luego regreso», dijo el mandatario el viernes pasado, sin referirse a la polémica que existe en Naciones Unidas sobre la vacunación contra la covid-19, que exige la Alcaldía de Nueva York y un proceso al que el mandatario no se ha sometido.
Bolsonaro, quien en alguna oportunidad aseguró que la covid-19 era una «gripita» y es reacio a la vacunación obligatoria, lidia en su país con más de 21 millones de casos y casi 600.000 muertes.
El colombiano Iván Duque será el segundo de la lista de oradores latinoamericanos en Nueva York, con un país cuya economía, según datos oficiales, dio un salto enorme con respecto a la debacle del año pasado causada por la pandemia y creció en el segundo trimestre de 2021 un 17,6 % con respecto al mismo periodo de 2020, cuando sufrió una contracción del -15,7 %.
Los números y la realidad social colombiana parecen no ir de la mano, ya que en ese mismo periodo se registró un grave estallido que puso al país en jaque y la imagen de Duque sigue en picada.
El chileno Sebastián Piñera, tercero de la región en intervenir aunque de manera remota, preside el país latinoamericano con mayor índice de vacunación anticovid (con el 87,64 % de la población objetivo con el esquema completo), pero el mercurio del termómetro social sigue elevado tras las revueltas de 2019, que desembocaron en un proceso de renovación constitucional.
Estaba previsto que el argentino Alberto Fernández fuera a la ONU y hablara el mismo martes, pero la tormenta política en su propia coalición de Gobierno tras las derrota en las primarias del 12 de septiembre y el distanciamiento con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner han obligado a que se quede en su país y haga su intervención mediante un video pregrabado.
Los que sí estarán en Nueva York y se dirigirán a la ONU ese día serán el peruano Pedro Castillo y el ecuatoriano Guillermo Lasso, en la primera comparecencia para ambos ante dicho foro.
Ya el miércoles será el turno para el uruguayo Luis Lacalle Pou y el dominicano Luis Abinader, cuyos países han tenido una destacada actuación en la lucha contra el coronavirus.
La ausencia del mexicano Andrés Manuel López Obrador será una de las más notables por la región, y, como suele pasar en este tipo de eventos, aún es una incógnita la presencia de otros jefes de Estado como el venezolano Nicolás Maduro.
Pero tal vez la clave para el Plan Marshall latinoamericano postcovid esté en el segundo orador del evento: Joe Biden. A él es a quien hay que pedirle los cheques en blanco.
EFE
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