Por Alejandro Prieto
La frase Ichi-go ichi-e (una vida, un encuentro) resuena en cada pausa del recorrido con el cual, en el centenario de sus lazos diplomáticos, Japón maravilla al norte de Uruguay mediante su tradicional ceremonia del té y el lúdico arte de su origami.
El relieve de cerros chatos donde corre algún ñandú acompaña el viaje de unos orientales que no son los «tan ilustrados como valientes» a los que aludía en una famosa frase el prócer de la Banda Oriental José Artigas: estos integran una gira de la embajada de Japón en Uruguay.
Motivada por una puesta a punto de los avances que generó la cooperación japonesa en el país, esta abarca localidades de los departamentos de Tacuarembó, Rivera, Artigas, Salto y Paysandú.
UN SAKURA EN FLOR
Ubicados «en las antípodas del globo» uno del otro, como resalta la consejera de la embajada de Japón en Uruguay, Tomoko Kubota, durante la gira, ambos países son cercanos desde que forjaron vínculos diplomáticos en 1921.
En la víspera del 24 de septiembre, que marca los 100 años de relaciones y la reciente llegada de la primavera al hemisferio sur, Japón celebra con el país suramericano una amistad que florece como sus célebres cerezos.
Es además con la plantación de estos árboles, conocidos como «sakura» y admirados cada año en las islas niponas, que queda en cada localidad norteña un recuerdo de Japón.
LA ESCUELA DEL TÉ
El origen del té se remonta a China, donde según la leyenda popular fue hacia el 3000 a.C. que el emperador Shen-Nung dio con la bebida tras caer hojas en su agua caliente; pero fueron los monjes budistas quienes lo llevaron a Japón, donde ganó muchos adeptos.
Así surge la ceremonia japonesa del té, que, expresa a Efe Kubota, aparece entre los siglos XIV y XV y evoluciona a través de diversas escuelas, ya que, aunque en Occidente lo creen un «acto ritual», es «casi una disciplina» en torno a preparar matcha (té verde), tradicionalmente para agasajar invitados tras una comida.
Según la consejera, el aprendizaje de ella puede seguir de por vida.
«No hay límite. Es el camino, en el camino no hay un último punto, hasta dónde llega no sabemos. Yo tengo una maestra que tiene alrededor de 80 (años) y lleva más de 40 o 50 años practicándola», indica quien ya lleva 20 años en ello.
Es que, como además explica en una demostración en Salto, hay una técnica para preparar el agua y el té, que se incorpora en polvo tras un proceso de secado, hervor y triturado de las hojas.
UN ENCUENTRO IRREPETIBLE
Por su vínculo con el budismo zen, la ceremonia del té busca la «sanación» y comunión de los invitados.
Kubota enseña así a los uruguayos la frase «Ichi-go ichi-e», que apela a cómo cada encuentro es único, pues, aunque se repita, nunca será del todo igual.
Esto es acertado para Teresita Goncalves, de 77 años, que se emocionó «mucho» en la demostración de Artigas, donde fue su sobrina María, que trabaja en la Embajada, quien la practicó ante sus familiares maravillados.
A lo que aclara que hoy su práctica es casual, sin el kimono (vestido típico) y los implementos antiguos, Kubota compara la ceremonia con la costumbre uruguaya de compartir mate (su bebida nacional), donde se desarrolla el mismo «vínculo familiar o de amistad».
En tanto, para la militar uruguaya Ana Sandes, que participó de las actividades en Tacuarembó, la ceremonia «es más profunda» que la ronda del mate, y apela a una «tranquilidad» que admira en los japoneses.
«En el mundo de hoy, que vivimos a las corridas y a veces no apreciamos el momento (…) me parece que haría mucha más falta ese tipo de cultura», señala quien es jefa regional de los aeropuertos del norte uruguayo y toma té con frecuencia.
PLIEGUES QUE MARCAN
Otro atractivo japonés típico es el del plegado origami, que, como alega la encargada de los talleres de la embajada, Akemi Ito, es una práctica centenaria muy vigente.
«A pesar de que tiene más de 400 años de historia persiste hasta hoy porque el mundo entero lo está aplicando para muchas cosas, en todo lo que tiene que ver con matemáticas es muy importante», esgrime.
En esto coincide la docente de matemática del Liceo 5 de Paysandú Eleonora Childs, quien transmite la alegría de los alumnos de 1º y 2º grado de encontrarse aún en pandemia por el taller, donde vio potencial para enseñar.
«Puedo trabajar la simetría axial, el concepto de paralela media (…) Toda la parte de plegado es muy útil», acota.
También muestra gran interés la directora de Promoción y Desarrollo de la Intendencia de Salto, Soledad Marazzano, quien muestra con orgullo su versión de las piezas que Ito enseñó: un lapiz, un vaso y un sobre.
«Había practicado a través de YouTube y me había resultado difícil pero hoy con las explicaciones verdaderamente logré los objetivos y pude hacer mis propias obras», dice con una sonrisa.
EFE
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