La pandemia del coronavirus, la golpeada democracia en la región y los esfuerzos comunes para contrarrestar la cada vez más preocupante crisis climática centraron los discursos, algunos más polémicos que otros, de los siete líderes latinoamericanos que intervinieron este martes en el comienzo de la Asamblea General de la ONU.
Como es ya una tradición, el primero en hablar tras el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, fue el presidente de Brasil..
Este año, el controvertido presidente Jair Bolsonaro, que entró en EE.UU. sin estar vacunado contra la covid-19, se mostró ante la Asamblea contrario al «pasaporte sanitario» y defendió sus habituales argumentos sobre la pandemia.
«Apoyamos la vacunación» pero no el «pasaporte sanitario», manifestó. «Apoyamos el tratamiento precoz», agregó sobre un cuestionado «cóctel» promovido por su Gobierno, que incluía remedios de dudosa eficacia, como la cloroquina, que él mismo tomó.
Irónicamente, Brasil suma más de 591.000 muertos, que lo convierten en el segundo país más afectado del mundo después de Estados Unidos, y en el tercero en cantidad de casos, con 21,2 millones, solo detrás de la nación norteamericana e India.
El discurso de su homólogo chileno, Sebastián Piñera, también se enfocó en el virus pero para lamentar que la vacunación sea tan desigual en todo el mundo; eso sí, sin olvidar que su país es un ejemplo global al ser uno de los que más ha avanzado contra la pandemia, con casi el 90 % de la población objetivo inmunizada y más de 2,6 millones de terceras dosis administradas.
«Con la vacunación triunfó la ciencia. Sin embargo, fracasó la política» porque «mientras algunos países cuentan con dosis para vacunar varias veces, hay otros que no tienen la protección mínima», se quejó el mandatario.
Un punto de vista en el que coincidió su par peruano, Pedro Castillo, quien planteó ante la Asamblea un acuerdo mundial con los dueños de las patentes de las vacunas anticovid para garantizar su acceso universal «sin discriminación ni privilegios».
«Sería muestra de nuestro compromiso con la salud y la vida de todos los pueblos», afirmó Castillo durante su primera intervención ante las Naciones Unidas.
MÁS DEMOCRACIA Y MENOS POPULISMO
La democracia, amenazada en los últimos años en la región, fue otro de los ejes de las intervenciones latinoamericanas en la ONU.
«El fin de la dictadura es el único camino viable para el bienestar del pueblo venezolano y debe ser el propósito de la acción internacional», indicó el presidente colombiano, Iván Duque, sobre el diálogo que se desarrolla en México entre el Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición venezolana.
Duque precisó que aunque hay esperanza no hay que ser «ingenuos» pues solo «la convocatoria cuanto antes de una elección presidencial libre» frenará «la peor crisis migratoria que golpea al planeta», en alusión a los 5,6 millones de venezolanos que han emigrado en los últimos años, 1,8 millones de los cuales están en Colombia.
Otra denuncia en ese sentido la hizo el mandatario costarricense, Carlos Alvarado, quien enfatizó en su «profunda preocupación por la situación de derechos humanos en Nicaragua».
Según manifestó, angustia «el encarcelamiento de opositores políticos, periodistas y estudiantes», por lo que hizo un llamado para que «la institucionalidad democrática, el respeto, la promoción de los derechos humanos, la libertad de expresión y de prensa tengan todas las condiciones en este hermano país» debido a que, a su juicio, la paz «debe ser la constate en Centroamérica».
Precisamente, en otra parte de su intervención Piñera lamentó que la región esté inmersa en «el virus del populismo» ya que las democracias han experimentado un «proceso de progresivo deterioro», en donde «la principal amenaza viene de Gobiernos electos, con legitimidad de origen, que maniobran para mantenerse en el poder».
Por ello, dijo confiar en que la nueva Constitución que se redacta en Chile encauce la crisis social que comenzó en 2019 «mejorando y corrigiendo todo aquello que deba ser enmendado» e incorporando «mayor equidad y justicia social».
Lo propio hizo Castillo, al sostener que «es necesaria una transformación social que permita a todos gozar de sus derechos económicos y sociales», ya que la desigualdad afecta «los valores éticos de la democracia y la competitividad del Estado y la economía».
Asimismo, el gobernante de Ecuador, Guillermo Lasso, quien también se estrenó en la Asamblea, afirmó que a su Administración le ha «correspondido restablecer las instituciones democráticas y las libertades y derechos ciudadanos», motivo por el cual «todos los pueblos que en América Latina luchan por recuperar la democracia y la libertad recibirán la solidaridad inquebrantable de nuestro Gobierno».
LA VISTA SOBRE LA CRISIS CLIMÁTICA
Como era de esperarse, los mandatarios latinoamericanos unieron sus voces para llamar la atención sobre un problema global que algunos desestiman: la crisis climática.
En ese sentido, el argentino Alberto Fernández reiteró su apoyo al Acuerdo de París ya que, en su opinión, resulta «penoso que en diez años no se haya podido concretar el compromiso de proporcionar 100.000 millones de dólares a los países en desarrollo para desplegar acciones contra el cambio climático».
La justicia climática, precisó, «será una quimera sin justicia financiera e impositiva global que contribuyan a una real justicia social».
Finalmente, Alvarado puntualizó que esta generación tiene frente a sí el «desafío único en la historia de la humanidad de conservar la vida en el planeta y sus culturas frente a la amenaza de la destrucción», por lo que invitó a los presentes en la Asamblea de la ONU a cuestionarse: «¿Estamos haciendo lo suficiente y necesario para lograrlo?. Y de no ser así, ¿Qué debe cambiar?».
EFE