Por Alejandro Prieto
Un brutal asesinato y la acusación de ser agente de la CIA tiñen de suspenso la vida de Emir Rodríguez Monegal, crítico uruguayo que proyectó las letras latinoamericanas al mundo, pero, por décadas, fue blanco de un incómodo silencio en su país.
El 1 de noviembre de 1985 Emir Rodríguez Monegal regresó a Uruguay tras años sin poder pisarlo y para despedirse de su patria, ya que padecía un cáncer terminal que acabaría con su vida trece días después en el Hospital de la Universidad de Yale en New Haven (Estados Unidos).
UN CRIMEN PERFECTO
Sin embargo, como asegura a Efe la lingüista Lisa Block, para entonces Rodríguez Monegal, de cuyo nacimiento se cumplieron 100 años en julio pasado, ya era víctima de un verdadero «crimen perfecto» que tenía como autor a un perpetuo silencio.
Según la profesora y amiga del crítico, aunque con su prolífica obra compuesta por «miles de artículos y centenares de libros» el también docente y ensayista despertaba interés en diversas partes del mundo, en Uruguay «no se lo podía nombrar».
El motivo se remonta al París de los años 60, donde Rodríguez Monegal fundó Mundo Nuevo, revista destinada a recoger «lo más creador que entrega América Latina al mundo», que contó con la colaboración de renombrados escritores como el argentino Jorge Luis Borges o la chilena Gabriela Mistral.
Un artículo en que el The New Tork Times denunció vínculos entre la institución que financiaba la revista, la Fundación Ford y la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) llevó a que, acusado de ser «un agente de la CIA», el uruguayo renunciara a dirigirla.
Para Block lo que sucedió fue una persecución «alevosa y violenta» contra Rodríguez Monegal, quien, dice, era «independiente políticamente», pero al quedar envuelto en ese lío, enmarcado en la Guerra Fría, perdió apoyo de sus colegas, afines a movimientos de izquierda.
¿BIOGRAFÍA O NOVELA?
El escritor uruguayo Hugo Fontana llevaba años con la idea de escribir una biografía de Rodríguez Monegal, un intelectual que le fascinaba desde adolescente por su forma de teorizar sobre autores como Borges, Horacio Quiroga o Juan Carlos Onetti.
Tras su jubilación, Fontana finalmente tuvo tiempo para empezarla pero se topó con varios obstáculos: como novelista, no tenía metodología de biógrafo; y la imposibilidad de viajar a Estados Unidos, donde hay documentos clave sobre él.
El autor de libros como «El crimen de Toledo» y «Barro y rubí» toma entonces un camino inédito: el de «encastrar» la vida de Rodríguez Monegal en una novela policíaca que derivó en un híbrido de realidad y ficción titulado «Los nombres propios» y publicado este año.
«Ese fue el gran desafío que tuve: cómo entroncar esos dos discursos bastante diferentes sin que implicaran una dificultad para el lector, sin que trabaran el vigor narrativo», destaca.
El suspenso no faltaba en la vida real del articulista que bautizó como Generación del 45 a la camada de escritores uruguayos que tuvo a Mario Benedetti, Idea Vilariño o Ida Vitale como exponentes, ya que un brutal crimen marcó su infancia.
Su progenitor fue asesinado de cinco disparos por un tío del autor tras enterarse del embarazo de su hermana, quien después criaría a Rodríguez Monegal junto a un padre adoptivo.
Por otro lado, Fontana, que trabajó la novela con la tutoría de Block y Joaquín Rodríguez, hijo del crítico, halló en el proceso un dato que reafirma la falsedad de las acusaciones que lo mancillaron.
«Descubrí que, en realidad, la propuesta que se le había hecho a Emir había salido de un anarquista que estaba asentado en Uruguay, un editor muy importante (…) y, por lo tanto, era absolutamente impensable que hubiera un vínculo con el Departamento de Estado de Estados Unidos», acota.
LOS NOMBRES PROPIOS
Para Fontana, el libro puede ayudar a que el nombre del crítico, considerado «una leyenda» en Yale, dice, y renombrado en la esfera académica mundial, «recupere su justa dimensión» en Uruguay.
Acota que en el país hay varios «nombres propios» de figuras que dejaron huella, pero fueron silenciadas o «ensombrecidas» y que el libro rescata.
Block, que recuerda a su amigo como un hombre de «una visión muy aguda» y con una ironía «que hacía de su conversación un juego humorístico», ve con buenos ojos los homenajes oficiales y espera que la biografía novelada llegue lejos por ser «eficaz para el rescate de su figura y de otras que allí aparecen», concluye.
EFE
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