Por Elio García
Los políticos no pueden decir que los ciudadanos votan a partir de intereses particulares o a cambio de favores, si no presentan pruebas contundentes ante la opinión pública.
Causa desconcierto escuchar -en algunos- que no les sorprende aquellos delitos comprobados en la función pública, porque «ya lo sabíamos antes».
Uno se pregunta entonces si conocían esas prácticas ilegales, dónde esta el rol de contralor de quienes deberían hacerlo como una actividad natural y obvia, desde el lugar que el soberano los ubicó en elecciones limpias y democráticas.
Es doloroso escuchar interpretaciones que menosprecian la inteligencia del ciudadano, cuando un político dice -por ejemplo- que la gente no entiende los titulares de prensa o sencillamente no leen nada.
Hay una tendencia a descalificar a la opinión pública, a indirectamente señalar a la gente como cómplice de actividades vinculadas a la falta de ética.
Pero lo más preocupante es que ese objeto de estudio: los votantes del departamento de Colonia, son tratados como seres que no tendrían la capacidad para aplicar su voto desde una perspectiva de evaluación seria.
Todo se interpreta en una sencilla lectura donde los que ganan «siempre» lo hacen por vivos y que la gente participa activamente de esas prácticas dando su voto. Una forma sencilla en depositar las culpas en los demás sin activar la mínima postura de autocrítica. Exacto: todo lo malo lo hacen los otros.
Todos los casos aquí citados responden a expresiones publicadas por políticos de todos los partidos en el departamento de Colonia.
Basta repasar la prensa local y nacional para encontrarse con esa forma de pensar la política y de leerla que tienen algunos, siempre desde el curro o la ignorancia.
Creo, sin embargo, que los resultados electorales responden a una diversidad de variables difíciles de evaluar, como para concluir aceptando fácilmente lecturas contaminadas por prejuicios y falta de rigor.
Desacreditar al votante indirectamente con comentarios llenos de complejos, muchas veces despectivos e hirientes no suma. Aleja al político de la gente.
Porque algo deben entender: la gente no es tonta.