El Intendente de Colonia en Resolución Nª 1045/021, homologó el decreto Nª 32/021, de la Junta Departamental, por el que se designa con el nombre de María Celina Mora Bianchi, la calle innominada de la ciudad de Carmelo que nace al sursuroeste en Avenida Paraguay, culminando al nornoroeste en el inmueble rural empadronado con el Nª 5771 extendiéndose entre las manzanas catastrales 421, 420 y 550 al oeste y las manzanas catastrales 419 y 418 e inmuebles rurales 11700 y 11046 al este.
¿Quién fue María Celina Bianchi?
María Celina Mora Bianchi nació en Carmelo el 1 de abril de 1930. Su niñez y parte de su adolescencia transcurrieron en Polancos, un paraje rural cerca de Carmelo.
Comienza su vida en la ciudad donde estudia y más tarde conoce al que fue su esposo y padre de sus seis hijos, Edmundo Roselli Nusspaumer.
Su vida la dedicó a la crianza de los mismos y luego cuando estos crecieron, se abocó a trabajar en el hoy llamado «Barrio San Francisco»; esté conocido como «Tajo y Puñalada» en la periferia de la ciudad, años atrás, los vecinos, no contaban con ningún tipo de ayuda ni asistencia médica, por lo tanto, había varias familias que vivían en situación precaria.
En consecuencia, se trataba de un barrio marginal, sin luz, sin agua, ni servicio de Antel.
De una fe cristiana inquebrantable y con muchas ganas de trabajar por el prójimo, María Celina Mora Bianchi fue por primera vez, a ese lugar con el deseo de inaugurar un Oratorio, pensando siempre en el bien común.
Poco a poco va tomo contacto con los vecinos, camino sus calles, recorrió los humildes hogares, invito a participar de reuniones, formo parte de sus vivencias, festejo cumpleaños, y es allí donde comienzo a afianzar cada vez más la idea de trabajar por el progreso del Barrio, buscando primero solucionar las necesidades básicas. En forma mancomunada, siempre junto a los vecinos. Es así que sale a recorrer con alguno de ellos el Barrio para buscar un lugar donde instalarse y comenzar a desarrollar las actividades.
Consiguieron un rancho, al que fueron mejorándolo entre todos, lo pintaron y arreglaron sus puertas y ventanas. Allí funcionaría el primer «Merendero» y un lugar de recreación para que los niños Una Comisión Vecinal comenzó a funcionar, María Celina fue su gran mentora. Se transformó en su referente y gestora. Luchó codo a codo y siempre al costado de ellos, golpeando puertas, enviando notas, solicitando entrevistas, llamando por teléfono, siempre insistiendo con perseverancia y tenacidad. Con el tiempo se logró ver el avance y la continuación de los proyectos.
Así la rueda de los sueños de un puñado de carmelitanos vería en unos años concretar sus necesidades más básicas. Se instaló una policlínica donde una vez por semana un Médico del Hospital prestaba honorariamente y con total dedicación sus servicios para atender las primeras emergencias. Luego vendría la red lumínica de UTE la que fue comprada y gestionada por Celina y varios vecinos. Con ello llegó la seguridad a la propiedad privada, tiempo después se preocuparon para conseguir agua potable con red de OSE.
Su trabajo social en un barrio carmelitano
El barrio en principio era conocido como «TAJO Y PUÑALADA» , por algunos acontecimientos poco gratos a nivel delictivo y circunstancias violentas de una familia del lugar.
Por este motivo se caracterizó por ser en su principio un lugar poco grato y marginal.
María Celina se enteró de las necesidades de más de 30 niños, en situación de vulnerabilidad económica de la zona, decidió acercarse y recorrer los ranchos para ofrecer su ayuda, sin saber que terminaría siendo su mentora y el alma mater de toda la gente del barrio que aprendió a agradecerle, acompañarla y sentir mucho afecto por ella.
Empezó a visitar el barrio y junto a ella se acercaron Alfredo Sarachu, Elvira Carbonieer, Víctor Medina, Álvaro Vence, Tita Ercila, Mirtha Cuevas, a lo que se sumaron Susana Piva y Enrique Medina.
Luego de conocer las necesidades e inquietudes, llevaba ropa, comestibles para todo el barrio y se reunían en la calle hasta que empezó a tomar confianza e ir de casa en casa, comenzó averiguar por un terrero, hasta que encontró y dio que era un predio de Dante lrurtia con quien habló y logro que lo donara para armar un oratorio y un comedor.
Lo primero que realizo fue el oratorio tratando de despertar en todos ellos la fe y gratitud espiritual que los ayudaría a formarse como personas de bien.
Además, se pensó y se concretó la idea de un merendero, que funciona hasta la fecha, todo este logro fue posible gracias a empresas carmelitanas que donaban, leche y otros productos comestibles, luego comenzó la Policlínica, muy necesaria para el lugar tan alejado del conurbano y muy exitosa ya que fue frecuentada desde el principio por médicos honorarios que hicieron lo indecible para atender a toda la gente. El primer doctor que atendió fue el Dr. Eduardo Bonora.
Algo anecdótico y digno del relato para dejar constancia verosímil del esfuerzo mancomunado, fue la situación en que había muchas personas en la policlínica esperando ser atendidas cuando llego el Dr. Fernando Gavilán e improviso con su camioneta una pequeña sala en la caja de la misma y así logro el espacio físico necesario para atender a todos los presentes, que quedaron sumamente agradecidos por la atención. Esto da muestra del esfuerzo conjunto y del tratamiento equitativo que siempre se dio como prioritario en el barrio, siendo médicos honorarios todos iguales con iguales oportunidades y el mismo amor.
Luego Celina consiguió un odontólogo para todos los niños, ya que noto sus problemas bucales, esto soluciono mucho a las familias dados los costos de dichos profesionales.
El barrio tenía el nombre de Tajo y Puñalada, porque se consumía muchas bebidas alcohólicas y se peleaba mucho con armas blancas, donde terminaban siempre algún hospital. En el lugar también había muy pocas casas, había ranchitos muy humildes.
En el barrio la gente se dedicaba a la cría de chanchos y cabras, luego comenzaron a cultivar cuando Alfredo les comenzó a llevar semillas, ahí él se comenzó a comprometer con el Barrio.
La luz al Barrio llego cuando Celina compró siete picos de luz para colocar que pasaron tiempo guardados en el merendero y por último gestiono la luz que fue colocada en el Barrio. También hizo todos los contactos para poder conectar ose. Por último, queremos contar una anécdota del cariño tan grande que le tenían a Celina, como la gente no tenía dinero cuando veían que llegaba gritaban «FLORES PARA CELINA» y las señoras de sus propios jardines le cortaban y le regalaban como símbolo de agradecimiento.