Por Concepción M. Moreno
Fútbol y política son dos de los temas favoritos para debatir en Uruguay en cualquier charla cotidiana, una reunión entre amigos o un tradicional asado; de manera que en estos días, en los que coinciden dos grandes hitos vinculados a ambas pasiones, el país suramericano vive su particular semana grande.
Este jueves, la selección nacional afronta un crucial partido contra Perú en la penúltima fecha de las eliminatorias sudamericanas del Mundial de Catar; mientras, este domingo los uruguayos deben acudir a las urnas: un referéndum busca derogar 135 de los 476 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC), proyecto estrella del Ejecutivo.
El celeste, el color que identifica a todo un país en lo futbolístico, marca solo una de las dos tendencias en lo político, ya que la Corte Electoral -cuando definió en diciembre pasado la celebración de esta consulta- lo decretó para las papeletas del ‘No’ a la derogación mientras que estableció el rosa para el ‘Sí’.
Tras las quejas iniciales de organizaciones sociales, sindicales y políticas de izquierda que promovieron el referéndum contra la ley insignia del presidente de Uruguay, el centroderechista Luis Lacalle Pou, ese debate se diluyó en el tiempo… hasta que regresaron las eliminatorias del Mundial y la opción de que Uruguay se clasifique.
«Soy / Celeste soy / Soy / Celeste», canta Eduardo ‘Pitufo’ Lombardo en su tema «Descolgando el cielo»; «Ay, celeste / regalame un sol» es uno de los versos de «Cielo de un solo color», del grupo No Te Va Gustar; o «A la cancha la Celeste / al boliche de la esquina / cerca del televisor», recita Jaime Roos en su canción «Cuando juega Uruguay», himno futbolístico oficioso del país.
Como muestran esas canciones, todas vinculadas al símbolo balompédico patrio, ese color no se toca -salvo cuando, por uso de su segunda indumentaria oficial, Uruguay viste de blanco-.
Pero en estos días de fusión de pasiones, hubo propuestas para todos los gustos y, sobre todo, colores.
Entre ellas, la que más llamó la atención -y, por supuesto, fue inmediatamente, descartada- fue la de la exvicepresidenta de Uruguay, Lucía Topolansky, quien sugirió que los jugadores de la selección nacional debían portar contra Perú, a falta de 3 días para el referéndum, una camiseta mitad rosa y mitad celeste.
Aunque dijo después que era una especie de broma, este miércoles insistió con la idea de que si un futbolista uruguayo marcaba ante Perú se quitase la camiseta celeste y mostrase una rosa debajo.
Desde la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) se negó cualquier idea en ese sentido.
«Tenemos la indumentaria oficial, que es un símbolo de la AUF y del país. Nosotros no vamos a acceder», dijo, días atrás, el presidente de la AUF, Ignacio Alonso, quien agregó que el organismo tomó con «humor» la idea.
No obstante, y consciente de que esta semana marca la actualidad el otro motor de los uruguayos, la política, en un país con altos estándares democráticos y en el que las campañas para las elecciones presidenciales son una fiesta que duran más de medio año, la AUF ha dictado normas específicas para asistir al Estadio Centenario.
Quienes este jueves vayan a ver el Uruguay-Perú (23.30 GMT) pueden ir, por supuesto, con termo y mate, pero no tendrán permitido el acceso con consignas políticas en su vestimenta o en carteles.
A tenor de las encuestas, que auguran casi un empate técnico para el referéndum del 27 de marzo, muchos de los aficionados que este jueves colmen las gradas del coliseo montevideano -sede de la primera final de la historia de los Mundiales en 1930- agitarán sus bufandas celestes aunque el domingo tengan pensado votar ‘Sí’.
Los que opten por el ‘No’ pueden encontrarse con que, en la misma semana, su decisión política comulgue con su amor futbolístico si se concreta la clasificación de Uruguay al Mundial.
En noviembre pasado, cuando se decidió el cese del seleccionador Óscar Washington Tabárez, tras casi 16 años, la Celeste estaba desahuciada, con poca expectativa y casi sin ilusión por alcanzar la meta de ir a Catar, su cuarta cita mundialista consecutiva.
Diego Alonso dio otro aire al equipo, al que trató de imprimir un nuevo estilo de juego y, sobre todo, insuflar el ánimo justo para transmitir a los aficionados que sí se podía, que aún había tiempo para la reacción.
Uruguay depende de sí misma, pues es cuarta en la tabla, con 22 puntos, uno más que su rival de este jueves, Perú, y tres más que Chile, su oponente en la última fecha.
Un triunfo ante la Blanquirroja y un resultado diferente al triunfo de La Roja en Brasil enviará a los uruguayos a Catar.
Lo que está claro es que, en esta semana grande, los uruguayos, que viven de sus lejanas glorias mundialistas (1930 y 1950), suman a esta pasión la política. Eso sí, sin revolver.
Concepción M. Moreno
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