Por Elio García
Era el minuto 91 de juego cuando un centro de Trauco se dirige en caída libre hacia el arco uruguayo y el arquero Sergio Rochet parece meterse con pelota y todo adentro del arco.
Pero tecnología mediante, el VAR miró la acción desde varios ángulos y le confirmó al juez brasileño Anderson Daronco que no era gol.
“No te voy a mentir, un poco de nerviosismo corrió porque sabía que estaba al límite,» dijo luego Rochet a la prensa.
La acción me hizo recordar de inmediato al inicio de «Match Point» una película de Woody Allen.
La escena no es de fútbol, es de tenis, pero créanme que la situación límite es la misma.
Una pelota de tenis choca contra la red y la imagen se paraliza jerarquizando la duda a qué lado del campo caerá: la suerte o la fatalidad es quién decide si eres el ganador o el perdedor.
La acción en la película es de una profundidad filosófica significativa. Woody Allen juega así con el azar, los elementos y la propia precipitación del espectador.
La pelota que toca en la cinta y puede caer en cualquier lado de la cancha, habla muchas veces de la “suerte” como un factor importante, en una fracción de segundo, donde la decisión es crítica y las miradas se detienen casi sin respiración. El segundo puede ser fatal o de gloria.
La escena de Woody Allen cuando la pelota rebota en la cinta de la red y en ese punto la casualidad decide de qué parte del campo va caer, nos muestra como a veces en nuestra vida una acción crítica puede cambiar de forma radical, por culpa de un único momento decisivo, puede ser capaz de decidir todo el destino de una persona o en el caso de Rochet y de Uruguay su posibilidad de clasificar al mundial, que el arquero uruguayo con una precisión y esfuerzo milimétrico cambió la historia para gloria de nuestro fútbol.
«El hombre que dijo: «Más vale tener suerte que talento», conocía la esencia de la vida. La gente teme reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte. Asusta pensar cuántas cosas se escapan a nuestro control». Así empieza el magistral arranque de Match Point.
Las imágenes mientras filman esos momentos en un partido de tenis en los que la trayectoria de la pelota determina la derrota o la victoria. Al tiempo, una voz en off pronuncia esa reflexión y suena el aria Una furtiva lacrima, de la ópera de Donizetti L’elisir d’amore.
Cuando Rochet y sus largos brazos iban saliendo dentro del arco, sosteniendo la pelota sobre la línea, sin ingresar totalmente, mediante un esfuerzo titánico, recordé esa escena magistral del inicio de la película de Woody Allen, en el caso de Uruguay en el final de la historia.
A veces la realidad es más fuerte que el cine.
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