Ante la urgencia de evitar una crisis alimentaria por falta de trigo, soya y maíz debido a la guerra en Ucrania, EE.UU., Brasil y Argentina podrían jugar un decisivo rol con sus exportaciones, pero este potencial tiene algunas fisuras, como el alza de precios, la sequía en el sur del continente y la necesidad de una agricultura más tecnificada.
Con la incertidumbre sobre la situación en Ucrania, los precios de productos agrícolas, fertilizantes y el gas natural se han disparado alcanzando récords históricos como, por ejemplo, el caso de los cereales, que en febrero subieron un 3 % con respecto al mes anterior, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
A Rusia y Ucrania se las conoce como «el granero de Europa» y representan el 29 % de las exportaciones mundiales de trigo y el 19 % de las de maíz. Pero el intercambio comercia está paralizado por la guerra, lo que ha puesto en riesgo un sistema alimentario del que dependen cerca de 44 países.
«Los efectos de esta guerra podrían derivar en una nueva ‘primavera árabe’, debido a los ciclos de inestabilidad política y económica: el norte de África no contaría con alternativas de provisión, la pobreza se dispararía y el desabastecimiento sería más grave por la falta de fertilizantes», explica a EFE el analista económico Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac), un instituto de estudios colombiano que produce información y análisis para la reducción de la violencia y los conflictos armados.
En este contexto, aunque los cereales que produce América representan una valiosa alternativa, los países del hemisferio sur muestran, según este experto, varios factores en contra: «la incertidumbre, el cambio climático que afecta a las cosechas y la necesidad de tener una agricultura más mecanizada» para así responder a una capacidad productiva alta.
EL MOMENTO PARA EE.UU.
Restrepo sostiene que éste es el momento para Estados Unidos y sus exportaciones, «porque se fortalece en términos geoestratégicos y tiene herramientas» para abastecer «a algunos países de África. «Pero para garantizar eso -dice- tiene que actuar con cuidado para evitar un caos frente a lo que viene».
Se estima que este año Estados Unidos incrementará sus exportaciones de maíz para suplir su carencia, pero venderá menos trigo del inicialmente previsto para dar prioridad a la demanda interna.
«La incertidumbre en los mercados por lo que está sucediendo (en Rusia y Ucrania) es muy alta y ese impacto, unido al precio del petróleo, genera índices negativos», afirma el director de Cerac.
El Departamento de Agricultura del Gobierno de EE.UU. estima que los productores nacionales aumentarán sus ventas al exterior en más de 2.000 millones de kilogramos de maíz respecto a su pronóstico anterior, hasta un total de 67.500 millones para la temporada 2021/2022.
En lo relativo al trigo, sin embargo, la previsión es que la guerra en Ucrania no sólo no permita aumentar las exportaciones de EE.UU. sino que además las reduzca, ya que la mayor parte de este producto ya se vendió en el mercado de futuros.
«Por eso, se debe pensar en una oferta sustitutiva exportable ante los ciclos de caída de los precios», advierte Restrepo.
BRASIL QUIERE OCUPAR EL LUGAR DE UCRANIA CON EL MAÍZ
Brasil, uno de los mayores productores mundiales de cereales, tiene como objetivo ocupar el espacio de Ucrania en el mercado del maíz.
En ese sentido, la estatal Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab) calcula que la producción total de maíz en Brasil crecerá un 29 % en la campaña 2021/22, hasta alcanzar 112,3 millones de toneladas.
«Tenemos condiciones para producir un poco más y ya estamos plantando más que el año pasado», explica a Efe el presidente institucional de la Asociación Brasileña de Productor de Maíz (Abramilho), Cesario Ramalho.
Pero todo puede cambiar si los factores climatológicos no están del lado de los cultivadores ante la posibilidad de que fenómenos como La Niña se prolonguen hasta junio o julio.
En el gigante latinoamericano operan algunas multinacionales agropecuarias, como Cargill o Bunge, que «deberán responder rápidamente ante el duro impacto que tendrá el alza de los precios en materias primas», advierte, por su parte, Jorge Restrepo.
ARGENTINA: UNA OFERTA CON RETENCIONES
Argentina, uno de los mayores productores y exportadores agrícolas del mundo, también busca mitigar los efectos de lo que ocurre en Ucrania con medidas que, adicionalmente, ayuden a controlar la inflación del país, que supera ya el 50 %.
La semana pasada, el Gobierno de Alberto Fernández decidió aumentar las retenciones a las exportaciones hasta el 31 de diciembre de este año, pasando del 31 % al 33 % en harina y aceite de soya, sumado a la creación de un Fondo Estabilizador de Trigo, un fideicomiso que tendrá el objetivo de estabilizar el costo de la tonelada de este cereal que compran los molinos a nivel nacional.
El aporte argentino de trigo al mundo en el corto plazo es muy escaso, porque el Gobierno estableció un volumen de 14,5 millones de toneladas de ventas externas para la campaña 2021/22 y ya se han comercializado unas 13,9 millones de toneladas, por lo que las ventas pendientes son unas 600.000 toneladas, según estima la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
En cuanto al maíz, serían cerca de dos millones de toneladas adicionales en el corto plazo y, ante la escasez del aceite de girasol en Europa, puede aumentar las exportaciones de aceite de soya, del que es el primer exportador mundial y acaba de subir a 33 % los derechos de exportación.
EL DESARREGLO DE LOS MERCADOS
Aunque el mundo no se encuentra en una situación apocalíptica como para hablar de vacas gordas y vacas flacas, sí hay un desarreglo del mercado de alimentos.
«Los Gobiernos deben comenzar a asegurar la producción de fertilizantes y semillas, mirar sustitutos de alimentos y seguramente cambiar los patrones de consumo», señala el analista Restrepo.
México ya ve una alteración en los precios del maíz (un alza del 29 %) y del trigo (+ 60 %) y pese a que las exportaciones agroalimentarias marcaron un récord de más de 44.000 millones de dólares en 2021, el país afrontó un déficit comercial de 1.444 millones de dólares en trigo y 4.990 millones de dólares en maíz, según datos del Banco de México (Banxico).
Además, el país depende en más del 60 % de las importaciones de fertilizantes, que se resienten por la crisis energética derivada de la invasión rusa.
«Eso también va a tener un efecto negativo porque ya estamos viendo un alza muy considerable en los precios de los fertilizantes. Todo se va sumando y habrá alzas de precios» generalizadas, advierte a Efe Cristian García de Paz, director de la Asociación Protección de Cultivos, Ciencia y Tecnología (Proccyt) de México.
OTRAS URGENCIAS: LO FITOSANITARIO Y LA TECNIFICACIÓN
España ha presionado a Bruselas para que autorice las importaciones de semillas desde Argentina y EE.UU., como alternativa de respuesta, debido a las regularizaciones fitosanitarias que impiden su entrada a la Unión Europea.
Para mayo se prevé un desabastecimiento de maíz y girasol. De ahí la urgencia de permitir que las semillas para el pienso de las vacas y los cerdos, algunas de ellas transgénicas, entren al viejo continente.
En estos momentos hay disponibles y sin venta 13,6 millones de toneladas de maíz en EE.UU., mientras que en Argentina hay existencias de 7,5 millones de toneladas de maíz, 100.000 toneladas de semilla de girasol y 400.000 toneladas de torta de girasol que podrían optimizarse, según la Confederación Española de Fabricantes de Alimentos Compuestos (Cesfac).
«Es necesario levantar esas restricciones, en especial con el arroz y el uso de otras semillas, en el tema de propiedad intelectual», considera Restrepo.
Además, América también debe comenzar a tecnificar más su agricultura y «requiere de políticas públicas eficaces, cuidar las instituciones macroeconómicas, invertir y ajustarse» para moderar la oferta y la demanda, recalca el analista colombiano.
EFE
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