Por Santiago Carbone
«Yo me crié en la pesca», afirma Andrea Rocha, una de las pocas mujeres que se dedica a esta actividad artesanal en Barra de Valizas, una pintoresca localidad de apenas 300 habitantes en el sureste de Uruguay.
Pese a que es un trabajo hecho mayoritariamente por hombres en esa y otras comunidades del departamento (provincia) de Rocha, ya tiene por costumbre subirse a un bote casi todas las noches en los meses que dura la campaña del camarón -el verano austral-, viajar varios kilómetros, colocar trampas y recoger la pesca.
Nacida en ese lugar hace 36 años en el seno de una familia de pescadores, es una de las 50 mujeres dedicadas a faenar en Rocha y, al ser consultada por si esto es un modo de vida, responde firme y concisa a la Agencia EFE: «Sí, es sustento de la familia».
Esto es solo una parte del proceso. La otra consiste en filetear el pescado y pelar los camarones, una tarea que, deja bien claro, lleva su tiempo: «Si hay que pelar todo el día, pelas todo el día, no tiene horario».
Lo hace junto a su familia, que la acompaña en el Festival Gastronómico Camaronada, enmarcado en la «Semana del Camarón», en vísperas de Semana de Turismo (o Santa), donde los locales ofrecen experiencias gastronómicas, culturales, de aventura y relax.
Allí, cerca de donde ella se sienta la entrevista, una heladera guarda parte del botín marino.
Además del producto estrella de la temporada, un letrero anuncia que también hay pescados, como lisa, corvina, bagre y lenguado.
Otro ofrece, como reclamo, paseos nocturnos a la pesca del camarón. Y es que en esa pequeña población, dedicada tradicionalmente a la pesca artesanal, el turismo cada vez ha ido tomando más importancia, de manera que, por ejemplo, su familia trabaja también en el traslado de pasajeros por el Arroyo Valizas para avistar paisajes y aves.
EL CAMARÓN DE ROCHA
Según indica Andrea, a diferencia de otros años, en 2022 la zafra de pesca del camarón comenzó en enero, antes de lo previsto, y durante el tiempo que duró lograron capturar entre 80 y 100 kilogramos diarios.
Y, aunque la idea es guardar provisiones para tener también en invierno, cuenta que ya vendió a particulares y a restaurantes todo lo que sacó.
Al momento de describirlo, la pescadora dice que este camarón es especial por ser «fresco y mucho más sabroso». En Rocha aseguran que es un producto irreemplazable de su gastronomía y detallan que es «dulce, crujiente y de carne jugosa».
Arrastrado por corrientes marinas, este se cría en la Laguna de Rocha y en la Laguna de Castillos, mientras que es capturado cuando de adulto intenta regresar al mar.
TRES DÍAS Y TRES NOCHES
Bordeada por un arroyo que comunica la segunda de estas lagunas con el océano Atlántico, Barra de Valizas debe su denominación a las balizas que los pobladores del lugar colocaban para indicar el vado. Aunque, según indica el portal de Turismo de Rocha, no hay una explicación para el error ortográfico en el nombre actual.
Rincón oceánico que, como los vecinos Aguas Dulces o Cabo Polonio, vivió importantes naufragios en siglos pasados, hoy es uno de los destinos más visitados por quienes buscan un turismo ‘slow’ y natural, alejado de grandes construcciones.
Después de atravesar la plaza principal -bautizada Leopoldina Rosa, como una de las fragatas accidentadas en la zona- y caminar varios metros sobre la arena de la playa, se encuentra el restaurante La Proa, uno de los lugares en los que pueden degustarse diferentes comidas hechas con el camarón local.
Durante una entrevista con EFE, su dueño, Gustavo Núñez, asegura que «lo más importante» que hicieron fue ser pioneros en sabores de Rocha, haciendo referencia a cómo trabajan con productos de la zona.
Tacos, cazuelas, risotto o sopa son solo algunos de los muchos platos en que los comensales pueden apreciar el camarón local que él destaca por ser «más sabroso».
Propietario de ese lugar desde hace 26 años, Gustavo llegó un día a Valizas y aseguró que no se iba a ir más de allí. De hecho, durante su larga estancia en la localidad, se dedicó «por vocación» a la pesca durante cerca de 17 años.
De esa actividad que abandonó hace aproximadamente un lustro, resalta la buena relación entre todos los que la practican y el compañerismo que existe.
También destaca muchas otras cualidades de este lugar de calles de arena y pasto, de modestas construcciones entre dunas camino a la playa y con una calma increíble. Y lo tiene tan claro que una sola frase le alcanza para decir lo que necesita cualquier visitante que llega hasta ahí: «Son tres días y tres noches en Valizas y te enamoras perdidamente».
EFE