Por Magdalena Tsanis
Cuando J.A. Bayona preparaba «Lo imposible» leyó todo lo que pudo sobre catástrofes y supervivencia y así llegó a sus manos «La sociedad de la nieve», el libro de Pablo Vierci en el que se basa su próxima película, cuyo rodaje concluye hoy su etapa principal en Sierra Nevada después de casi cinco meses.
Al frente de un equipo de casi 300 personas, el director de «El orfanato» (2007) y de «Un monstruo viene a verme» (2016) ha llevado Los Andes a la montaña granadina y ha desplegado un tremendo dispositivo técnico y humano para narrar la historia de los supervivientes del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya que se estrelló en un glaciar en 1972.
La visita de prensa al rodaje, a finales de marzo, coincide con una intensa nevada. Bayona está exultante tras lidiar durante semanas con las inclemencias del tiempo, desde la escasez de nieve a la calima del Sahara que lo dejó todo naranja. La maquinaria de producción se mueve rápido para adaptarse a la inesperada contingencia favorable.
«Estamos rodando una de las expediciones, cuando uno se queda rezagado, ya no pueden más y lo dejan atrás», explica el director aparentemente ajeno al frío y a la ventisca. Moverse por la nieve es doblemente cansado para los actores pero Bayona asegura que también ellos lo agradecen. «Hacer esto ahí dentro es mucho más difícil», dice.
Se refiere al plató efímero que han construido en una nave gigantesca en el aparcamiento de la estación de esquí. Dentro y rodeado de una mezcla de nieve natural y artificial han colocado una de las tres réplicas a tamaño real del avión siniestrado que han construido para la película.
En las paredes, una pantalla de 30×6 metros en forma de L proyecta planos de la montaña andina rodados en el Valle de las Lágrimas en agosto pasado. «Una de las claves en la película es que el espectador tenga la sensación 100% de estar ahí», señala Félix Bergés, supervisor de efectos especiales al frente de la multipremiada El Ranchito.
Su colaboradora Laura Pedro, primera mujer en ganar un Goya de efectos especiales, en 2019, explica que, a diferencia de una típica producción americana con «un decorado con cromas y un gran 3D», han rodado la montaña con todas las horas, luces y perspectivas posibles para que todo sea real.
Entre los muchos talentos de Bayona, que viene de dirigir dos de las sagas más taquilleras de Hollywood -«Jurassic world: el reino caído» (2018) y la serie de «El señor de los anillos» de Amazon, que se estrenará en septiembre- está el buen ojo para elegir colaboradores.
Muchos están con él desde el principio y asombra al verlos trabajar tanto su nivel profesional como el entusiasmo y espíritu de equipo que transmiten, empezando por sus productoras, Belén Atienza y Sandra Hermida, que llevan con él desde «El orfanato» y vivieron juntos el antes y después que supuso «Lo imposible» (2012).
«Fue un salto de gigante en comparación con lo que habíamos hecho antes», señala Atienza sobre aquel filme rodado en gran parte en los estudios alicantinos de Ciudad de la Luz, que costó unos 30 millones de euros y recaudó cerca de 200 millones de dólares en el mundo.
«En ‘Lo imposible’ teníamos la audacia de la inexperiencia, hicimos apuestas que nos salieron muy bien», añade Hermida al recordar los retos técnicos de la recreación de un tsunami. «Ahora somos más cautelosos y conscientes».
Ninguna de las dos quiere precisar el presupuesto de «La sociedad de la nieve», una producción para Netflix, pero aseguran que es «algo mayor» que aquella y que en algunos aspectos más compleja, con más de 40 actores y tres unidades rodando simultáneamente.
Junto a Bayona en la unidad principal trabajan el argentino Alejandro Fadel, guionista en varias películas de Pablo Trapero y director de «Muere monstruo muere» (2018) y el noruego Eivind Holmboe, experto en rodajes de montaña.
En un container transformado en oficina y empapelado de ‘storyboards’ con multitud de planos detalle, Holmboe explica que su trabajo consiste en rodar los planos más complicados con dobles en los lugares más extremos y asesorar en todo lo que tiene que ver con rodaje en la montaña.
Fedel mientras tanto rueda en el plató una escena posterior a una avalancha que ha sepultado el aparato y en la que los supervivientes tratan de salir al exterior. Con un bagaje distinto al de Bayona -«a mí me gusta Bresson y a él Spielberg»- admira del catalán «su sentido de la emoción y la conexión directa que logra con el espectador».
Las escenas exteriores con el avión las filman a 3.000 metros de altura; para llegar hay que coger telesilla y arriba abrirse paso a bordo de unas máquinas quitanieves. Tras media hora de bamboleado viaje se llega al enclave.
Ahí, Alain Bainé, diseñador de producción en «Lo imposible» y películas Woody Allen rodadas en España, explica lo complejo que fue colocar el avión de 7.000 kilos de peso y 30 metros de largo. «Se subió en dos trozos sobre un trineo metálico de 2.000 kilos más pero que nos permitió arrastrarlo».
El equipo cuenta también con dos ganadores de Oscar, Montse Ribé y David Martí, al frente del estudio DDT SFX de Barcelona, que consiguieron la estatuilla por el maquillaje de «El laberinto del Fauno» (2006, Guillermo del Toro).
Estremece entrar en su estudio, rodeados de cadáveres ficticios construidos con silicona y pelo real. De los 45 ocupantes del avión murieron 29. Ribé, Martí y su equipo han recreado unos 15. «Cada uno lleva mes y medio de trabajo, es un proceso muy artesanal», detalla Ribé.
Cuando concluya el rodaje en Sierra Nevada, Bayona y parte de su equipo viajarán a Uruguay y a Chile para terminar en julio en Madrid, donde filmarán en estudio la escena del accidente.
EFE
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