Por Santiago Carbone
Utilizada por Luis Suárez cuando dio sus primeros pasos en el fútbol profesional, similar a la que vistió Raúl González en un Mundial, o rubricada por Sergio ‘el Kun’ Agüero, cada camiseta de club que coleccionan los hinchas tiene una historia por contar.
Regalo de un familiar querido o recuerdo de un equipo que marcó una época, todas se transforman en un tesoro para quienes muchas veces las guardan y pierden la oportunidad de exhibir sus tesoros al mundo.
Revalorizar cada una de estos fue la idea que se propuso el argentino Gabriel Benito, creador de la plataforma Vinimay, donde se puede llevar un registro de las prendas deportivas que coleccionan los hinchas.
En ella se encuentra de todo: desde una del francés PSG hasta una del español Asociación Deportiva Nuevo Plasencia, pasando por la del Inter Turku finlandés o la del Ajax Cape Town de Sudáfrica.
¿El disparador de esta idea?
Cambiar una camiseta con un amigo portugués a quien conoció durante un curso que estudió en España: él le entregó una de Argentina y recibió a cambio una del Porto.
«Quisimos intercambiar unas camisetas, llevarnos algo del otro. En ese momento él me empezó a preguntar sobre distintos detalles de la camiseta que yo le iba a dar. No tenía dónde tenerlos», dice.
En ese momento, Benito pensó por qué no hacerlo en una aplicación, idea que más adelante ejecutó mediante un proyecto que ahora recibe el apoyo de una incubadora del Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU).
Esta patrocina emprendimientos de alto grado de innovación y potencial, en etapas de comercialización o escalabilidad, para convertirlos en empresas consolidadas, rentables y escalables.
CAMISETAS DE TODOS LOS EQUIPOS
¿Cambiar una de tus camisetas por una alternativa número 10 de España, como la que vistió Raúl González en el Mundial de Francia 1998?
Esa es una de las opciones de la aplicación, donde los fanáticos pueden comprar, vender, intercambiar o simplemente exhibir sus camisetas.
Algunos ofrecen y otros piden. Mientras tanto, un grupo solo muestra sus tesoros que incluyen camisetas como la del canadiense Pacific, la de las selecciones de Malasia y Cabo Verde, la de la despedida de Diego Armando Maradona o una de 1937 del argentino River Plate.
Benito, por ejemplo, tiene hoy más de 60 y entre ellas hay una que utilizó Luis Suárez durante su primera etapa como futbolista del uruguayo Nacional. También una del italiano Juventus con la firma de Carlos Tévez.
No obstante, una de sus preferidas es la que fue utilizada por el argentino Sergio Agüero durante su etapa en el inglés Manchester City y que está rubricada por quien en ese momento portaba el dorsal 16. También lo es una del Independiente que ganó el Apertura argentino de 2002.
Otros coleccionistas suman cantidades más grandes e incluso hay uno que ya supera las 1.400.
«La importancia de la camiseta es la historia de cada apasionado. Hay muchas historias lindas (…) de cómo han repercutido en ese momento la vida al fanático. Eso es lo lindo, compartirlo. Es ahí donde la comunidad se hace fuerte y se apoya», indica Benito.
UNA APLICACIÓN QUE SIGUE CRECIENDO
Con una comunidad que continúa creciendo y que, además de fanáticos, también incluye a futbolistas que muestran las camisetas que intercambiaron, la aplicación sigue avanzando.
«Queremos llegar al mundo. Nosotros lo que queremos promulgar es qué es lo que genera la camiseta. Para nosotros es muy importante que un intercambio o la misma comunidad obviamente haga que se unan entre ellos y no haya barreras socioeconómicas, culturales, de idioma o género», afirma Benito.
Consultado sobre los beneficios económicos de este proyecto, señala que las comisiones por venta, por intercambios y la publicidad dentro de la plataforma son las principales maneras de ingresar dinero.
Según datos que manejan, en el mundo hay 340 millones de personas que se dedican a seguir a sus equipos, de las que tienen al menos dos camisetas.
¿Todos están dispuestos a desprenderse de una de ellas? Aunque esa es una pregunta difícil de responder, Benito asegura que muchas veces las personas se lo piensan y al final terminan haciéndolo.
«Te llevas la historia de otra persona. Eso es lo lindo y enriquecedor», concluye.
EFE
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