La actividad industrial de Argentina logró un leve repunte en agosto pasado, pese a las restricciones a las importaciones impuestas por el Gobierno, una dificultad aún no resuelta y que refuerza los pronósticos de una mayor desaceleración en la producción manufacturera para lo que resta del año y para 2023.
Según informó este jueves el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la actividad industrial registró en agosto pasado un avance de apenas el 0,4 % respecto a julio último, cuando el indicador había anotado una contracción del 0,7 %.
En agosto, la economía argentina y la industria, en particular, continuaron afectadas por las restricciones al acceso a divisas para pagar importaciones, lo que ha limitado el acceso a bienes de producción, aunque el clima financiero y de negocios, tan sobresaltado en julio, rebajó sus tensiones.
En términos interanuales, la actividad manufacturera avanzó 7,6 %, la séptima subida consecutiva en el indicador industrial.
«Son índices positivos para agosto, que siguen mostrando que estamos en la senda de crecimiento en Argentina», dijo este jueves en una rueda de prensa la portavoz de la Presidencia argentina, Gabriela Cerruti.
Según los datos oficiales, en los primeros ocho meses del año la actividad industrial acumuló un crecimiento del 6,1 %, evidenciando una fuerte desaceleración respecto al ritmo de recuperación del 19,9 % acumulado en igual periodo de 2021.
BAJO RESTRICCIÓN
La actividad industrial de Argentina había registrado en 2021 un crecimiento del 15,8 %, poniendo fin a tres años de caídas en medio de la recesión económica agravada por la pandemia.
Pero ya superado el tercer trimestre, esta claro que 2022 concluirá como un año de desaceleración en la producción manufacturera.
«Para la industria esperamos un derrotero similar al que evidencia la actividad económica general», dijo a EFE Eugenio Marí, economista Jefe de la Fundación Libertad y Progreso.
Según observó el experto, si bien en el primer semestre la expansión del sector industrial estuvo por encima de lo esperado, en la segunda mitad del año empezaron a evidenciarse las «restricciones al crecimiento».
Debido a la necesidad de acumular reservas monetarias en un contexto de escasez de dólares, Argentina profundizó a finales de junio pasado las restricciones al acceso a divisas para pagar importaciones, incluyendo las de bienes para la producción.
Esto impactó en la producción industrial, por falta de insumos y mayores costos.
Las restricciones al acceso a divisas, aunque con algunas flexibilizaciones en ciertas ramas industriales clave, se mantienen, al tiempo que el Gobierno determinó recientemente mayores controles aduaneros a las importaciones, especialmente las «superfluas», para poder dar vía a aquellas orientadas a la producción.
«En la industria son especialmente notables las dificultades derivadas del cepo cambiario. Por un lado, la falta de acceso a insumos se va sintiendo cada vez más, paralizando varias ramas de la actividad. Por otro, un tipo de cambio artificialmente atrasado dificulta la competencia de los productores industriales locales», sostuvo Marí.
PERDIENDO VIGOR
Según el proyecto de Presupuesto 2023 presentado en septiembre por el Gobierno, la economía argentina cerraría 2022 con un crecimiento acumulado del 4 %, mientras que la industria registraría una expansión anual del 2,5 %.
En 2023, la economía argentina recortaría su crecimiento al 2 %, mientras que la industria manufacturera lo haría hasta el 1,5 %, de acuerdo con las proyecciones oficiales.
Pero los pronósticos privados para la economía argentina en 2023 son aún menos optimistas.
«De cara al 2023 el escenario es especialmente complejo. Esperamos que el PIB caiga más de 2 %, mientras que la inflación se ubicará cómodamente en el rango de tres dígitos», afirmó Marí.
Según el economista, «con creciente conflictividad sindical y mayor incertidumbre, la industria seguramente erosione gran parte de la expansión que acumuló en los últimos meses». (EFE)
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