Por Alejandro Prieto
Guardado como un secreto en el corazón de la Tierra y rearmado pieza por pieza tras una compleja extracción, el «excepcional» cráneo de un perezoso gigante hallado en el sur de Uruguay es el nuevo boleto con el que el Museo de Historia Natural del país invita a viajar a la Edad de Hielo.
A verdaderos pasos agigantados se movía por bosques y praderas de Suramérica sirviéndose de sus enormes garras para alimentarse de plantas y raíces. Así vivía, hace unos 15.000 años, el megaterio: un espécimen más de la megafauna que habitó el planeta Tierra en los tiempos de los primeros homínidos.
UN HALLAZGO EXCEPCIONAL
Como destaca en diálogo con EFE el uruguayo Washington Jones, paleontólogo del Museo Nacional de Historia Natural (MNHN), hallar un cráneo de este animal, que pesaba unas 4 toneladas y medía más de 6 metros cuando fue encontrado en agosto de 2020, es un evento tan «raro» como valioso.
«Es un material excepcional porque, a pesar de que es un animal que se encuentran muchas partes de su esqueleto por toda Suramérica, el cráneo es especialmente raro en forma completa o prácticamente completa como se ve aquí», subraya sobre el fósil, encontrado en el departamento de Canelones.
Igual de extraordinario, dice, fue el proceso posterior a su extracción, pues, tras responder a un llamado de una empresaria que identificó el sitio donde estaba enterrado, el paleontólogo Andrés Rinderknecht intentó sacarlo entero y por su fragilidad «quedó hecho pedazos».
«Lo llevó a su casa con pocas esperanzas y con mucho trabajo fue armando las piezas poco a poco. Después (…) una persona allegada al museo inventó todo un sistema para darle una estructura de metal al cráneo y unir las partes en forma más consolidada», relata Jones junto a la vitrina del MNHN en la que yace el cráneo completo.
DE REYES Y DIABLOS
Acotada en espacio pero cargada de información, la muestra del museo uruguayo dedica una de sus carteleras a la historia de una especie con arraigo en la actual región del Río de la Plata, pues, según explica Jones, el primer esqueleto de Megatherium americanum fue descubierto en Luján (Argentina) en el siglo XVIII.
«Al rey español de esa época, Carlos (III), le interesó mucho la historia natural, entonces promovió que se enviara a Madrid al Real Gabinete (de Historia Natural), la formación inicial de lo que sería el Museo de Historia Natural de Madrid y allí una persona lo recibió, lo estudió detenidamente y armó todas las piezas», apunta.
En épocas en que tanto Argentina como Uruguay eran aún colonias de España, ese fue el germen que dio pie a que luego un oficial francés hiciera su boceto del esqueleto y este llegara a manos de un joven «de enorme talento» como George Cuvier que, dice Jones, con solo 26 años dedujo el vínculo entre aquel megaterio y sus pequeños parientes.
«Se dio cuenta de que aquel gigante, que se tejían historias de que podía ser de los gigantes de la Biblia o vaya a saber qué otra cosa medio extraña, en realidad (…) tenía todos los signos anatómicos que lo podían vincular con los pequeños perezosos arborícolas que viven en las selvas suramericanas», puntualiza.
Para probar lo enmarañada que es la historia, el paleontólogo resalta asimismo que el MNHN tiene en su Sala del presente muestras de la planta Ibicela lutea, conocida como «Cuerno del diablo», cuyo origen también se remonta al Pleistoceno (período de la Edad de hielo) y se vincula con estos animales.
Es que, indica, el fruto de la planta tiene hasta hoy «cuernos» o pinchos que se enganchan en el pelaje de vacas o caballos pero que en un principio lo hacía en el de aquellos megaterios o mastodontes; transporte que ayudaba a dispersar sus semillas.
DE LA GRAN PANTALLA AL MUSEO
La cómica e interminable serie de peripecias de la ardilla con su bellota o la entrañable historia de amistad entre el tigre dientes de sable Diego, el mamut Manny y el perezoso Sid hicieron de la animada «La era del hielo» una película memorable para varias generaciones.
Cumplidos este 2022 los 20 años del filme del extinto estudio Blue Sky, que, disuelto por Disney, dijo adiós con un corto en el que finalmente la ardilla logra hacer realidad su sueño de comer la bellota, el interés de niños y adolescentes por la megafauna sigue latente.
Así lo demuestra el flujo de pequeños curiosos que llega al museo uruguayo, donde, señala Jones, les «llama mucho la atención» ver restos de dinosaurios o perezosos gigantes que pueden asociar con personajes como aquellos de la divertida cinta y se aprovecha esa asociación para explicar más sobre el período.
«Contamos un poco lo que fue la Era del Hielo para que la gente sepa que (la megafauna) no solo existió en Estados Unidos, de donde viene la película, sino que en toda América hubo una especie de Era del hielo donde habitaban estos mamíferos enormes», redondea el científico. (EFE)