Por Facundo Maffoni Manitto (*)
Desde hace cinco años vivo la actividad política de manera intensa, no hay día donde no piense, lea o hable sobre ella.
Desde hace dos años, conservando la misma intensidad de actividad, me he alejado (salvo por la campaña de referéndum de la LUC) de los medios de comunicación en cuanto al debate político, bajando el nivel de participación a algo mínimo. Preferí contribuir desde la elaboración de datos, estrategias y propuestas.
Al llegar un nuevo proceso eleccionario de jóvenes, y por la solicitud del equipo que integro, retome un rol público mayor; considero que hago política de manera respetuosa y constructiva. Siendo sincero miro poco los comentarios de las noticias en las redes, es más miro poco las redes sociales porque me consumen mucho tiempo, aunque gran parte de mis ingresos se generen allí.
¿Entonces a que donde va toda esta historia? Al choque con “la realidad virtual”; al ingresar nuevamente en campaña recordé que hay un grupo minoritario de la sociedad, pero que hace bastante ruido, que entiende que a quien piensa diferente solo se lo puede desprestigiar, agraviar y atacar.
Sigo sin entender la lógica del ataque como práctica política, pero que quede claro: hablo de unos y de los otros, los de izquierda y los de derecha, los de arriba y los de abajo.
Parece ser que cuando una persona piensa diferente pierde automáticamente la condición de ser humano, todo vale con tal de que mi idea sea la predominante. Nos olvidamos de que atrás de esos agravios hay personas, amigos y familias.
En un mundo que avanza todos los días gastar energía, tiempo y recursos en agravios no sirve. Quien se duerme, quien se queda rencoroso, se queda atrás.
El mundo avanza y no nos espera, sumemos o al menos no restemos.
Defendamos nuestras ideas con pasión y respeto.
(*) Técnico en Gestión Cultural por Universidad CLAEH, Técnico en Marketing por ADM y Diplomado en Diseño de Políticas Públicas por Universidad Austral.