Por Salvador Biko
Así como en la antigüedad las Polis (Las ciudades estados Griegas) tenían su apogeo de poder y esplendor, así también pasa con las ciudades referente de algún lugar, así le pasa a esta ciudad aunque muchos no se den cuenta y otros no lo quieran ver.
Hasta hace un año Carmelo gozaba de espectáculos de Jazz de primer nivel mundial, lo mejor de la música popular, los colores que daban vida a sus muros a sus calles. Con todavía los últimos vestigios económicos de Montes del Plata, parecía un cierto enclave de visión, de una intrincada fuerza de potestad en argumentos políticos, ahora ya desgastados, para que esta ciudad bucanera, anárquica pueda hacer alguna presión al poder central departamental o nacional.
Es verdad que para todo ello debe existir un sentido, un conocimiento, una comunicación, una difusión y porque no un sueño. Ese sueño, ese bicentenario salvado por la actitud y necesidad del pueblo que también a veces es ciego, alegría de confraternidad, vendedor nuevamente de espejitos de colores que compramos participando en el trueque, que transamos en el mercantilismo que nos caracteriza.
Con esto no estoy diciendo que todo fue una cagada, hubo cosas muy buenas, esfuerzos importantes y como siempre ventajas de los eternos ventajeros políticos. Pero el pueblo tenía hambre de festejos e hizo de su espíritu el punto más alto de esos días… así como la decadencia, la mediocridad de este caballo de Troya fue que se maquilló para que luego de su paso el estupor dejara a la ciudad aturdida, impávida, caída en un caos oscuro como la Troya de Homero. Incendiada en un mar de tragedias, de bolsillos vacíos.
De vuelta a las calles rotas, a que en semana de turismo no tengamos actividades, a que la vuelta ciclista, esa fiesta del pueblo, no pasé por el estado de la ruta 21, a que los eternos pozos nos hagan caer, a que el otoño comience en la previa del oscuro invierno,.
Allí atrás, quedaron en los festejos las figuraciones queriendo su inmortalidad de las Vacas y Víboras que tan bien plasma en historiador y literato Rivero en “Para un bicentenario”, es la mísera realidad.
Atrás quedó el poco reflejo de nuestra identidad, de nuestro porque, de nuestros artistas, de nuestros obreros, de nuestro puerto, canteras, bucaneros, de nuestro pueblo tan variado que tiene la fuente de Las Tentaciones con un Fauno apóstol de Baco, con los paganos dioses del Olimpo en su plaza central frente a la iglesia de la Virgen María.
Todo esto tiene poco que ver con un desfile militar como pasó. Igual la solidaridad se esta haciendo ver en estos días por el pueblo para los que menos tienen, para los que necesitan. Vuelvo a decir el pueblo pero el pueblo no debe ser incrédulo, Carmelo está en una penumbra, más que la pequeña Babilonia como suelo decir se esta comportando como una Sin CIty.
Conocimiento, respetos, códigos, cultura, lugares de diálogo, enriquecimiento del espíritu, tal vez la ciudad tiene “Mucho ruido y pocas nueces” Luego del Caballo de Troya la ciudad a caído está en nosotros levantarla… “El puente de Carmelo es la ruleta de la vida” dijo mi querido amigo Javier Dumestre.