En el Desayuno de CERES, su director ejecutivo planteó la
prioridad absoluta del Acuerdo Transpacífico, mirar con más
atención a EEUU y olvidarse de un eventual TLC con China.
Economista Munyo propone empujar una nueva agenda de
reformas, adecuada a las nuevas circunstancias del mundo
Uruguay ha mostrado ciertas fortalezas para navegar en el
“mundo tormentoso” de la guerra de Rusia en Ucrania y de la
pospandemia, pero para subir peldaños de la escalera del
desarrollo debería introducir una serie de cambios, más adecuados
a las nuevas circunstancias del mundo: ajustar su estrategia de
inserción internacional; establecer un conjunto de políticas
decisivas para la mejora de la competitividad; y diseñar una
institucionalidad para que las “reformas complejas” trasciendan la
temporalidad del período de gobierno, dijo el economista Ignacio
Munyo, director ejecutivo del Centro de Estudios de la Realidad
Económica y Social (CERES), durante el desayuno exclusivo para
socios de este centro de pensamiento independiente, el martes 13.
El título de la disertación, “Introspección, serenidad y
reimpulso. El Uruguay ante un contexto global y regional
desafiante”, condensa el propósito que alentó Munyo ante unos
400 ejecutivos de empresas que lo escucharon en las instalaciones
del Club de Golf del Uruguay.
Introspección para repensar el rumbo si cambian las
circunstancias; serenidad en la discusión pública para preservar
bienes intangibles como “la paz social” y la calidad de sus
instituciones; y reimpulso “para empujar y mejorar la agenda”
reformista tendente a avanzar en el “desarrollo sostenible en el
tiempo”, abundó el expositor.
Contexto mundial
Con el telón de fondo de los estudios de CERES que dan cuenta
de la fuerte incidencia del ambiente económico y financiero
internacional en Uruguay –“dos terceras partes de los
movimientos del Producto Bruto Interno (PIB) en el corto plazo se
explican por factores externos”-, Munyo habló de un contexto
mundial complicado, pero reconociendo, a la vez, “señales
positivas”.
Apoyado en las cifras de muertos y heridos en la guerra de Rusia
en Ucrania, de refugiados y desplazados internos y el daño de los
ataques militares rusos a la infraestructura civil en el país invadido,
el director ejecutivo de CERES advirtió sobre las consecuencias
profundas de este drama humano, sumada las crisis energética y
alimentaria que “se harán sentir por mucho tiempo”.
Luego de repasar la evolución ascendente de la Organización
del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en el marco de la guerra, y
la posición ventajosa de América Latina como productor de bienes
primarios y de energía renovables, Munyo se detuvo en la realidad
de China bajo el liderazgo autoritario de Xi Jinping que, a su juicio,
es ignorado por buena parte de Occidente.
Un autoritarismo chino que se reflejó en la estricta política
“Covid-cero – tres años de testeos masivos, centros de detención
de infectados y “constantes restricciones a la movilidad”- , que
empezó a hacer motivo de protestas en varias ciudades.
“Los ciudadanos quieren recuperar su vida cotidiana”, afirmó.
Aunque se trata de “semillas democráticas” que germinarán en
algún momento, Munyo cree que “en China habrá autoritarismo
para rato”. Y “cada vez peor”, anotó.
En lo inmediato, “el talón de Aquiles de Xi” es el enfriamiento
de la actividad en un marco general de “control estricto del Partido
Comunista” sobre el conjunto de la economía”, algo que perjudica
el crecimiento.
Al escenario desfavorable de China, se suman los problemas de
las principales economías de Occidente: “ya no crece la actividad
económica en EEUU ni en Europa”, debido a las subas importantes
de las tasas de interés por el combate a la inflación que trajeron
consigo: encarecimiento del crédito, pérdida de confianza de los
hogares y de las empresas, y agitación de los mercados financieros.
No obstante, el economista no trazó un panorama
absolutamente pesimista, apoyado en “algunas señales positivas”,
en referencia a que “la inflación mundial empieza a ceder”, gracias,
justamente, a la suba de las tasas de interés.
Munyo hizo un llamado a no dejarse nublar por “el mundo
bipolar” entre Estados Unidos (EEUU) y China y, es ese sentido,
recomendó prestar atención al ascenso de la India que impulsa una
agenda a favor de la globalización y que CERES analizará el próximo
año.
Y también valoró como positivo la tendencia mundial durante
este año de la “democracia liberal” más firme ante el “populismo”
y mencionó los casos de Brasil, Colombia, Chile, Estados Unidos,
Francia y Perú, el más reciente de todos con la detención y
sustitución del ahora expresidente Pedro Castillo, quien recibió la
espalda de las Fuerzas Armadas en su intento de golpe de Estado.
Brasil y Argentina
Los dos países vecinos enfrentan problemas diferentes entre sí,
pero que afectan mal Uruguay; estimó que el devenir económico
de ambos socios el próximo año será relevante para nuestros
intereses.
Por el lado de Brasil, asumirá el gobierno de Luis Inácio Lula da
Silva, quien más allá de la coyuntura económica de bajo
crecimiento, aún no despeja dudas sobre aspectos fundamentales
como la inserción internacional, la política fiscal, el papel de las
empresas públicas, el comercio exterior y el régimen de promoción
de inversiones, explicó Munyo.
Para el disertante, Lula “no tendrá luna de miel” debido a que
recibe un “combo” complicado: “fuertes de demandas de una
sociedad irritada y fuertes promesas de campaña para atender con
muy pocos recursos disponibles”, explicó.
“No será fácil” al nominado ministro de Hacienda, Fernando
Haddad, “generar espacio fiscal sin desanclar las expectativas de
un mercado que mira de reojo”, señaló.
Lula también tiene por delante dos frentes complejos: mejorar
la imagen de las Fuerzas Armadas que sufren un desprestigio como
no se veía desde el retorno a la democracia; y darle un giro a la
Cancillería a favor del multilateralismo.
Otra dificultad del presidente electo es que “debe conformar
una mayoría parlamentaria para gobernar”, lo que lo obligará a
“arbitrar permanentemente entre visiones contrapuestas que
conviven en su base de sustento electoral”, según Munyo.
Uruguay podría “vender mucho más bienes” a su vecino, algo
muy necesario, pero es imposible sin crecimiento de la economía
de Brasil.
Sobre la “flexibilización” del Mercosur, un aspecto importante
para nuestro país, hay más dudas que certezas sobre la actitud de
la futura administración de Lula, a pesar de que el desarrollo de
este socio comercial depende de su inserción internacional.
Para Munyo, “el sector agroindustrial es el motor de la
economía brasileña (…) y necesita mejorar el acceso a mercados”,
como significaría, por ejemplo, el acuerdo Mercosur-Unión
Europea. Pero Lula al respecto ha tenido “opiniones encontradas”.
La situación de Argentina, el segundo país en importancia del
bloque regional, podría resumirse con la siguiente frase de Munyo:
“una verdadera década perdida”. ¿Por qué? Pues, “el nivel del PIB
está aún por debajo de los registros de hace una década” y una
inflación que “araña el 100%”.
En estos días, el país recibirá el tercer desembolso de Fondo
Monetario Internacional (FMI) de USD 6.000 millones, de un total
de USD 44.000 millones, que obliga a realizar al cierre de este año
una reducción del déficit fiscal primario del 2,5% del PIB y de 1,9%
en 2023, además de cumplir con un calendario de recuperación de
las reservas y ajustes a la política cambiaria.
Munyo cree que ese conjunto de medidas macroeconómicas
afectará las posibilidades electorales de Sergio Massa, posible
candidato del oficialismo, ministro de Economía y uno de los
referentes de la coalición gobernante Frente de Todos.
Para nuestro país, analizó Munyo, es relevante la estabilización
del llamado “dólar blue” (paralelo) y que se “equiparen los precios
con Uruguay”.
La disparidad cambiaria entre ambos países “ha pasado
factura” a los comercos del litoral de Uruguay, particularmente en
el segundo trimestre de 2022. Las ventas cayeron al 40%, desde
que se abrieron las fronteras luego de la pandemia.
“Hoy se encuentra en los niveles de fines de los ’90, cuando en
Uruguay se ubica casi 30% arriba”, dijo a los empresarios.
La brecha cambiaria dejó al desnudo el “encarecimiento
relativo de Uruguay”, indicó el economista, algo que tiene
consecuencias en la pérdida de la competitividad, un fenómeno
que “se ha extendido por fuera de la región”.
“En comparación con 2021, Uruguay se ha encarecido con
respecto a todos los mercados relevantes”, aseguró.
¿Qué hacer?
Respecto a Uruguay, que ingresó en una fase de enfriamiento de
la economía, inversiones influyentes que llegan a su fin (tercera
planta de pasta de celulosa y obras asociadas) y precios más
mesurados de un sector agroexportador perjudicado por los costos
elevados de producción, Munyo cree que tiene que repensar su
agenda de desarrollo.
El valor actual del dólar, “que es un gran problema” a resolver, es
un buen ejemplo de la estrategia que le conviene seguir al país. Hay
dos alternativas al respecto: 1) el “camino corto” de la devaluación
de peso; y 2) el “camino largo”, el más apropiado, que supone
mejorar la inserción internacional, las regulaciones internas, la
eficiencia del Estado y las inversiones en infraestructura y en
educación.
Pensar la inserción internacional, no significa poner en cuestión la
apertura comercial, sino dónde mover las fichas, se desprende del
razonamiento del economista. En ese sentido, consideró
conveniente priorizar el ingreso al Acuerdo Transpacífico (CP-TPP,
por su siglas en inglés) y desistir de un eventual Tratado de Libre
Comercio (TLC) bilateral con China.
Munyo planteó cuatro razones: Uruguay ya tiene relaciones
comerciales “muy fluidas” con China y puede haber más negocios
sin necesidad de un TLC; es una iniciativa que causa “molestia” a
los socios del Mercosur; no es bueno que “Uruguay sea punta de
lanza” en este tema; “puede afectar negativamente la chance de
que se concrete el Acuerdo Mercosur-Unión Europea” que es
tremendamente positivo para Uruguay.
Al reivindicar el CP-TPP, resaltó “las ganancias” de productividad
que significa ser parte de un tratado de esa naturaleza: un mercado
de 11 países, y en ascenso, de 480 millones de personas que
representan el 14% de la producción global. “El potencial” de
exportación “es grande”, dijo el economista.
Aunque “no es un traje a medida del Uruguay”, dijo que es un “traje
que nos calza muy bien”; hasta podría sortearse un eventual
problema por la regulación de los mercados donde operan las
empresas públicas, si pueden acogerse a los regímenes especiales
previstos.
Por otra parte, invitó a mirar con más atención a EEUU, que, según
las estimaciones de CERES, este año se convertirá en nuestro
principal socio comercial, un poco por encima de China.
Para Munyo, es un error “pedirle a EEUU lo que no puede dar”, en
alusión a un TLC, por circunstancias políticas internas, y que es más
“estratégico” aprovechar mejor los instrumentos con los que
cuenta Uruguay, como el Acuerdo Marco sobre Comercio e
Inversiones (TIFA, por sus siglas en inglés), firmado en 2007.
El TIFA tiene “mucho potencial” para atraer capitales, dijo Munyo.
Ofrece un marco de retenciones a la venta de servicios similar a los
TLC que firma EEUU y, por otra parte, podría avanzarse en
acuerdos de doble tributación, así como en un programa de
cooperación mutua de cadenas de valor.
“Hay mucho espacio para crecer en el comercio con EEUU. No solo
hay que aprovecharlo, sino que hay que cuidarlo”, sostuvo Munyo.
El acceso a mercados como el de EEUU, explicó el economista,
significa hablar de “nuevos puestos de trabajo”, en momentos en
que tanto el desempleo como el empleo se encuentran
estancados.
La foto del Uruguay de hoy es de aumento de la productividad de
la mano de la automatización, lo que trae aparejado “una menor
demanda de puestos de trabajo rutinarios y poco calificados”.
En ese sentido, advirtió que “hay en Uruguay 400 mil personas en
condiciones de alta vulnerabilidad laboral”, según estimaciones de
CERES, una realidad que el país no puede desatender.
Esa problemática, reflexionó, obliga a “analizar con profundidad el
lanzamiento de un programa de Renta Esencial”, una partida de
dinero a personas en situación de vulnerabilidad laboral, que
garantice un “ingreso mínimo de subsistencia por un tiempo
restringido”, condicionado a la capacitación laboral en nuevas
habilidades.
La Renta Esencial, afirmó Munyo, “no destruye la cultura del
trabajo, sino que la fomenta porque contribuye a sostener la
dignidad y autoestima de las personas para que no se caigan del
sistema”.
“Para evitar cualquier sesgo populista”, aclaró, la asistencia
económica debería tener un “plazo claro” y una gestión
transparente.
Pero también Uruguay presenta problemas por la “escasez de
recursos humanos en sectores dinámicos y de alto valor agregado”,
dijo Munyo. Allí ubicó a los trabajos inherentes a la tecnología de
la información y la comunicación (TIC), ciencias de la vida, industria
audiovisual y energías renovables, entre otros grupos de servicios
basados en conocimiento.
Uruguay presenta indicadores de disponibilidad de capital humano
calificado por debajo de Argentina, Brasil y Chile, según estudios.
No se genera capital humano “al ritmo necesario para cerrar la
brecha actual en el corto plazo”, aseguró en base a datos
procesados por CERES.
¿Es posible cerrar una brecha que afecta la llegada de inversiones
que generan empleo de calidad? Según Munyo, es posible con una
reforma de la educación que atienda los problemas de calidad y de
permanencia en el sistema.
El diagnóstico y los planes de reforma van en la buena dirección,
pero no así en un aspecto clave como es el involucramiento de los
docentes, donde Munyo se mostró crítico.
“Hay que ampliar y darles continuidad a los esfuerzos para
informar, involucrar y comprometer a todos los docentes”, dijo, y
fue enfático en remarcar que “los docentes son la clave del éxito”.
Como los cambios en la educación tienen el horizonte en el largo
plazo, es necesario pensar políticas públicas de más rápido
resultado y allí Munyo colocó el tema de la inmigración donde a su
entender hay mucho por hacer.
Un estudio de CERES mostró que la mayoría de los inmigrantes que
llegan al país son jóvenes con formación universitaria o terciaria,
que se desalientan en el país por la “pesada burocracia que limita
su desarrollo personal”, resumió el expositor.
Junto a los planes del gobierno para captar 20 residencias anuales,
otorgando beneficios económicos, es importante contemplar
mejoras en los procesos de residencia y en los trámites de reválidas
de estudio, algo nocivo para la economía en varios planos, según
explicó Munyo.
Puso como ejemplos la red coordinada de oficinas especializadas
en inmigrantes en toda la provincia de Cataluña, las visas para
Startups, como existen en Australia, Canadá, Finlandia y Portugal,
con el propósito de facilitar las cosas a los extranjeros que se
desempeñan en trabajos ide innovación.
Munyo hizo una propuesta que a su juicio ayudaría a desenredar
los obstáculos que sufren los extranjeros que quieren asentarse en
nuestro país. Incluso también en un área clave como la de
inversiones.
Se trata de una “metodología internacional” para mejorar la
ejecución del Estado, remover trabas y cumplir más fácilmente el
cumplimiento de la ley.
“Deliverology”, según Munyo, contribuiría “a definir
correctamente el objetivo y los indicadores de desempeño” e
identificar las mejores prácticas de las políticas públicas.
Y a esa metodología, que requiere de un “objetivo claro y realista”,
el economista sumó “la importancia de rendir cuentas, con un
liderazgo claro y un equipo capacitado”.
Reconoció el camino que inició el gobierno con la Agencia de
Monitoreo y Evaluación de Políticas Públicas”, pero, en su opinión,
“se puede hacer más”.
El telón de fondo es la importancia de “volver más eficiente la
gestión del Estado” porque el desempeño fiscal “es determinante
para el desarrollo del país”.
Para Munyo, en línea con la mejora en la calidad fiscal, que se
puede apreciar en la caída del déficit y la utilización de
instrumentos novedosos como el bono con compromisos
medioambientales, es imperioso concretar la reforma de la
seguridad social tal como persigue el gobierno.
El gasto previsional “crece sostenidamente” -más de seis mil
millones de dólares anuales que equivale a 12,5% del PIB- como
consecuencia de que “ocurrieron cambios profundos que obligan
al país a adaptar el sistema a la nueva realidad”, sostuvo.
“No hay misterio: los que reciben las prestaciones viven cada vez
más y los que aportan son cada menos”, argumentó el director
ejecutivo de CERES.
Consideró “un gran avance” el proyecto de ley del gobierno –
“resultado de un trabajo serio de un amplio grupo de profesionales
comprometidos con el país”- pero reconoció la dificultad que
supone implementar una reforma “de alta complejidad” que
trasciende a un período de gobierno.
Para superar escollos, Munyo planteó la creación de una Comisión
de Productividad al estilo de la que existe en Australia, un
organismo consultivo del Estado, que brinda asesoramiento y
análisis independiente a los gobiernos de turno sobre aquellas
reformas que afectan la productividad.
Su éxito radica en la independencia técnica, el estatus de
asesoramiento obligatorio y suficiente recursos y capacidades que
legitiman su intervención, según explicó el disertante.
Munyo imagina algo semejante al Grupo Asesor Científico
Honorario (GACH). “No solo sería clave para seguir por el camino
de impulsar buenas políticas públicas, también sería clave para
evitar malas políticas”, argumentó.
Sobre el final de la conferencia, el director de Ceres reforzó su
mensaje esperanzador: “Tenemos que adaptarnos y aprovechar las
oportunidades que nos ofrece el mundo actual. Depende de
nosotros”, de la introspección, serenidad y reimpulso.