Una pincelada de paisajes que animaba las paredes de la casa familiar. Esa era la imagen que Nuria Álvarez tenía de su abuelo hasta que, motivada por un investigador, abrió un baúl con secretos que sacó del olvido al talentoso artista catalán que en plena Guerra Civil le dijo no al fascismo.
A pesar de no haberlo conocido en vida, la uruguaya Nuria Álvarez Bosch tenía, del relato familiar, un recuerdo adquirido de quién había sido Florenci Bosch Tubau (1899-1954), el pintor que con 53 años y una familia a cuestas dejó su Barcelona natal para emigrar a Sudamérica.
Sin embargo, como en todo recuerdo ensamblado, y más allá de las clásicas anécdotas o el trasfondo de «mucha tristeza» por el exilio del Franquismo que recibió de su madre y su abuela, la historia no estaba completa.
«Para mí eran siempre cuadros, mi abuelo era un cuadro que estaba en las paredes de la casa de mi abuela (…), era una pincelada», relata la nieta en una entrevista con EFE.
EL PINTOR CATALÁN
En 2019, el historiador español José Luis Muñoz Díaz buscaba información de un artista oriundo de la localidad San Andrés del Palomar -hoy barrio de Barcelona-, cuando dio en una subasta con un cuadro de otro pintor del mismo pueblo al que desconocía, Bosch Tubau.
El hallazgo derivó en investigación y la conclusión fue sorpresiva; había sido conocido en Cataluña, donde hubo numerosas exhibiciones de sus paisajes de técnica impresionista -que seguían los pasos de la denominada Escuela de Olot, de la segunda mitad del siglo XIX- pero hacia fines del siglo XX quedaban ya pocos indicios sobre su vida.
Con poca suerte en los libros, Muñoz buscó en internet, donde le sorprendió dar con el curioso blog sobre el pintor catalán «Óleos Bosch Tubau», cuya autora, a un océano de distancia, recibió rápidamente un mensaje.
Así describe Álvarez su intercambio con el investigador que, ansioso por obtener más datos, le expresó por el blog su intención de escribir una biografía de Bosch «para darlo a conocer en su lugar de origen».
EL BAÚL Y SUS SECRETOS
El intercambio fue fructífero, al punto de que, desde Barcelona, Muñoz no solo cotejó información sino que incentivó a Álvarez a bucear en el archivo familiar para encontrar nuevas pistas.
«Fue una locura aquello porque me hizo literalmente abrir un baúl en que estaba toda esa información, fotos, datos, libros», dice quien, poco a poco y pandemia mediante, lo ayudó a escribir el hoy publicado libro «Memoria de un olvido».
En ese baúl, en tanto, encontró documentos que revelaron mucho más sobre Bosch, pues, vio que antes de empezar a pintar de forma autodidacta había sido poeta, actor y dramaturgo.
«Realmente sus orígenes estaban en la escritura y las obras de teatro. Era actor, dramaturgo, escribió varias obras de teatro que las registró en Barcelona», explica, a lo que puntualiza que la prohibición del catalán durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera causó que abandonara la escritura.
«Como le dijeron que si quería escribir tenía que traducirlo al español y a él le surgía su lengua materna, el catalán, dijo ‘no voy a traducir’. Dejó de escribir y (…) se le ocurrió empezar a pintar pero unos bosquejos, cosas con las tintas que tenía en la imprenta donde trabajaba», asegura.
PECHADA AL FASCISMO
A lo que detalla que le sorprendió la carrera teatral de su abuelo, quien a partir de 1916, con una puesta de la obra de Ángel Guimerá «Terra Baixa», actuó y dirigió diversas piezas, como «Indíbil i Mandoni» o «La mare», Álvarez dice que Bosch escribía muchos sainetes románticos.
No obstante, un artículo publicado por el artista en 1938 -durante la Guerra Civil Española (1936-1939)- en el periódico republicano L’Autonomista bajo el título «La pechada del fascismo» habla de un autor con convicciones políticas fuertes que escribió sobre el régimen frases como «todo el trabajo de los siglos, en un instante, la furia de un hombre lo ha enterrado».
«He encontrado banderas catalanas escondidas en lomos de libros, en lugares insólitos», dice asimismo la nieta, quien subraya el carácter rebelde que tenían estos símbolos, proscritos en esa época.
MEMORIA DE UN OLVIDO
En la sinopsis del libro Muñoz dice que mientras en Montevideo la obra de Bosch pronto es «admirada», pues a dos años de llegada, en 1954, exhibe allí y el Museo Blanes compra dos de sus pinturas, en Cataluña «comienza el olvido», ese que María Martí y Nuria Bosch, su esposa e hija, luego intentan deshacer.
Traducido al español por Álvarez y presentado recientemente en Montevideo frente a diplomáticos españoles y autoridades, «Memoria del olvido» abre, para ella, «una nueva etapa» sin olvidos.
«Todo tiene que ser una línea seguida, permanentemente hacer memoria, no permitirnos olvidos y tratar de que siempre prevalezca la memoria, porque cuando se pierde corremos riesgos de olvidarnos de cosas importantes, de gente muy valiosa y también de dónde estamos hoy parados», redondea. (EFE)
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