Por José Antonio Pascual
La selección de Argentina disputará este domingo su sexta final de una Copa del Mundo, una historia que comenzó hace casi un siglo cuando jugó y perdió la de Uruguay 1930 con la figura de Guillermo Stábile, ganó con el matador Mario Alberto Kempes en casa en 1978 y en México’86 con Diego Maradona, que sufrió el sinsabor de la derrota en Italia’90, como en Brasil’14 le ocurrió a Leo Messi, que ahora tratará de tomarse la revancha en Qatar’22.
Al amparo de los tantos de Guillermo Stábile, conocido como el ‘filtrador’, Argentina logró disputar la final de la primera Copa del Mundo, en la que cedió en el Centenario de Montevideo ante el conjunto anfitrión, que llegaba después de ganar el oro en los Juegos Olímpicos de 1924 y 1928.
La Albiceleste se adelantó dos veces por medio de Carlos Peucelle y Stábile, el primer gran goleador argentino, pero la Celeste, arropada por su hinchada, equilibró el marcador con tantos de Pablo Dorado y José Cea, y remató el triunfo gracias a Victoriano Santos Iriarte y Héctor Castro.
El artillero de Huracán, suplente en el primer encuentro ante Francia, fue titular en el segundo ante México y un triplete le mantuvo en el once inicial para acabar siendo el máximo artillero con ocho dianas.
No remató su torneo con el título pero se ganó el reconocimiento general, el pase a Europa, al Génova, al Nápoles y al Red Star de París, pero problemas físicos le obligaron a centrarse en los banquillos, en los que se convirtió en el más longevo de la historia de la Albiceleste, con la que logró seis Copas Américas pero no tuvo éxito en los Mundiales. Compaginó dicho cargo con el de guiar al gran Racing de Avellaneda de itad de siglo XX.
Tardó 48 años Argentina en regresar a una final de una Copa del Mundo. Lo hizo en casa, de la mano de César Luis Menotti, tras obtener ante Perú una goleada imprescindible (6-0) en el último partido de la segunda liguilla, y se colgó su primera corona ante Holanda tras una prórroga con un Mario Alberto Kempes estelar y decisivo.
El ‘Matador’ fue el encargado de abrir el marcador de la final disputada en el Monumental de Buenos Aires y de encarrilar el triunfo en la prórroga, a la que se había llegado con empate a uno tras igualar poco antes del final Dick Nanninga, reemplazo del mítico Johnny Rep.
Ya sin Johan Cruyff, pero con grandes nombres en la historia del fútbol neerlandés y mundial, capitaneados por Ruud Krol, los hombres de Ernst Happel crearon muchos problemas a los pupilos de Menotti, quienes encontraron la gloria por el empuje, la fe y el olfato de un gran Kempes.
Ocho años más tarde llegó la hora de Diego Armando Maradona. México’86 fue su gran torneo con la Albiceleste. Líder absoluto dentro y fuera del campo. Entró directo y por derecho en el Olimpo con actuaciones gloriosas, con el considerado mejor gol de todos los tiempos, y hasta con la picardía de la ‘mano de Dios’.
Argentina, comandada por el ’10’, por el gran Diego, y dirigida desde el banquillo por Carlos Salvador Bilardo, el antagonista a Menotti, se plantó en la final del Azteca ante la Alemania Federal de otro mito, Franz Beckenbauer.
El central José Luis Brown y Jorge Valdano parecieron encarrilar un claro triunfo de Argentina, pero los germanos demostraron su carácter competitivo y llegaron a igualar la final por medio de Karl Heinz Rummenigge y Rudi Völler.
Sin embargo, Jorge Burruchaga, a seis minutos del final, selló el definitivo 3-2 que permitió una de las imágenes icónicas de la historia de la Copa del Mundo cuando Maradona levantó al cielo de Ciudad de México el trofeo.
Cuatro años después, volvieron a verse las caras argentinos y germanofederales en la final del Olímpico de Roma, con buena parte de los mismos protagonistas, entre ellos los Maradona, Burruchaga, Lothar Matthäus, Bilardo y Beckenbuaer.
Fue otra final cerrada pero menos espectacular. Tan solo hubo un gol y fue de penalti. Transformado por Andreas Brehme a cinco minutos del final. Alemania se había tomado la revancha. Maradona y todo el país lloraba la derrota esta vez.
Veinticuatro años más tarde en Brasil 2014 Argentina regresó a la lucha por el título. El rival, para no variar, Alemania, que había masacrado en la semifinal a la Canarinha por 7-1 en Belo Horizonte.
Leo Messi ya era el líder absoluto del equipo albiceleste que dirigía Alejandro Sabella y uno de los mejores jugadores del mundo sin discusión. Atrás habían quedado momentos de apuro ante Suiza, Bélgica y Países Bajos.
Fue otra final marcada por el equilibrio, la igualdad. Argentina tuvo ocasiones como para haber vencido. Las malogró. Alemania resistió y un tanto de Mario Götze en la prórroga, en el minuto 113, volvió a coronar a la ‘Mannschaft’ y a amargar a Argentina y a Messi, que este domingo tendrá su segunda oportunidad, y última, con 35 años, de tocar la gloria mundialista, lo único que le falta en su exitosa carrera.
Será la sexta final de Argentina. El sueño del tercer título está más vivo que nunca. (EFE)