Por Javier Castro Bugarín
«Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar» volvió a ser el cántico más escuchado este sábado en las calles de Buenos Aires, donde cientos de personas participaron de un «banderazo» para calentar la previa de la final y transmitir su energía a la selección argentina.
La euforia mundialista se pudo sentir en quince puntos diferentes de la capital, que este domingo se paralizará durante varias horas para presenciar una nueva cita de la Albiceleste con la historia.
«Esto es muy emocionante. Para los argentinos, el fútbol es una pasión. Tenemos unos nervios increíbles, pero es que la Argentina es así», afirma a EFE Alejandra, una de las múltiples aficionadas que se congregaron a los pies del Obelisco porteño para expresar su apoyo al combinado de Lionel Scaloni.
ANSIEDADES PREVIAS
Esa esquina de la avenida Corrientes con la 9 de Julio fue uno de los epicentros de las movilizaciones, integradas por grupos de jóvenes, familias con niños pequeños y simpatizantes particulares que alzaron su voz con el fin de sacarse de encima los nervios previos al partido.
Si bien, en un primer momento, la timidez dominaba el ambiente, bastó la iniciativa de un par de hinchas para prender el ánimo del resto de aficionados, quienes acudieron a la cita ataviados con banderas, gorros, bufandas y camisetas de color celeste y blanco.
«Tenemos muchos nervios por saber qué va a pasar mañana. Hay ansiedad, pero también vamos a dormir y esperar a ver qué sucede», asevera en una conversación con EFE Horacio, quien acudió al Obelisco en compañía de su hija, Ana, cuyos recuerdos de la última final perdida en el Maracaná en 2014 son casi inexistentes.
El ruido constante de las vuvuzelas se entremezclaba con las referencias a los principales ídolos del fútbol argentino, especialmente Diego Armando Maradona, recordado incluso por los aficionados que, por su corta edad, no lo vieron vestir la camiseta albiceleste.
«Al Diego lo recuerdo todos los días, todos los meses, todos los años», expresa a EFE Renzo, un adolescente que «obviamente» volverá al Obelisco este domingo en caso de triunfo.
El amor por los colores de Argentina no entiende de fronteras, como demuestran Marco y Angelo, dos brasileños que condujeron durante más de veinte horas para llegar a tiempo de vivir el partido en Buenos Aires.
«Existe ese sentimiento de que América está unida por esta Copa de Argentina. Tenemos billetes para el lunes, pero si sale campeón creo que nos quedaremos más días», reconoce Marco, ansioso por ver a Messi y al resto de la selección festejando el triunfo en la capital.
SIN PRESIONES PARA «LEO»
Hoy por hoy, ningún jugador emociona más a los hinchas argentinos que Leo Messi, receptor de las esperanzas de un pueblo que, pase lo que pase, mantendrá su amor por él hasta el final.
«Lo que se ve de Messi es algo extraordinario, porque realmente te das cuenta de que se está divirtiendo y está jugando en equipo, y el equipo va con él a muerte. Aunque hayamos llegado a la final, gane o no gane, Messi va a ser siempre el mejor del mundo, siempre», asegura a EFE Rodrigo, otro de los hinchas presentes en el Obelisco.
La sensación global es que, independientemente del resultado ante Francia, la selección ya ha conseguido hacer feliz a su país, inmerso en un contexto socioeconómico muy delicado, con altos índices de pobreza y una inflación anual que roza los tres dígitos.
«El país está muy mal, hace muchos años que estamos así y creo que traer la Copa acá será una alegría enorme para el pueblo. La verdad es que nos merecemos un poco de alegría», sostiene Alejandra, que este domingo se dejará la voz en animar al equipo de su vida.
Caída la noche en Buenos Aires, el Obelisco se iluminó una vez más con imágenes de la selección, la última «cábala» -esa a la que los argentinos son tan aficionados antes de cada encuentro importante- antes de la gran final. (EFE)