El presidente , Luis Lacalle Pou, y los expresidentes José Mujica y Julio María Sanguinetti partieron este domingo juntos en avión rumbo a la capital de Brasil, donde asistirán a la ceremonia de investidura del presidente electo de ese país, Luiz Inácio Lula da Silva.
Según pudo saber EFE, lo hicieron en un vuelo privado que salió desde el Aeropuerto Internacional de Carrasco, en las afueras de la capital uruguaya, a las 10.00 hora local (13.00 GMT).
A raíz de una invitación del mandatario, Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000), del centroderechista Partido Colorado, y Mujica (2010-2015), del izquierdista Frente Amplio, acompañarán en la ceremonia en Brasilia a Lacalle Pou -del también centroderechista Partido Nacional- y su canciller, Francisco Bustillo.
Mujica, quien, como señaló a la prensa el pasado viernes tenía ya un plan para ir por ser «bastante viejo amigo» de Lula, aceptó la propuesta de ir con Lacalle pese a sus diferencias político-ideológicas por considerar que «la imagen del país es lo que cuenta».
Algo similar expresó Lacalle Pou, quien dijo que su invitación demuestra una «continuidad democrática institucional y republicana» que en el mundo actual «pocos países en todo el globo terráqueo pueden mostrar».
Veinte años después de la primera vez, Luiz Inácio Lula da Silva asumirá este domingo la Presidencia de Brasil en presencia de autoridades de medio centenar de países y con una gran fiesta popular que congregará a unas 300.000 personas.
Lula estuvo en el poder durante dos períodos consecutivos, entre 2003 y 2010, y regresa a la Presidencia a los 77 años y tras una durísima campaña electoral en la que derrotó en segunda vuelta y por escasos 1,8 puntos porcentuales al ultraderechista Jair Bolsonaro, quien este viernes partió inesperadamente hacia Estados Unidos.
La ceremonia de toma de posesión será celebrada en medio de una vasta operación policial, que movilizará a unos 15.000 agentes de todos los cuerpos de seguridad del Estado, debido a las amenazas de grupos violentos de la extrema derecha bolsonarista.
Esos radicales han provocado serios desórdenes en Brasilia en las últimas semanas y hasta han intentado volar un camión cisterna en el aeropuerto con una bomba de fabricación casera.
Pero si hay temores, también habrá una gran fiesta. Son esperadas unas 300.000 personas, para un concierto que comenzará temprano para terminar en la madrugada del lunes, con medio centenar de artistas populares. EFE