En lo que supone un avance sin precedentes en Uruguay y con «muy pocos casos» similares en Latinoamérica, la compañía uruguayo-argentina Eolo Pharma obtuvo el aval para probar en humanos su potencial fármaco contra la obesidad y la diabetes tipo 2.
Fundada en 2018 por investigadores del Instituto Pasteur (IP) de Montevideo y la Universidad de la República (Udelar), la startup (empresa emergente), que trabaja en la elaboración de compuestos para tratar enfermedades metabólicas, neurodegenerativas y autoinmunes dará este año un nuevo paso.
Así lo asegura en un diálogo con EFE su director científico, Carlos Escande, quien detalla que el principal compuesto diseñado por la compañía, el denominado MVD-1, ha tenido «efectos muy buenos en la prevención y tratamiento de la obesidad y la diabetes tipo 2» en los modelos animales y prepara su primer estudio clínico en personas.
«Es un hito para el país. Es la primera vez que se da este paso desde Uruguay y hay muy pocos casos en Latinoamérica de un fármaco que se desarrolla en la mesada y se prueba a nivel de laboratorio que comienza las fases de estudio clínico en pacientes», resalta el directivo de la empresa, fundada en Uruguay con una inversión semilla de la incubadora argentina CITES.
EL AVAL HACIA UN SALTO COMPLEJO
Según detalla Escande, el estudio, a desarrollarse en Australia, consistirá de una primera fase de seguridad subdividida en dos grupos de 24 pacientes sanos y una segunda en la que «se va a incrementar el criterio y se van a tomar también individuos con sobrepeso, obesidad y glucemia en ayuno alterada».
«Acabamos de obtener la aprobación por la agencia regulatoria australiana -la Therapeutic Goods Administration (TGA)-, se comienza a hacer el reclutamiento de los pacientes en enero de 2023 y está previsto que el ensayo se desarrolle durante todo 2023», puntualiza.
A lo que explica que se hará en el país oceánico porque este cuenta con una serie de beneficios que lo colocan como «lugar de referencia para ensayos clínicos» y el aval permite luego la aprobación de la FDA de Estados Unidos y la EMA europea. Escande indica que estos ensayos son complejos.
«En modelos animales funcionó muy bien, pero ese salto del modelo animal al paciente es el salto más complejo y donde muchas veces fármacos que funcionan en animales terminan no funcionando en humanos», subraya.
EXPECTATIVAS A FUTURO
Según el investigador, en la fase clínica, el MVD-1, que a diferencia de otros medicamentos que actúan sobre el sistema nervioso central y pueden producir ansiedad y depresión lo hace directamente en los tejidos adiposos con termogénesis para quemar las grasas, puede no llegar a buen puerto.
Es que, dice, un posible camino es que presente «riesgo de seguridad» por generar efectos adversos agudos, lo que impide su andamiaje; mientras que otro puede ser el de que no sea peligroso pero falle en efectividad.
En ese último caso, acota, el potencial medicamento se podría redirigir hacia otro tipo de patologías como las enfermedades autoinmunes, en las que, en las pruebas en animales, también tuvo buenos efectos.
De todas formas, Escande es optimista, pues esgrime que la estructura química del fármaco está «muy emparentada» con la de otros que ya se han empleado en pacientes «durante decenas de años».
«(Por) esto, sumado a los estudios que hicimos en animales, consideramos que las chances de que sea tóxico son bajas», apunta.
En esa línea, el científico proyecta que para fines de 2023 se habrá superado la primera fase del estudio, que, de completarse, daría pie a la producción y comercialización del fármaco, para lo que, cree, será necesario «sublicenciar a alguna compañía más grande».
«Es muy poco probable que con nuestras capacidades pudiésemos seguir adelante pero ese es el modelo de negocio que se sigue, las startups en algún momento terminan sublicenciando», redondea. EFE
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