Por Elio García
Linda y única, así es Carmelo.
Una muchacha va patinando por Avenida Rodó, el viento en la cara, y allá el río como un imán se acerca, en el paseo cotidiano más natural y rutinario que todo carmelitano lo hace a su manera.
En la playa las mismas sombrillas y familias de todos los años reposera mediante, toman mate, comen alguna que otra torta frita y se ponen al día con cuentos de ocasión.
Algunas veredas demasiado angostas nos invitan a caminar la calle y cada vez son más los que deporte mediante lo hacen por cuestiones de salud.
Dije que Carmelo es única porque pasan cosas que en otros lugares son impensables. No hablo de inauguraciones ni de obras públicas, algunos se molestan cada vez que hago alusiones cholulas, pero Shakira entrando al Templo Viejo, a un casamiento solo se da aquí. Es el toque distinto.
O estar en el sector de lácteos de Los Balla y tener a mi lado a cinco centímetros de distancia al mismísimo Ricardo Jorge Mollo, músico argentino conocido por formar parte de tres grupos musicales del movimiento de rock argentino: guitarrista de MAM en los años 70 y los 80, de Sumo en los 80 y desde 1988 es el vocalista, guitarrista y líder de Divididos, casado con Natalia Oreiro, que supieron vivir aquí en Carmelo.
No se enojen los historiadores, hago el respeto correspondiente cotidiano del artiguismo fundacional de esta ciudad.
Pero déjame decirte que en la esquina de 19 de Abril y Buenos Aires un día me encontré con Matt Groening y su esposa, sí, el creador de Los Simpson, caminando por las veredas de la ciudad fundada por Artigas. Si no era, entonces vi al gemelo uruguayo…
Carmelo te sorprende, es la ciudad con olor a tilo y tiene sangre de vino. Tenemos los atardeceres más lindos del mundo y las tormentas más feroces que la sufrimos en silencio con barcos que enloquecen, árboles que se vienen abajo y cambian el paisaje, pero seguimos nuestro camino, a veces discutiendo, otras haciendo ruido, y filosofando sobre nuestra condición eterna de ciudad de turismo que acaricia la Argentina.
En mi saludo a Carmelo no hago mucha referencia a queridos y reconocidos vecinos y vecinas carmelitanas que hicieron historia, y son venerados, no por olvido, sino porque la estoy mirando desde otro sitio.
Con los ojos del visitante o con los ojos del descubridor.
No muchas ciudades tienen el honor de contar con un cuento del mismísimo Adolfo Bioy Casares, que escribió una historia de ficción memorable sobre la inmortalidad del hombre haciendo referencia a nuestra comarca, me refiero a Planes para una Fuga al Carmelo (1986).
Carmelo es viento y tormenta del oeste. Ciudad entrañable, muy nocturna, mucha luna, planeta y estrellas. Ciudad de playa y río. Ciudad giratoria, puente que cruza, y vuelve que te vuelve.
Feliz cumple ciudad coqueta.
Pueblo que alcanza las 207 velitas de una torta gigante, que se extiende por los barrios con sus tradiciones y desafíos, sacudiendo la araucaria de la plaza, moviendo la grúa del puerto, colándose por la estructura de hierro del puente o gritando un gol en la hora en el Parque Artigas.