Por Alejandro Prieto
Reunidas bajo la consigna «Lucha feminista contra el hambre y la opresión», una marea violeta de cientos de miles de mujeres llenó este 8 de marzo las calles de Uruguay, donde hubo 40 movilizaciones distribuidas por distintos puntos del país.
Encabezada por las mujeres que están al frente de las ollas y los merenderos populares que brindan a diario platos de comida a quienes los necesitan, la multitudinaria marcha de Montevideo comenzó sobre las 18.00 hora local (21.00 GMT).
PARAMOS Y MARCHAMOS
En un recorrido que fue desde la céntrica Plaza Libertad hasta la sede de la Universidad de la República, sobre la principal avenida capitalina, miles de mujeres marcharon con pancartas con frases como «no somos histéricas, somos históricas» o «lo contrario al feminismo es la ignorancia» y emitiendo diversos cánticos.
Entre otros reclamos transformados en canción sonaron «ni una agresión sin respuesta, frente a los machismos acción directa», «señor, señora, no sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente» o «el gobierno es responsable de esta realidad de hambre».
Si bien esta marcha por el Día Internacional de la Mujer, que contó con la participación de unas 50 organizaciones feministas, fue la más concurrida, según destacó a EFE la vocera de la Intersocial Feminista Natalia Carrau hubo en total 40 manifestaciones repartidas por diversas localidades del país suramericano.
La jornada estuvo marcada a su vez por el primer Paro Internacional de Mujeres convocado desde la central sindical del país, el PIT-CNT, cuya concreción -tras varios intentos fallidos de lograr consenso para que la huelga no fuera mixta sino exclusiva de mujeres en años anteriores- fue destacada como un logro.
La responsable de la Secretaría de Género del PIT-CNT, Flor de Liz Feijoo, indicó que para el movimiento sindical este paro de mujeres, que tuvo un llamado dirigido no solo a las trabajadoras asalariadas sino también al resto, «significa un antes y un después».
«Fue un proceso difícil que llevó varios años de intercambio y debate pero hoy es una conquista más en tanto poder visibilizar la situación, los problemas, la vulnerabilidad de cientos de miles de compañeras», resaltó Feijoo.
CONTRA EL HAMBRE Y LA OPRESIÓN
Los reclamos de una «vida digna y libre de violencia» y el rechazo a la «precarización de la vida», la xenofobia, la violencia racista y «la criminalización de la solidaridad y la pobreza» cerraron la proclama de la marcha que, como destacó Carrau, tuvo una consigna centrada en señalar «el retiro del Estado».
Es que, dijo, el Gobierno del centroderechista Luis Lacalle Pou llevó adelante un «desmantelamiento de las políticas públicas» que redundó en «una sobrecarga en mujeres».
«Todo lo que el Estado no está haciendo lo terminamos haciendo nosotras las mujeres», señala la activista, quien dice que esto se ve en la red de ollas populares, a quien el Ministerio de Desarrollo Social brindaba ayudas económicas hasta este marzo, cuando retiró su apoyo luego de una polémica por un presunto mal manejo de los alimentos donados.
Desde el frente de la marcha, la vocera de la Coordinadora de Ollas Populares de Uruguay, Cecilia Sarasola, dijo que estar allí adelante fue «una forma de reconocimiento» al trabajo que se da en las ollas y merenderos, donde «casi el 80 %» son mujeres voluntarias y que no perciben ingresos por ello.
«Desde hace tres años las mujeres que estamos organizadas en las ollas no solo estamos sosteniendo la crisis alimenticia en los barrios (…) sino sintiendo fuertemente lo que es sostener toda la vulneración de los derechos de los barrios», subrayó Sarasola.
ANTE LOS ATAQUES, MÁS LUCHA
En una plataforma que hace también explícito su rechazo a las dos principales reformas que lleva adelante el Gobierno, la de la seguridad social y la del sistema educativo, las organizaciones de mujeres pusieron un especial énfasis en denunciar ataques de «fuerzas conservadoras y fascistas» contra el movimiento.
«Eso está permeando y atravesando no solo algún tipo de política que se está promoviendo, como la falsa (ley de) tenencia compartida -impulsada por el oficialismo-, que habilita a que padres agresores sexuales puedan tener un vínculo con el niño a pesar de que haya una denuncia de por medio o la -iniciativa legislativa sobre- gestación subrogada», sentencia Carrau.
Si bien argumenta que es algo que sucede «a nivel regional y global», la activista dice que Uruguay a veces parece «un poco lejano» a estos avances de tintes fascistas pero que en definitiva no lo es.
En Uruguay rige desde el año 2019 una declaración de estado de emergencia nacional por violencia de género y en lo que va de 2023 ya cinco mujeres fueron asesinadas, en tanto, según datos divulgados por el portal de monitoreo Feminicidio Uruguay, en 2022 fueron 44 los femicidios registrados.
EFE
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