La antesala de las lluvias en las plazas son casi todas iguales.
Una plaza es un lugar amplio donde siempre hay mucho cielo y algunos muchos o pocos árboles.
Desde una plaza uno percibe con más claridad las nubes de tormenta o la llegada del viento. En el medio de la plaza, cuando se larga a llover todos corremos en resguardo de no mojarnos.
Por estos días uno sueña con plantarse en medio de la plaza y sentir las gotas gruesas y furiosas en la cara, en los brazos. Se imagina el agua salpicando los canteros e ingresando en la tierra seca. Golpeando la estructura de algún monumento o estatua de ocasión.
Extrañamos la lluvia de verano. La bendición de sentir la lluvia sin parar y comprar un paraguas para no arruinar el vestido de fiesta.
Las plazas de Colonia son todas bonitas y las hay entrañables. ¿Quién no se mojó un poco demasiado en una lluvia inesperada en la plaza de su pueblo?
Voy transitando por la Plaza Independencia y la imagino con mucha agua. Si hay que pedir a una entidad superior divina lo hacemos. Esperamos el agua, cerramos los ojos con fuerza para que se produzca ese milagro tan cotidiano que es la lluvia.
Quiero que llueva. Hoy escribo para que llueva.
Y tu estás leyendo cada palabra de este texto para que se venga una tormenta que le de equilibrio a la tierra, a los arroyos, ríos, mares y lagunas. A las fuentes naturales. Que en cada baldosa de la plaza se vaya llenando de agua.
Insisto, quiero que llueva hoy