El director uruguayo Juan Ponce de León llega al festival español de cine de Málaga con el documental «Hay una puerta ahí», que trata sobre la eutanasia «pero, sobre todo, es una historia sobre la vida», según explica a EFE.
En 2019, el exgerente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) Fernando Sureda saltó a todos los medios de su país con una petición que generó gran debate, incluso en el Parlamento.
Pedía morir tras saber que tenía esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Era el enfermo terminal «con más salud del mundo» y su historia se recoge en esta película.
La cinta, estrenada en la sección Documentales/pases especiales del festival español, refleja las conversaciones a través de videollamada entre Sureda, fallecido en 2020, y el médico español Enric Benito.
Ponce de León cuenta que sacó adelante el proyecto junto a su hermano Facundo y tiene su génesis en el instante en que el doctor Benito recibió la llamada de una colega que le contó la historia de Sureda.
«Lo primero que le pedí fue que me enviase un vídeo para conocer su historia en su voz», dice el doctor, que además se encontró con que la relación entre ambos tenía que ser a través de videollamada por el confinamiento a causa de la pandemia.
Así se estableció «una relación entre dos cabezotas», uno que quería morir y otro que lo guiaba sobre cómo afrontar el proceso lo mejor posible en un país, como Uruguay, donde no existe una normativa que regule la eutanasia.
La película se construyó «en base a las más de once horas de grabación que recibimos», comenta el director, que contó con este material al morir Sureda. Supuso «un continuo aprendizaje, que se acrecienta cada vez que vemos la película, que he podido ver como cien veces», reconoce.
La cinta comienza, además, cuando solo tenía paralizadas las piernas, pero pedía ser ayudado a morir antes de que la enfermedad avanzase.
HUMANIZAR LA SITUACIÓN
«Sobre todo, hemos aprendido de esta película la importancia de tener buenas conversaciones porque no estamos acostumbrados a hablar de lo que nos incomoda», añade.
Incluso se ha trabajado en «humanizar» a los dos protagonistas, sin editar, por ejemplo, una escena en la que el médico es interrumpido en su trabajo por un obrero de la construcción que entra para hacer un trabajo en la casa.
Fue algo premeditado dejar esa escena, porque «si no humanizamos a los protagonistas, todo se queda en un nivel muy solemne», aunque sin dejar atrás momentos duros, como «cuando me pidió un atajo para morir, y me quedé sin papeles», según el doctor.
De esta forma, durante todo el metraje se van sucediendo las videoconferencias entre «el enfermo terminal con más salud del mundo» y el médico que le está ayudando a morir.
Finalmente, sucedió el 23 de septiembre de 2020, tras ser sedado, cuando la enfermedad ya le impedía respirar por sí mismo y cumpliendo su deseo de no ser sometido a una traqueotomía.
En marzo de 2020 se retomó en Uruguay el debate con un proyecto de ley que buscaba legalizar la eutanasia y el suicidio médicamente asistido para pacientes terminales con una comunidad médica con opiniones divididas.
A día de hoy, tres años después de comenzar a debatirse la ley, la práctica de la eutanasia sigue siendo considerada un crimen en Uruguay.
EFE
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