Romper el «esquema tradicional» de las aulas es el principal objetivo de una propuesta educativa «al aire libre» que se levanta en Uruguay y que fue hecha por distintas familias extranjeras en la que se reflejen sus valores, The Garzón School.
Se trata de una iniciativa que actualmente se desarrolla en la Costa de Oro del departamento de Maldonado encabezada por el estudio de arquitectura Rosan Bosch que crea entornos de aprendizaje lúdicos y escuelas «innovadoras para pensadores creativos y críticos».
Atraídos por la riqueza autóctona de Uruguay, a la escuela llegaron familias de Australia, Canadá, Estados Unidos, Dinamarca, Holanda o Inglaterra.
Solo el 30 % de los alumnos es de nacionalidad argentina o uruguaya, según dijo a EFE su director Samuel Irving.
«Muchas familias internacionales están eligiendo vivir acá y buscando una opción educacional para su familia que refleje sus valores, pero también las razones por las cuales eligieron Uruguay», expresó.
La pandemia potenció el debate sobre la educación tradicional, al quedarse en casa, por lo que para Irving, la educación entró en las cocinas, las salas y los dormitorios de familias alrededor del mundo.
En ese sentido, explicó que con este proyecto buscaron un «punto intermedio» entre el modelo institucional y la educación en casa aunque el eje central de la propuesta curricular es la atención personalizada para cada alumno por lo que no se derivan más de siete alumnos por docente.
La escuela cuenta con una extensión de 38 hectáreas en las que los estudiantes tienen un contacto directo con la naturaleza a través de un jardín de flores, un bosque de eucalipto -que se conservará pese a no ser autóctono- y un arroyo.
La diseñadora y propietaria del estudio de arquitectura, que lleva el mismo nombre, Rosan Bosch, destacó a EFE que la propuesta uruguaya es un proyecto sostenible que se puede construir «fácilmente» y una escuela que puede funcionar sobre principios que benefician el potencial de aprendizaje de cada niño.
«Es un cambio de paradigma total, porque todos somos diferentes y tenemos distintas necesidades», expresó la arquitecta.
Asimismo, afirmó que la principal diferencia entre este tipo de educación y la educación tradicional parte del hecho de creer que los niños quieren aprender.
«Creo que un niño quiere aprender y en vez de forzar el aprendizaje tenemos que mirar el potencial que tenemos como seres humanos para aprender», sostuvo
En ese contexto, el plan de estudios de la escuela pretende que los niños «se apasionen con el aprendizaje», según Irving.
«El niño está formando la relación con el aprendizaje que va a llevar toda la vida», afirmó el director.
Es por esto que todas las clases son impartidas al aire libre en inglés y español por docentes de distintos países, la única excepción es que llueva o que haga falta implementar una herramienta concreta para cumplir con las tareas asignadas.
Así, en primera instancia durante 2023 asisten niños desde los cuatro hasta los diez años, aunque el colegio tiene como objetivo tener una propuesta desde los dos hasta los 18 años.
Irving está convencido de que su propuesta puede convertirse en un ejemplo curricular a seguir en otras partes del mundo, el diseño de Rosan Bosch Studio está pensado para que pueda replicarse fácilmente y que otras escuelas sean construidas en la naturaleza.
EFE