El 5 de abril de 1993, cuando tenía tan solo 24 años y en medio de una época repleta de tabúes, la ingeniera uruguaya Cecilia Abadie recibió una noticia que cambiaría el rumbo de su vida para siempre: era VIH positiva.
En ese momento, no existían ni los avances médicos ni la conciencia social que la medicina y la sociedad han ido incorporando a sus vidas, así que los primeros años estuvieron llenos de rechazo y de estigma.
«Mi vida no venía muy bien y yo estaba sin saber cómo vivir, sin encontrar ningún límite ni qué es este juego de la vida», cuenta en una entrevista a la Agencia EFE Abadie, que acaba de publicar el libro ‘Un virus de amor. Cómo el VIH cambió mi mundo’, coescrito con la escritora uruguaya Margarita García Telesca.
Ahora, con 53 años y todo un arsenal de consejos para personas que acaban de recibir la misma noticia que le llegó casi 30 años atrás, reflexiona en el libro sobre su experiencia con el VIH y asegura que ese episodio oscuro de su vida le hizo «reflexionar mucho» y la ayudó a «empezar a valorar la vida de otra manera».
«El libro tiene un doble mensaje: uno particular sobre el VIH y cómo educar en estos temas para la no discriminación, y por otro lado un mensaje de esperanza de hacer las cosas a tu manera», detalla la ingeniera.
UNOS INICIOS COMPLICADOS
La vida de Abadie no fue fácil en el principio: con seis años diagnosticaron a su madre con esclerosis múltiple y tuvo que lidiar con que su padre se fuera con otra mujer, pero encontró la paz en sus estudios, en los que empezó a destacar desde bien pequeña.
«Empecé estudiando computación a los 13 años y básicamente toda mi vida es el mundo digital», recuerda la autora del libro, que con solo 19 años se graduó como analista de sistemas en la ORT.
Esa buena época hizo que se desinhibiera, la llevó a experimentar con drogas y, compartiendo agujas para inyectarse cocaína, llegó el VIH a su vida.
«Pasó de ser algo gigante en ese momento, que casi era una sentencia de muerte, y a día de hoy, estando medicada y tratada, no puede ser transmitido a otras personas aún con las vías de transmisión habituales», resume la ingeniera.
TOCAR FONDO PARA TOMAR IMPULSO
Tras un primer año muy difícil y de la mano de su doctora, Abadie comenzó a incorporar a su vida hábitos saludables que le hicieron ganar estabilidad emocional y prosperar en el ámbito laboral.
De hecho, su pasión por la computación -y más tarde la ingeniería- la llevó a seguir un camino que, años más tarde, la catapultaría hasta Silicon Valley (Estados Unidos), donde trabaja en el gigante Google.
«No fue un paso gigante, sino resultado de muchos pasos chiquitos, y poco a poco fui logrando mi meta de llegar a una compañía de impacto global que ayuda a miles de millones de personas, especialmente en el Tercer Mundo», relata la ingeniera de Google, ubicada en el área de realidad aumentada de la multinacional.
Allí se rodea de gente «muy inteligente y con muy buena intención», y subraya que la empresa hace «mucho énfasis en la diversidad y la inclusividad».
LIMPIAR DEL TODO EL ESTIGMA
El paso del tiempo, los avances médicos y su éxito profesional han conseguido que Abadie no tenga en mente cada día que es VIH positiva, incluso tiene automatizado tomarse una pastilla por las noches.
«Aunque a veces uno se sienta trancado o con algo muy grande delante, siempre hay una manera de dar un próximo paso y de seguir esa búsqueda que te lleva a más felicidad y a crear conexiones con otras personas», anima la ingeniera.
De todos modos, asegura que es un debate que «sigue en silencio», lo que provoca que continúe habiendo «un miedo irracional que nunca fue limpiado del todo».
EFE
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